Una vecina de Plasencia se marcha de viaje y lo que consigue allí deja a su marido sin palabras: "Estaba alucinado"
Esta 'Fósfora' nos ha respondido al tema del día que hemos planteado en el 900.50.60.06
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En el 900.50.60.06 queremos, en este caso, que nuestros 'Fósforos' nos hablen sobre antojos curiosos que tienen. Isabel es la primera oyente en charlar con nosotros. Dice que, en su segundo embarazo, le dio por las banderillas picantes. Todas las semanas "me iba al mercado, me compraba mi bote de kilo de banderillas y me ponía morá. Me dio por eso".
La historia de Paqui también es muy particular. Explica que, en su primer embarazo, le dio por hacer sopas de fideos de cabello de ángel. Pero en Córdoba. Y en verano. Conforme las comía, "las vomitaba y las echaba por la nariz. Pero luego me hacía seguidamente otra sopa. Siempre me ha gustado mucho".
María Isabel, también durante su segundo embarazo, tuvo un antojo muy raro. Salieron las pipas tijuana y "me compraba cuatro o cinco paquetes al día. En 9 meses, imagínate cómo me quedó la lengua. El representante de las pipas me quiso conocer. Era como una droga. Me despertaba y me bajaba corriendo a comprar". Después del embarazo, se acabó. Ya no tenía ese antojo. Desapareció.
"comía hielo del congelador con una cuchara"
También responde al tema del día otra 'Fósfora' llamada Nuria. Es de Plasencia. Tiene dos hijos y, a las tres de la mañana, se ponía a comer peras como una loca. Durante los dos embarazos. Pero, más allá de eso, cuenta que (también embarazada) se marchó de viaje. Buscó una panadería. Y sin GPS. Se guio por el rastro (su olfato). Y encontró la panadería. "Mi marido alucinado. Decía: ¿cómo es posible? Embarazada se me metían todos los olores".
Panaderia, archivo
Estéfano es búlgaro. Su mujer, con su primer embarazo, cogía hielo del congelador y se lo comía. Raspando con una cuchara. Y cuando se acababa, "también iba a casa de mi vecina y le pedía hacer lo mismo. En el segundo embarazo le encantó comer guindillas".
El siguiente 'Fósforo', llamado Adrián, nos llama desde Cartagena. Tiene 3 niños. Su mujer no soportaba el pescado. Hasta que se quedó embarazada. En el último embarazo, de hecho, le dio por comer patas de cangrejo.
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Descubrimos más antojos curiosos. Como el de Pepa. Estaba en el Sáhara. Entraron a la residencia de militares (porque su marido era militar). Allí vio "como un hombre se echaba un vasito fresquito. Terminamos de hablar y cuando llego allí no podía dejar de pensar en el vaso del agua. Mi marido me consiguió esa botella de la nevera. Eran las 3 de la mañana".
Por último, recogemos el testimonio de María. Dice que, a sus 23 años, se levantaba cada 3 horas a comer ensaladilla. Las perrunillas también le gustaban mucho.