Francesc Núñez, sociólogo "Nuestra agenda con amigos parece un plan de empresa"

En la era de la hiperactividad, los encuentros con amigos han dejado de ser espontáneos para convertirse en eventos que requieren una cuidadosa coordinación. Es lo que los anglosajones han bautizado como la ‘catch up culture’, una cultura de “ponerse al día” en lugar de compartir la vida de forma continuada. La sensación es que, "con tanta programación y tanto mirar el calendario, nos hemos cargado la gracia de la amistad", y lo que antes era un acto de disfrute ahora se asemeja a una simple actualización de estado, como pulsar F5 en un ordenador.

Una agenda como plan de empresa

El sociólogo de la Universitat Oberta de Cataluña, Francesc Núñez, sostiene que el problema principal ha sido un cambio en la percepción de nosotros mismos. Según el experto, "nuestra agenda es más un plan de empresa que otra cosa". Esta mentalidad, que puede ser útil en el ámbito profesional para gestionar el tiempo con eficiencia, se convierte en un problema cuando se traslada a la esfera personal.

En los amigos las cosas no se deben, son gratis"

Francesc Núñez, sociólogo

El error, según Núñez, es que hemos empezado a vernos como "capitales que hay que invertir, producir y recoger". Cuando esta lógica se aplica a la amistad, el amor o la familia, se desvirtúa su naturaleza. "Acabamos convirtiendo en una especie de gestión empresarial lo que no lo debería de ser de ninguna manera", explica, ya que se contradice con la esencia misma de la amistad.

Hombres y mujeres, ¿amistades distintas?

El debate también ha puesto de manifiesto las diferencias en la forma de relacionarse entre hombres y mujeres. Mientras ellas tienden a repasar "cada uno de los detalles" y las sensaciones, ellos suelen ser más generales y no entran tanto en el detalle de lo que les ocurre en su vida. "Nosotras nos contamos hasta las cosas más pequeñas", mientras que los hombres son "un poco más simples, entre comillas", y no están "tanto en el apuro, en el, incluso en el cotilleo".

Según Francesc Núñez, esta distinción tiene una raíz histórica. Las mujeres han valorado tradicionalmente las relaciones personales y afectivas como un pilar para "la solidaridad y para sentirte seguro en el mundo". En cambio, los hombres, históricamente, se han dedicado más a "dominar el mundo, a aumentar nuestro poder sobre las cosas", en ocasiones "a costa de la dominación del género femenino".

El espejismo de las redes sociales

Aunque este fenómeno se ha asociado tradicionalmente a las grandes ciudades, donde el anonimato y la distancia dificultan los encuentros espontáneos, Núñez advierte de que "se está generalizando mucho esta actitud". Incluso en pueblos y ciudades pequeñas se está perdiendo la costumbre de encontrarse sin necesidad de haber quedado, y todo se está convirtiendo también en una agenda.

Falta el cuerpo, faltan las emociones, falta la implicación personal"

Francesc Núñez, sociólogo

Las redes sociales contribuyen a crear lo que el sociólogo califica como una "ficción". Un breve contacto por WhatsApp o TikTok puede dar una falsa sensación de conexión, pero es una interacción en la que "falta el cuerpo, faltan las emociones, falta la implicación personal". El verdadero problema surge cuando estas interacciones digitales, que surgieron como un sustituto, "se han convertido en una preferencia" a los encuentros cara a cara.

En definitiva, la gran queja del ser humano contemporáneo es la falta de tiempo, pero esta escasez nos ha vuelto "tacaños con el tiempo", en palabras de Núñez. Como consecuencia, los encuentros con amigos se convierten en "una especie de estado de, vamos a ponernos al día", un intercambio de información casi económico donde a veces se escucha la frase "me debes una". Una idea que choca frontalmente con la naturaleza de la amistad, porque, como recuerda el sociólogo, "en los amigos las cosas no se deben, son gratis".