La Foto: "Las maravillas son así, cautivan, desordenan la vida, los pensamientos, las ideas..."
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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La foto que me ha llamado la atención la he visto hoy en la Vanguardia. Es una imagen en blanco y negro de finales de los años 60. Un grupo de personas se arremolinan en torno a algo sorprendente. Un señor con sombrero, gabardina entallada, y corbata, en segunda fila, tiene las manos recogidas tras la espalda en una actitud reverente. En primera fila dos madres acompañan a sus hijos muy abrigadas. Una de ella se agacha para ver mejor. Lo niños muy quietos, muy disciplinados. Saben que están asistiendo a un espectáculo único. Todos los ojos están clavados en una burbuja de plexiglás. No parpadean, no le pardean las pestañas, no le parpadea el alma a los personajes de la foto. No se distraen un solo segundo. No piensan en otra cosas, ni el hombre piensa en mujeres, ni las mujeres en hombres, ni los niños en que es la hora de comer, ni en que les gustaría jugar al pilla-pilla. Todas las fibras de su piel, todas sus tripas están como atraídas por un potente imán que les impide distraerse. La maravilla que contemplan, la burbuja esconde dentro una piedra traída de la luna. En la sala, en el museo en la que se expone el tesoro llegado del espacio, flota el silencio producido por el asombro. ¿Quién iba a pensar que un trozo de ese satélite que se asoma al cielo, redondo, creciente, decreciente, esté tan cerca? Sienten escalofríos al pensarlo. Las maravillas son así, cautivan, desordenan la vida, los pensamientos, las ideas, los lamentos de siempre se diluyen, y los instantes se condensan, se hacen más densos. Y uno se sabe y se siente más agraciado, más grande. Trozos de luna, buganvillas sobre pared blanca, mendigos sin ira, gestos furtivos, maravillas como imanes.