"Este tramo final de 2025 es la primera vez que da la sensación de que, realmente, el "sanchismo" ya no da más de sí

Sergio Barbosa analiza el balance del año 2025 que hizo Alberto Núñez Feijóo y si como pronosticó el líder del PP el 2026 será el del "cambio en España"

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¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa, en nombre de la gente que hace posible 'Herrera en COPE' en este martes 30 de diciembre de 2025. 

Decíamos a la seis que esta es una mañana en la que los melancólicos se van a levantar pensando ¨hoy es el último día que me levanto sabiendo que mañana también será 2025 porque ya mañana será el último día de este año.

Bueno, hay que decir que a esa gente tan “melancólica”, tan apegada a lo conocido, tan agobiada por el inevitable paso del tiempo, siempre le viene bien tener al lado a personas con un poco más resolutivas. Personas de esas que te dicen “mira, déjate de 2025 que seguro que 2026 va a ser mejor”. O por lo menos, esto consiste en intentarlo.

la vivienda marca en rojo el calendario de los españoles para 2026

Y no les falta razón, porque ya estamos deseando que llegue el año nuevo para salir de dudas, para saber qué pasa, por ejemplo, con el mercado de la vivienda.

Ese asunto que termina el año como el gran problema social de este país. Hoy leemos titulares en la prensa que nos advierten de que el precio de la vivienda crece a su mayor ritmo desde la burbuja”.

Según los datos de la Sociedad de Tasación, el año termina con una subida interanual por encima del 13%.

Y a eso, es a lo que habría que prestar atención y sobre todo buscar una solución, porque nos va en ello la cohesión social y el bienestar material.

Ojalá nuestros políticos sean capaces de encontrar un rato para centrarse en esas cuestiones y no tanto en buscar el mejor zasca o el mejor vídeo en las redes sociales.

2026: ¿el fin del sanchismo?

De momento, antes de que planteemos los mejores deseos para 2026 lo que ha hecho la clase política es ponerle nota a este 2025 que termina ya en menos de 48 horas.

Primero fue Pedro Sánchez el que hizo su balance del año(se dio prisa en hacerlo antes de las elecciones extremeñas, para no tener que valorar el varapalo del PSOE y ahora el que ha hecho su balance anual es Núñez Feijóo.

Un líder del PP que sí ha hecho su valoración de una forma un poco más canónica, esperándose a los últimos días de 2025 para ponerle nota a este año.

Es decir, Feijóo no ha tenido tanta prisa para ponerle nota al año que ahora termina, seguramente porque se siente más cómodo que Sánchez con el panorama que deja este año.

Tanto es así que Feijóo se ve gobernando más pronto que tarde.

Y se ve gobernando porque considera que este año ha sido el año del "colapso del sanchismo". Colapso político y colapso moral.  El moral hace tiempo que lo viene arrastrando y el político es lo verdaderamente novedoso.

EFE

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, comparece ante los medios de comunicación para hacer el balance del año 2025

Porque hasta ahora, el sanchismo había sido una especie de espectáculo hipnótico en el que los analistas se quedaban extasiados viendo cómo un proyecto político carente de líneas rojas en lo moral, era capaz de funcionar en lo político. Aunque fuera a trancas y barrancas, pero funcionaba.

Ahora ya no tanto. Este tramo final de 2025 es la primera vez que da la sensación de que, realmente, esto ya no da más de sí.

Con un presidente encerrado en Moncloa, entregado al noble arte de grabar vídeos supuestamente graciosos y unos ministros buscando medidas sociales que no tengan rango de ley.

Este tramo final de 2025 es la primera vez que da la sensación de que, realmente, esto ya no da más de sí"

Sergio Barbosa

Periodista y redactor en 'Herrera en COPE¡

Porque este Gobierno no está en disposición de aprobar nada, con cara y ojos, en el Congreso.

Los hay que siguen diciendo (y a lo mejor no se equivocan) que Sánchez es el Judini de la política española y que lo mismo se las apaña para sobrevivir a 2026 y plantearse en 2027.

Eso, sólo el tiempo lo dirá pero, de momento, Feijóo es de la opinión de que, más pronto que tarde, le tocará a él estar en Moncloa.

los planes de feijóo para llegar a moncloa

Y “expresando esa voluntad”, el líder de la oposición también ha dejado caer algunas pistas de cómo quiere llegar al poder.

Si el único cordón sanitario será para los proetarras de Bildu, eso quiere decir que si no puede gobernar en solitario, (y gobernar en solitario cada vez está más caro en España).

Feijóo no se cierra a negociar ni con Vox ni con Junts.

Otra cosa interesante sería saber con quién preferiría negociar, en su fuero interno, si pudiera elegir.

Pero si en verdad, en todo caso, que, de las palabras del líder de la oposición, se desprende que este 2025 ha sido el año en el que no solo el sanchismo ha embarrancado como lo había hecho hasta ahora sino que el partido más votado de España, que aspira a gobernar, ha cambiado de pantalla en algunos aspectos.

Porque, si con algo se ha enredado mucho el PP, (dando a entender que sí pero luego rectificando para decir que no) es con su deseo o no de entenderse en cuestiones puntuales con el partido de Puigdemont.

Y de la yenka que se han marcado los populares con Vox, no hace falta hablar porque esa ha sido la gran ambrosía de la que ha vivido el sanchismo en los últimos años.

Si el PP pactaba con Vox, porque pactaba con Vox y, si no pactaba, pues también porque siempre existía el peligro de que pactara con Vox.

Y en ese “necesitar pactar”, pero no querer pactar con Vox (acompañado de la estrategia del partido de Abascal, que también ha tenido sus vaivenes con si “nos conviene estar dentro de los gobiernos o mejor crecer desde fuera”) pues hemos tenido una dinámica política muy definida en España.

Una dinámica en la que el bloque de derechas ha sido un quiero y no puedo mientras el bloque de izquierdas ha tenido una mala salud de hierro.

Bueno, pues ese cambio de escenario es lo que parece estar anunciando, o susurrando, “esta bisagra entre 2025 y 2026”.

Por lo pronto, Feijóo ya no parece dispuesto a enredarse en el debate sobre el “pacto con Vox” como concepto, como si se estuviera debatiendo sobre el sexo de los ángeles.

Las elecciones extremeñas han demostrado que “el miedo a Vox” ya no funciona como antes para movilizar al votante de izquierdas, de manera que el PP ya no oculta que, si hay que pactar con Vox, se pactará igual que Sánchez ha pactado con toda la fauna y flora que ha podido.

Es decir, el “PP de 2026” ya no tiene remilgos en decir que se puede pactar con Vox.

Otra cosa es que, entrando en la letra pequeña de cómo ha quedado el escenario extremeño, Feijóo tampoco haya querido aclarar, con pelos y señales, hasta dónde podrían llegar esos pactos.

Feijóo se refugia en un concepto que ya hemos subrayado aquí en alguna ocasión: el respeto a la proporcionalidad de las urnas.

Y eso pasa por entender, en un caso como el extremeño, que si la gente ha votado en un 60% una opción de derechas el gobierno tiene que ser de derechas. Y si el PP ha ganado con holgura, el gobierno tiene que ser del PP.

Y que si al PP no le da para gobernar sólo, pues que Vox está legitimado para condicionar ese gobierno.

¿Hasta dónde tiene que llegar el condicionamiento de Vox?

Pues ahí está la madre del cordero. De momento, Feijóo ha querido ver el vaso medio lleno para sus intereses, dejando esa idea de “algo hemos ganado en Extremadiura al no necesitar el sí de Vox, sino simplemente su abstención”.

Es decir, Feijóo considera que, en el mercado persa de la política, la proporción de votos de cada uno es lo que debe establecer el precio de lo que pida Vox.

Claro, lo ideal para el PP es que, como mucho, hubiese que pedir a Santiago Abascal una abstención. Pero como la aritmética parlamentaria siempre tiene un halo de subjetividad  ,según cómo, algunas abstenciones pueden ser tan caras como un voto afirmativo.

EFE

El presidente de Vox, Santiago Abascal

Con lo cual, si interesante va a ser ver cómo arranca Sánchez este 2026 y qué conejos se saca de la chistera.

Interesante va a ser también comprobar si PP y Vox han pasado realmente de pantalla respecto a 2023 y saben leer la actual situación política.

A todo esto, la comparecencia del líder de la oposición tuvo un momento también muy interesante, porque Feijóo quiso abordar el asunto más incómodo para él, de una manera que fuera también una pulla para Pedro Sánchez.

la investigación por la dana

Resulta que ayer, precisamente la jueza que investiga la dana de Valencia confirmó que Feijóo deberá comparecer el próximo día 9 de enero, como testigo, y que podrá hacerlo de forma telemática.

Bueno, en el PSOE están dándolo todo con la idea de que los mensajes que se intercambió con Mazón la tarde de la dana demuestran que el entonces presidente valenciano sí reconoció a Feijóo que el gobierno central estaba ayudando a la Generalitat Valenciana. Y que, además, Feijóo no ha entregado a la jueza todos los mensajes.

La realidad es que Mazón le dijo a Feijóo aquella tarde que la UME ya estaba a disposición del gobierno valenciano y que en eso no había queja.

Otra cosa fue lo que sucedió en los días posteriores cuando, conociéndose ya la dimensión de la tragedia y la urgencia que sufría tanta gente, Sánchez soltó aquella famosa frase de “si necesitan ayuda, que la pidan”; dando toda la impresión de que el gobierno central estaba arrastrando los pies para ver si el gobierno valenciano asumía todo el desgaste.

Y lo cierto es que tampoco se puede decir que Feijóo haya ocultado mensajes a la jueza porque no ha sido “hasta ahora” que la jueza ha ofrecido a Feijóo la posibilidad de que le enseñe, de forma voluntaria, los mensajes que él envió a Mazón aquella tarde y no sólo los que Mazóm le envió a él.

Y es aquí donde el presidente de los populares ha hecho de la necesidad virtud y ha querido mostrarse como alguien diferente a lo que es Pedro Sánchez.

Lo de la investigación judicial de la dana no sabemos cómo terminará. Pero si algo queda claro es que al sanchismo no le molestan todos los jueces.

A la jueza de Catarroja, por lo que sea, no la critican. A la jueza que está indagando en qué pudo hacer mal la administración del PP en Valencia, Moncloa no la acusa de lawfare, ni de tener determinadas simpatías o fobias políticas.

Al actual gobierno, (ese que está atrincherado en Moncloa), los únicos jueces que le molestan son los que le investigan a él. Y esa es una de las líneas rojas que se han traspasado en los últimos años y que nos han llevado a este “momento bisagra” en el que lo viejo todavía no ha acabado de morir y lo nuevo no ha acabado de nacer, pero en el que sí se vislumbra, más que nunca, el agotamiento de un ciclo político.