Un "¡Viva el Rey de España!" retumbó en la plaza de Las Ventas durante la lidia del quinto toro. Madrid, su afición taurina, respondía así a la presencia de Felipe VI en el Palco Real. Su primera Beneficencia. Ojalá que la primera de otras muchas y seguidas en el tiempo. La Fiesta tiene en nuestra Monarquía un asidero donde amarrase en estos tiempos donde las deserciones se cuentan por numerosas.

Lástima que el rey de la Fiesta, el toro, no asomase por chiqueros. Salió el toro, si, claro, obviamente. Pero no el toro bravo y encastado que todos esperábamos de Victoriano Del Río. Aún perduraban ciertos ecos de su corrida isidril. Hoy falló Victoriano. Solo uno de sus toros, el cuarto, el de mayor pesaje, fue el único que medio se dejó meter mano. 

Este cuarto fue el padre de la corrida entera del hierro madrileño. 633 kilos de animal coronados por dos velas. El toro rompió a bueno en la muleta. Clase y humillación por el pitón derecho. Le cogió perfectamente el sitio y la distancia El Juli. Rotundas dos tandas en redondo. Pero al toro se le acabó después la gasolina. Fue entonces cuando emergió la condición de figura del torero madrileño. Cruzado al pitón contrario, con los pitones rozando la banda de la taleguilla. Un arrimón para extraer de uno en uno los pases que tenía el toro. Al natural los hubo de un trazo enorme. Fallaba la ligazón, pero no la emoción del sitio que pisaba el diestro. La estocada, marca de la casa, trasera tras salirse de la suerte. Muerte lenta del toro de Victoriano. La oreja cayó por mayoría aplastante. Justo el premio.

El primero del lote de El Juli salió dando coces del primer encuentro con el caballo. No así en el segundo, donde empujó con riñones metiendo la cara abajo. Sin embargo, en la faena de muleta nunca rompió hacía adelante. Medias embestidas y todas sin clase ni ritmo. El Juli se puso por los dos pitones en una faena plana.

Todo el mundo estaba viendo que el castaño salpicado que hizo segundo estaba derrengado de los cuartos traseros. Todos no. El presidente decidió aguantarlo tras su paso por el caballo. Pero no tuvo más remedio de asomar el moquero verde tras el primer capotazo para poner en suerte al toro en banderillas. El sobrero de Domingo Hernández tuvo comportamiento de bravo en las dos varas que tomó. El fuelle se le acabó pronto en la muleta. Hubo nobleza, pero faltó chispa y continuidad. Tampoco gustó el toreo periférico de José María Manzanares, que no terminó de apretar el acelerador.

El quinto fue un toro bajo de raza y lastrado por su falta de fortaleza. Manzanares se embaucó en una faena de tiralíneas entre las protestas del público.

Alejandro Talavante abrevió con su primero, un animal mentiroso que rompió a embestir con genio en el último tercio. Más violencia que entrega. Pero pronto cantó la gallina. Buscó el refugio de tablas y no dudó Talavante en irse tras de la espada.

Para completar un lote de escasas prestaciones, Talavante se estrelló de bruces con otro toro alejado de cualquier cualidad parecida a la bravura. Nada de nada donde rascar.

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FICHA DEL FESTEJO 

Madrid, viernes 16 de junio de 2017. Corrida de Beneficencia. Lleno de ‘No hay billetes’.

Cuatro toros de Victoriano del Río y uno de Toros de Cortés (3º), bien presentados pero muy desiguales de hechuras y remates. Conjunto manso, bajo de raza y flojo. Sólo el cuarto dio buen juego. Un sobrero de Domingo Hernández (2º bis), noble pero soso y sin fuelle.

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El Juli, silencio y oreja.

José María Manzanares, silencio tras aviso y silencio.

Alejandro Talavante, silencio y silencio.

Incidencias: El Rey Felipe VI presidió la corrida desde el Palco Real de Las Ventas, acompañado del Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo; la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes; el consejero de Presidencia, Justicia y Portavocía del gobierno autonómico, Ángel Garrido; y el matador de toros Curro Vázquez.