Bianca Thoilliez, profesora de Teoría de la Educación: "Un niño al que nunca se le deja pelear una batalla pequeña, mañana no sabrá librar las grandes"
La reciente victoria de Alcaraz y unas palabras de Antonio Garamendi encienden el debate sobre el mérito y la recompensa en la sociedad actual
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Madrid - Publicado el - Actualizado
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La reciente victoria de Carlos Alcaraz en el torneo de Tokio ha trascendido lo deportivo para avivar un debate social. Todo surge a raíz de unas declaraciones de Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, quien en un debate sobre la reducción de la jornada laboral utilizó al tenista como ejemplo de la cultura del esfuerzo, en contraste con el lema "hay que trabajar menos para vivir mejor".
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El esfuerzo en la sociedad, por Bianca Thoilliez | Laboratorio de Ideas
El análisis de esta controversia ha tenido lugar en el programa 'Herrera en COPE', dentro de la sección ‘Laboratorio de ideas’, con la participación del presentador Jorge Bustos y la profesora Bianca Thoilliez.
La experta ha señalado que la frase de Garamendi "tiene fuerza", pero ha reconocido que ha generado rechazo en parte de la sociedad, que argumenta que el propio Alcaraz valora el descanso y que en el entorno laboral a menudo "vale más ser amigo del jefe que esforzarse".
Las dos caras del esfuerzo
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Para Thoilliez, la crítica tiene fundamento, ya que "el esfuerzo no puede convertirse en un dogma moralizante que lo explique todo". Sostiene que es injusto culpar únicamente al individuo por la falta de progreso, ignorando variables como la precariedad, la conciliación imposible o los enchufes. Esta visión choca con un discurso político que presenta el esfuerzo como algo "sospechoso" y aboga por rebajar la exigencia.
La profesora propone rescatar el concepto de estas dos caricaturas: ni como un "mantra vacío que justifica la precariedad" ni como un "enemigo del bienestar". En su lugar, lo define como "una condición para crecer, para madurar, para aportar".
El debate llega a las aulas
Este dilema tiene un claro reflejo en la educación, donde se ha extendido lo que algunos expertos denominan la pedagogía del trauma. Aunque nace de la necesidad de apoyar a niños con dificultades reales, su generalización está convirtiendo la escuela en un "espacio terapéutico" que rebaja la exigencia para todos, tratando a los alumnos como si fueran frágiles por defecto.
Niños sentados en el patio de un colegio en Lorca
Frente a este modelo, Thoilliez recupera las ideas del psicólogo Alfred Adler, quien afirmaba que "el ser humano no se define por el daño recibido, sino por el propósito hacia el que camina". Desde esta perspectiva, el papel del profesor no es bajar las expectativas, sino animar al alumno a intentarlo, recordándole que su esfuerzo importa y que la frustración es necesaria para madurar.
Un niño al que nunca se le deja pelear una batalla pequeña, mañana no sabrá librar las grandes"
Profesora
Evitar sistemáticamente las dificultades a los hijos, aunque parta de una buena intención, "les robamos la oportunidad de aprender a superarlas". Como resume la experta, "un niño al que nunca se le deja pelear una batalla pequeña, mañana no sabrá librar las grandes".
El problema de los referentes
La conclusión es que es necesario un equilibrio entre exigencia y acompañamiento. Campeones como Alcaraz simbolizan una cultura del esfuerzo que no debe menospreciarse. Sin embargo, este mensaje choca con una realidad donde la corrupción y el nepotismo son noticia frecuente.
Este contexto genera una profunda desconfianza. El mensaje que cala es que el mérito no sirve y que lo importante es "tener un padrino o dar con el buen atajo". Thoilliez concluye con una reflexión crítica: "Si los que llegan arriba no lo han hecho ejemplarmente, ¿cómo pedir a nadie que se esfuerce?".
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.