

"Que no cunda el pánico, la Selectividad no es tan fiera como la pintan"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del martes 3 de junio
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Más de 300.000 estudiantes de segundo de bachillerato se enfrentan desde hoy a la PAU: la prueba de acceso a la universidad. O sea, la antigua Selectividad. A esta hora ya han salido del examen de Lengua y Literatura los alumnos de todas las comunidades autónomas salvo Canarias y Cataluña, que se examinan la semana que viene. En Madrid ha caído Baroja, Cela, la generación del 27 y narrativa hispanoamericana. Grandes clásicos de la Selectividad. Por cierto, me alegro de que hayan caído Baroja y Cela, escritores tremendistas de absoluta actualidad para comprender la política española. El esperpento de Valle-Inclán también vendría al pelo: espero que haya caído en Galicia.
Pero no quiero hablar ahora de política, sino de algo más importante: de educación. Porque para los de mi quinta, la Selectividad era un examen mítico. Nos pasábamos todo COU preparando ese examen, pensando en ese examen, y cuando se acercaba mayo se encerraba a estudiar hasta el más fiestero, con mayor o menor intensidad, pero las bibliotecas estaban petadas. Abríamos los apuntes hasta en el metro o en el autobús, quedábamos a estudiar juntos, aprovechábamos cualquier momento para repasar un tema más. Supongo que a pesar de las innovaciones tecnológicas todo eso sigue ocurriendo, y es bueno que siga ocurriendo. Es buena esa tensión, ese nerviosismo, ese aprender a encararnos con la medida de nuestras propias capacidades.
Ya sé que hay una corriente de la nueva pedagogía que se pasa el día advirtiendo de posibles traumas y diciendo que la cultura del esfuerzo son los padres y que no hay que puntuar a nadie porque lo que importa es abrazarnos todos en armonía y confiar en que papá Estado nos coloque. Estos pedagogos son los peores verdugos del futuro de los chavales. No hay mayor beneficio para un alumno que el descubrimiento de sus propias capacidades; nada mejora tanto su autoestima como un aprobado bien ganado, o un notable si puede dar más, o un sobresaliente si el chico puede sacar sobresaliente. Esa satisfacción inolvidable que solo da la recompensa a nuestro esfuerzo es la enseñanza más valiosa de la vida. Y el que diga lo contrario está traicionando el futuro laboral de las jóvenes generaciones.
¿Y cuáles son las principales novedades de este año?
Por eso celebro que este año la PAU sea un poquito más difícil que las ediciones pospandémicas. Porque nuestros chavales se merecen que tomen en serio su inteligencia y su voluntad, no que los traten como a débiles mentales. No quieren que les regalen una nota que luego el implacable mercado laboral se encargará de devaluar. Ahí fuera no regalan nada, a no ser que te hagas amante de un ministro de Transportes del PSOE, claro.
¿Y cuáles son las principales novedades de este año? Pues habrá un solo modelo de examen por asignatura; habrá muchas más preguntas prácticas; y habrá penalización por faltas de ortografía (en asignaturas como lengua puede bajar la nota hasta un 20% por faltas: como es lógico). Pero que no cunda el pánico: la Selectividad no es tan fiera como la pintan. El porcentaje de aprobados supera el 95%. Otra cosa es sacar la nota que te hace falta para estudiar lo que quieres. Por no hablar ya de la tasa de paro juvenil de determinadas carreras en España.
Peor ya habrá tiempo para pensar en eso. De momento esta tarde toca Filosofía. A mí me cayó Descartes. Ese que nos enseñó a dudar de todo y a basar la existencia en la razón. No es mal programa para la vida ni para el periodismo".