Artesanos de paz en tiempos de conflicto

La paz no es una utopía, sino una tarea que comienza en el corazón y se traduce en gestos concretos. El Papa León XIV lo ha recordado con fuerza en estos días durante su reciente viaje a Turquía y Líbano, invitando a los cristianos a ser semillas de reconciliación y esperanza en medio de la guerra y el conflicto. También en su intención de oración para diciembre nos interpela a convertirnos en artesanos de paz en nuestro entorno. Mario Alcudia reflexiona hoy sobre este desafío, conectando el mensaje del Papa con nuestra responsabilidad personal y comunitaria para construir puentes y no muros, en un mundo que necesita testigos del Evangelio

Redacción Religión

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El reciente viaje del Papa León XIV a Turquía y Líbano, que concluía el martes, su primera visita apostólica fuera de Italia, no ha sido una visita más en la agenda diplomática. Podemos afirmar que ha sido una peregrinación profética en dos escenarios que concentraban historia, heridas y esperanza. Turquía, cuna de los primeros concilios, y Líbano, tierra de convivencia frágil, han recibido al Pontífice como peregrino de la paz, un título que no es retórico, sino profundamente evangélico.   

En un mundo que se fragmenta, el Papa nos ha recordado que la división entre cristianos es un escándalo que hiere la credibilidad del Evangelio. Por eso nos recordaba que la unidad no es un sueño, sino una tarea que exige valentía y humildad.

Esta visita apostólica es una llamada de atención para dejar claro que la paz es posible cuando se construye sobre la verdad, la justicia y la fraternidad.

Todo ello tiene mucho que ver con su intención de oración para este recién inaugurado mes de diciembre en el que nos pide rezar para que los cristianos que viven en contextos de guerra o conflicto, especialmente en Oriente Medio, sean semillas de paz, reconciliación y esperanza. El Papa en su viaje no solo ha hablado de paz sino que ha mostrado que la misión de los cristianos en estas tierras es ser signos vivos del Evangelio, testigos que no se rinden ante el odio ni la desesperanza; ser artesanos de paz, sembradores de unidad y defensores de la dignidad humana. Porque la paz, como la fe, se construye día a día, con pequeños gestos. Como nos dijo en su primer saludo, nada más ser elegido Papa, la paz que proviene de Cristo resucitado, una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante que proviene de Dios que nos ama a todos incondicionalmente.

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