Expósito desvela que vio el gol de Iniesta “junto a un grupo de holandeses” y recuerda el gesto que hicieron al ganar España

El director de La Linterna ha recordado el gol en la prórroga que le dio a la Selección su único Mundial cuando se cumplen 15 años de la hazaña

Paco Delgado

Madrid - Publicado el

3 min lectura

Ángel Expósito, director de La Linterna de COPE, ha revivido uno de los momentos más icónicos del deporte español con una anécdota personal que pocos conocían: el día en que Andrés Iniesta marcó el gol que dio a España su primer Mundial, él lo celebró rodeado de aficionados holandeses en un hotel de París. Durante una emotiva tertulia en su programa, junto a los periodistas Mayte Alcaraz y Antonio Arráez, Expósito desgrana los detalles de aquella jornada histórica, en la que el destino quiso que viviera la victoria lejos de casa, pero en compañía de un grupo de españoles… y de sus rivales en la final.

La tarde del 11 de julio de 2010, Expósito se encontraba en EuroDisney con su familia, lejos de los estudios de radio donde tantas veces había narrado los éxitos y fracasos de la selección. “Al llegar al aeropuerto de París, un amigo malagueño con el que aún mantengo contacto me reconoció y me dijo: ‘¿Dónde vas a ver el partido mañana?’. Yo le contesté que en el hotel, pero él insistió: ‘No, ven con nosotros, somos un grupo de españoles’”, relató. Así, el presentador y su familia acabaron en un salón del hotel donde se congregaban tanto españoles como holandeses, estos últimos en mayoría.

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Andrés Iniesta y Carles Puyol con la Copa del Mundo

 Expósito y el gol de Iniesta  

El ambiente, según Expósito, fue “intenso pero respetuoso”. Mientras la tensión crecía en el campo, con una final marcada por la dureza de Holanda, incluida la famosa patada de Nigel de Jong a Xabi Alonso, en aquella sala se respiraba un nerviosismo compartido. “Recuerdo los gritos, los abrazos con mi hijo Nacho y con mi amigo José Manuel cuando Iniesta marcó… Fue un estallido de alegría entre los nuestros”, confesó. Pero lo más sorprendente, aseguró, fue la reacción de los holandeses: “Se portaron de manera impecable. Incluso algunos se acercaron a felicitarnos después. Fue un gesto de deportividad que no olvidaré”.

Mayte Alcaraz, presente en la tertulia, bromeaba: “¡A nosotros los holandeses nos quisieron matar!”. Pero Expósito insistió en su experiencia: “Al contrario, fueron educadísimos. Esas cosas te marcan”. El director de La Linterna ha subrayado cómo aquel momento, más allá del triunfo, simbolizó la universalidad del fútbol: “Es increíble pensar que, en medio de París, rodeado de rivales, viví una de las mayores alegrías de mi vida como aficionado”.

La anécdota sirve también para reflexionar sobre el legado de aquella selección. Antonio Arráez recordó cómo Iniesta, “un tipo humilde de Albacete”, se convirtió en héroe nacional pese a su aversión a los focos: “Le preguntaron después por qué no hablaba más, y él dijo: ‘Si hubiera sabido que tenía que hablar tanto, no meto el gol’”. Expósito coincide: “Fue una generación irrepetible, construida por Luis Aragonés y perfeccionada por Vicente del Bosque. Ganaron con clase, incluso pidieron respeto para Italia cuando les golearon 4-0 en la Eurocopa de 2012”.

Catorce años después, la charla en La Linterna no solo revivió la magia de Iniesta, sino que destacó un detalle humano: en el deporte, incluso en la derrota, hay espacio para la nobleza. “Ojalá volvamos a vivir algo así pronto”, concluyó Expósito, “pero aquel día, en medio de tanta euforia, hasta nuestros rivales nos hicieron sentir que el fútbol es algo más que un juego”.

 Un gol que unió a España (y hasta a los holandeses)  

El relato de Expósito rescató otros testimonios de la tertulia sobre dónde estaba cada uno durante el gol. Mayte Alcaraz lo vivió en la redacción de su periódico, abrazando a compañeros; Antonio Arráez, en casa con su mujer y amigos, sintiendo que “por fin España cumplía”. Pero la historia del director de La Linterna sobresale por su singularidad: un español en tierra neutral, celebrando entre holandeses, demostró que la grandeza del fútbol trasciende fronteras.

Hoy, con una nueva generación liderada por Lamine Yamal y la ilusión de otro Mundial en el horizonte, la anécdota de Expósito sirve como recordatorio: los triunfos deportivos no solo se miden en títulos, sino en las historias que dejaron atrás. Y aquel abrazo entre rivales en París es, sin duda, una de las más hermosas.