Si Tú me has llamado, voy a responder
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 14 de mayo

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La obediencia, digámoslo claro, no tiene buena prensa en nuestros días. Y hay que reconocer que hay obediencias indeseables y destructivas. La verdadera obediencia cristina, sin embargo, nace de la razón y de la libertad. Consiste en seguir a Aquel para el que estamos hechos, Aquel, como decía San Agustín, por el que nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Él. Digo todo esto porque esta obediencia ha marcado la vida de Robert Prevost, el Papa León XIV.
Es preciosa la despedida de sus diocesanos en la catedral de Chiclayo, cuando el Papa Francisco le nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos, trayéndolo de Perú a Roma. Prevost les explicaba que había llegado a aquella tierra como enviado, como misionero, y que durante más de ocho años había compartido con alegría toda su vida. “Ahora, el Espíritu Santo, a través de nuestro Papa Francisco, me pide una nueva misión, les explicaba, y aunque pueda ser difícil para muchos, hay que seguir adelante, hay que decir sí, Señor, si Tú me has llamado voy a responder”. La preferencia del entonces obispo Prevost hubiera sido permanecer en Chiclayo, como confesó a sus fieles, y el Papa lo sabía, pero “uno tiene que obedecer en todas las edades de la vida”, y así, marchó a Roma, feliz por lo que había vivido, feliz por lo que estuviera por delante que, lógicamente, no podía conocer.
Al concluir en la catedral de Chiclayo, invitó a los presentes a superar cualquier sentimiento de tristeza por la separación, y a decir: “sí Señor, creemos en ti, creemos en tu amor, en tu presencia, en tu Gracia… y que sigamos caminando juntos como Iglesia”. Hace seis días llegó el momento de obedecer de nuevo. “Señor, si tú me has llamado, voy a responder”. Y lo que venga.