Muchas veces es falta de tiempo lo que nos impide poner el foco en los sentimientos de los pequeños. Si el niño se aburre y da el follón, se le busca rápida una ocupación para poder seguir con las tareas de adultos. Sin embargo, que los niños tengan periodos de aburrimiento es incluso bueno. Así, lo defiende Javier De Haro.

El psicólogo y educador apuesta por trabajar de una forma más concienzuda la inteligencia emocional tanto en el hogar como en el ámbito educativo. Lo considera clave para el buen desarrollo de los pequeños y un gran valor añadido para la edad adulta. Se puede trabajar y nos ofrece unas pautas para poder hacerlo.

Qué es la inteligencia emocional

De Haro explica para empezar en qué consiste. "Está en todo, porque siempre vamos a sentir cosas y tenemos que saber afrontarlo. Podríamos definirla como la capacidad que tenemos para reconocer nuestras emociones y las de los demás y saber actuar en consecuencia. Ser funcionales".

Es un terreno en el que hace décadas no había ni debate, pero todavía reconoce el especialista, queda mucho por hacer. "Nunca es tarde para mejorar. El yo soy así, nos hace mucho daño, porque todo se puede cambiar. Con los niños el primer consejo es dejarlos sentir; aburrimiento, tristeza, frustración. Hoy día parece que queremos poner parches a las emociones y para saber gestionarlas tienen que sentirlas".

No debemos pedir control a los menores en las edades más tempranas. "Nos cuesta porque queremos que sean responsables de sus emociones, pero hasta los 5-6 años son pura emoción. Está bien decirles que les dejen sentir, pero los adultos debemos ser racionales. Cuando hay una rabieta nos enfadamos y muchas veces estamos en su mismo estado emocional. Hay que acompañarles y que aprendan de esas emociones".

Jugar a reconocer sentimientos

Hay que entender que son pequeños. "Una pauta sería entender que hay como 5 áreas específicas. "Hay una fundamental que es el autoconocimiento y pasa en niños y también en adultos. Puede que haya algo que nos debería enfadar y nos ponemos tristes, porque no sabemos reconocer bien lo que nos pasa. El primer consejo es ayudarles a identificar sus emociones a través de cuentos, películas o juegos".

En las aulas también es fundamental que se trate. "Queremos preparar a los niños para ser adultos y miras el mercado laboral y las cosas ya no son como antes, ya no vale con un curriculum y un expediente. Ahora muchas empresas miran las competencias emocionales, porque vas a tener que trabajar en equipo, gestionar el estrés o resolver conflictos y es tan importante o más que las notas. Debería trabajarse en las aulas".

Otros consejos

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De Haro tiene claro las tres claves para los adultos que tienen niños a su cargo. "Daría tres consejos básicos. El primero es que pedimos a los niños que sepan controlarse y a veces no sabemos hacerlo nosotros y ellos observan. Somos el termómetro de los críos. Aprenden de nosotros y antes de pedirles a ellos debemos mirar cómo gestionamos nosotros".

El segundo consejo es "enseñarles que si estoy enfadado, cómo debo actuar para gestionar correctamente". Y por último, la inteligencia emocional tiene mucho que ver con la empatía con el hacer cosa por los demás, cuidar a los demás, ayudar en casa. Hay que potenciarlo desde pequeños, que pidan perdón, que colaboren". Expresar sus sentimientos es importante para ir creciendo en salud.