Un sacerdote define el racismo como una “enfermedad espiritual”: “Es una forma de soberbia”

El sacerdote y ganador de la octava edición del Premio de Ensayo Teológico Joven PPC, Juan Carlos Aonso, ha ofrecido una profunda reflexión sobre el racismo en el programa ‘Mediodía COPE’. 

A raíz de su ensayo premiado, ‘todos, todos, todos, el racismo como problema teológico’, Aonso ha abordado una cuestión vigente en España, donde la población migrante supera los 9 millones y uno de cada tres foráneos dice sentirse discriminado.

“Una enfermedad espiritual”

Preguntado en la entrevista con Ángela Sánez sobre si existe un problema de racismo en la sociedad, el sacerdote lo ha calificado como una “enfermedad espiritual” y una “forma de soberbia”.

Según Aonso, su origen no es tanto el desprecio al diferente, sino el sentimiento de superioridad. “Mi pueblo es el mejor, la tortilla de patatas de mi madre es la mejor, viene a ser como la misma dinámica”, ha explicado.

En su análisis, el sacerdote ha explorado los argumentos históricos que se han usado en la teología para justificar el racismo. Ha recordado cómo algunos defendían que “Dios ha creado razas distintas y, entonces, ha creado a gente que tiene menos dignidad”, un debate que la propia Iglesia ha confrontado a lo largo de los siglos con la idea de que “todos tenemos la misma dignidad” como hijos de Dios.

“La cura no es viajar, es acoger”

Aonso ha desmontado el mito de que “el racismo se cura viajando”, afirmando que a veces puede ser “contraproducente” al reforzar los prejuicios. La verdadera cura, para él, se encuentra en la cercanía. 

“El racismo se cura más acogiendo, abriendo la casa y relacionándose con las personas concretas”, ha afirmado, pues en la relación personal aflora nuestra parte “más humana”.

Como coordinador de pastoral en el colegio Salesianos Magale Urnieta, Aonso ha observado que las generaciones jóvenes tienen “más presente el discurso en términos de raza” para interpretar la problemática social. Finalmente, ha confesado que recibir el premio ha sido una “sorpresa grande y una alegría” que valida el trabajo de investigación teológica, a menudo solitario.