El precio al que Shein tendría que poner sus artículos de ropa si España aprueba esta ley de Francia: mucho más de lo pensado

La ley también prohíbe que las aplicaciones de "Ultra Fast Fashion" puedan ser publicitadas

César Bernal

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A partir del próximo año 2026, las camisetas a 3 € y los vestidos que cruzan medio planeta en una semana, van a tener que pagarse a su precio real, el medio ambiental. La publicidad de marcas de moda ultra low cost va a quedar prohibida y cada prenda que no dure, que contamine o que nazca en una cadena opaca, va a pagar una ecotasa de hasta 10 euros por artículo.

Afortunadamente para algunos, no hablo de España, te hablo de la innovadora ley que acaba de aprobar el Senado en Francia. Ana Pociño, influencer del perfil de Instagram “Mi vida más sostenible”, se pasa por Fin de Semana, para explicar las implicaciones que va provocar esta reforma en el país galo y si dicha ley podría acabar aplicándose en España. Posteriormente, Beatriz Pérez Otín entrevistaría a Miriam Ponce de León, fundadora de la marca Moti, empresa encargada de terminar con el desecho de ropa.

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El menú de inicio de Shein

¿Este es el mundo que queremos dejarle a nuestros hijos?

En nuestro país, ya es obligatorio reciclar la ropa desde enero de 2025, pero de momento, recibir una falda fabricada en Asia en menos de 48 horas sigue siendo posible, así como factores como las manos explotadas que cosen a destajo para que podamos estrenar ropa cada semana, que aún no se tienen muy en cuenta, sin embargo, esta ley ya nos hace ser optimistas con un cambio a corto plazo, en relación a las aplicaciones de ropa que no tienen en cuenta el medioambiente en España.

A pesar de que la legislación ayudaría, el principal cambio tiene que estar en nuestra mente, como le ocurrió a Ana: “El gran punto de inflexión fue cuando me convertí en madre. De repente, toda esa teoría que llevaba estudiando desde la carrera, las predicciones del futuro sobre el cambio climático, dejaron de ser una cosa teórica para convertirse en el mundo real en el que vivirían mis hijas”, de esta manera explica nuestra protagonista una de las decisiones más duras de su vida: solo comprar ropa de segunda mano.

Un proceso para el que las redes sociales fueron clave: “Me ayudó mucho a dar el paso, empezar a ver en redes sociales, personas comunes y corrientes, que compraban de segunda mano y lo contaban como algo muy natural”, contaba Ana. Un proceso duro emocionalmente, pero que merece la pena. Un proceso de lucha contra la dopamina que provoca estrenar ropa, pero que te permite sentir la satisfacción de poner tu granito de arena al no apoyar negocios que van  en contra de tus valores. Sin embargo, a pesar de tratarse de un hábito que en España empezó a surgir en los años 80, sigue habiendo un tabú enorme que desmontar: “Es increíble la cantidad de ropa pues prácticamente nueva, incluso con etiqueta que hay”, contaba la "influencer".

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Ropa en el supermercado Costco

La ley contra el “Fast Fashion”

Es el inicio de la “desaparición” de aplicaciones como Shein o Temu, ya que no podrán ser publicitadas, la forma que les permitía llegar a más gente, gracias a las redes sociales. A todo esto, desde su aprobación, la ley ha decretado un impuesto de 5 euros por prenda en cada compra. Un impuesto que en 2027 llegará a los 10 euros.

Una reforma que busca reducir la elevada contaminación provocada por la producción, el transporte y los tejidos, entre otros factores. Así lo explica Ana: ”Si vamos a una prenda que está hecha con fibras sintéticas, como el poliéster, pues ahí tendríamos que estar pensando en la extracción del petróleo, los procesos químicos y sobre todo en su uso, cuando la lavamos, están liberando muchos micro plásticos al medio ambiente que llegan al ecosistema porque las depuradoras no son capaces de retenerlos”. Pero claro, ¿qué podemos hacer nosotros? Nuestra experta lo tiene claro: acabar con el usar y tirar.

Proyectos con el fin de acabar con el desecho de ropa

Cada año se desechan 92 toneladas de residuos textiles en todo el mundo, un millón si hablamos solo de España. Para luchar contra este problema, surgen proyectos como Moti, empresa encargada de darle un lugar a la ropa que no se ha logrado vender. Su fundadora, Miriam Ponce de León, tras 10 años trabajando en grandes empresas de moda, decidió “tirarse a la piscina”, al colaborar con una empresa que trabajaba el cáñamo salvaje en Nepal. Un cambio en el que pudo ver la situación de un país en el que la electricidad no es una garantía: “Ese podríamos decir que era el origen de de Moti. Pura inspiración y ahora Moti aprovecha lo que otros desechan”, contaba Miriam, describiendo el punto de inflexión que sufrió para acabar fundando Moti.

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Imagen de la dependienta de una tienda de ropa

La falta de empresas que hagan de intermediarias entre el producto reciclado y el consumidor, es la gran clave para evitar tirar ropa y la forma de actuar de su empresa: “Es como un win win, porque el fabricante da salida y hace espacio, lo cual muchas veces es muy tedioso”. Otro de los factores que define a Moti, es la cercanía de sus proveedores, Francia e Italia, uno de los grandes problemas que han llevado al país galo a tomar esta decisión.

El modus operandi de la compañía es claro: “Lo que hacemos es que recibimos el tejido en nuestro taller en Madrid, hacemos una sola muestra, la fotografiamos y la lanzamos a la venta”, explica la empresaria. Un proceso en el que solo 800 prendas al año entran en juego, asegurando calidad en el producto. Ahora solo nos queda ver la eficacia de esta medida y la reacción del resto de países.

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