María Fernández Abad, oncóloga: "Es clave atender al cribado de cáncer de mama, porque podemos ver cosas que de otro modo serían invisibles. Si esperas a notar un bulto, ya suele ser un tumor más grande”
Tras la polémica sobre el cribado del cáncer de mama en Andalucía, Fernando de Haro habla con médicos y oncólogos del Ramón y Cajal de Madrid para conocer de primera mano cómo es el proceso
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, cada día decenas de mujeres acuden a una cita que puede cambiarles la vida. No es una consulta cualquiera: es una mamografía del programa de cribado de cáncer de mama, una de las estrategias más efectivas para detectar a tiempo esta enfermedad. En la sala de espera, el silencio es tenso, pero esperanzado. Al otro lado de la puerta, profesionales sanitarios intentan aliviar los nervios con empatía y cercanía.
“La mayoría vienen con miedo”, reconoce Ester, técnica de imagen, que acompaña a las pacientes durante la mamografía, a Fernando de Haro en La Mañana Fin de Semana. “Intentamos hablar con ellas, que se relajen. Si hablas y las tranquilizas, colaboran mucho más”. Mientras prepara la sala, explica que el procedimiento es breve, aunque algo molesto: “Comprimimos el pecho y hacemos dos proyecciones por cada mama. Depende de la sensibilidad de cada mujer, pero dura apenas unos minutos”.
Fernando de Haro, en el Hospital Ramón y Cajal
Un proceso seguro y eficaz: así se detectan los primeros signos del cáncer
Las imágenes obtenidas pasan después al área de radiología, donde un equipo especializado analiza cada detalle. “De cada mil mamografías de cribado, solo entre cinco y siete presentan cáncer. El resto son normales”, explica el doctor Chiva, jefe de Radiología de Mama del centro. Cada prueba se revisa dos veces, por dos radiólogos distintos: “Hacemos doble lectura para no pasar por alto ningún caso”, aclara con orgullo.
El sistema está totalmente informatizado. Si se detecta algo sospechoso, la paciente es citada de inmediato para una reevaluación. “En cuanto el radiólogo indica que hay que hacer una biopsia, el sistema busca automáticamente un hueco. Es un proceso muy coordinado y ágil”, añade el doctor.
Tras el diagnóstico, las mujeres pasan a manos del equipo de oncología. Allí las recibe la doctora María Fernández Abad, especialista en cáncer de mama. “Aquí las pacientes ya saben que tienen un cáncer, pero no saben lo que significa”, señala.
Fernando de Haro, durante el reportaje
La doctora insiste en la importancia de la detección precoz: “Lo que hemos visto en estos últimos 20 años es una reducción del 25% en la tasa de muerte por cáncer de mama. Esto se debe a la mejora de los tratamientos, desde luego, pero sobre todo a las campañas de detección precoz. Somos capaces de detectar tumores mucho más pequeños y en fases iniciales”.
Por eso, Fernández Abad lanza un mensaje claro: “Es fundamental atender a las citaciones del cribado. Cuando una mujer acude, podemos ver cosas que de otro modo serían invisibles. Si esperas a notar un bulto, ya suele ser un tumor más grande”.
Cada paciente, recuerda la oncóloga, es un mundo. “El estadio del tumor marca el pronóstico. No es lo mismo detectar un cáncer dentro del programa de cribado, que suele ser pequeño y localizado, que hacerlo cuando la paciente ya nota síntomas”.
Es fundamental atender a las citaciones del cribado. Cuando una mujer acude, podemos ver cosas que de otro modo serían invisibles. Si esperas a notar un bulto, ya suele ser un tumor más grande”
Oncóloga
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Los tratamientos también han evolucionado notablemente. “Son más eficaces, menos agresivos y compatibles con una vida normal”, explica Fernández Abad. Aun así, el impacto psicológico sigue siendo importante: “Recibir un diagnóstico de cáncer siempre es un golpe emocional. Por eso insistimos tanto en que cuanto antes se detecte, menos agresivo será el tratamiento y más rápido llegará la recuperación”.
Entre las mujeres que han pasado por este proceso está Cristina, una madrileña de 53 años que descubrió un bulto “por casualidad”. “Una noche, viendo la tele, me picaba y me toqué. Noté algo raro y fui al médico. Al principio no salía nada en las pruebas, decían que podía ser grasa”, recuerda.
Todo cambió cuando recibió la carta del programa de detección precoz de la Comunidad de Madrid. “Me hicieron la mamografía y, al poco, me llamaron: los resultados no eran concluyentes. Luego la biopsia confirmó que era cáncer de mama”.
Gracias al cribado, el tumor se detectó a tiempo. “Me operaron y solo necesité radioterapia. El tratamiento fue duro, pero rápido, y ahora vengo a mis revisiones con tranquilidad. En la vida no puedes ir con miedo”, cuenta con una sonrisa. “Estoy encantada con este programa. Cuanto antes te lo encuentren, mejor se trata”.
Fernando de Haro, con Cristina
La historia de Cristina y las palabras de la doctora Fernández Abad reflejan una realidad incontestable: el cribado salva vidas. Según los datos más recientes, una de cada ocho mujeres desarrollará cáncer de mama a lo largo de su vida, pero detectarlo a tiempo multiplica las posibilidades de curación.
En el Ramón y Cajal, los equipos trabajan cada día para mantener el nivel de excelencia. “En Madrid tenemos un sistema muy bien integrado, con una respuesta rápida y coordinada”, explica el doctor Chiva.
Y la doctora Fernández Abad concluye con un mensaje que debería escucharse en todos los hogares: “Atender a una citación de cribado no es una molestia. Es una oportunidad para vivir”.