La pasión hecha arte: Cartagena saca su alma en la Magna Procesión California

La Semana Santa de Cartagena no es solo una cita con la tradición, es una manifestación viva de fe, arte y emoción colectiva que cada año transforma la ciudad en un escenario de recogimiento y belleza. Calles que se llenan de luz, de música, de incienso y de historia; corazones que laten al compás de los tambores y de la devoción profunda que une a generaciones enteras.

Este 2025, una vez más, la ciudad portuaria ha vuelto a vivir con intensidad cada jornada, con momentos inolvidables como el traslado de los Apóstoles, que este año pudo celebrarse con normalidad y fervor, y, por supuesto, con la Procesión Magna de los Californios, una de las citas más esperadas y queridas por cofrades y visitantes. Una Magna Procesión que deslumbrará hoy a cartageneros y visitantes.

La noche de la Magna Procesión Californiana es, sin duda, una de las más espectaculares del calendario. En ella, se despliegan todos los tronos del patrimonio californio, desde la Santa Cena hasta la Sentencia de Jesús, pasando por escenas tan impactantes como el Lavatorio de los Pies, la Oración en el Huerto, el Beso de Judas, el Prendimiento o la Flagelación. Es una representación cronológica, artística y profundamente espiritual de la Pasión de Cristo, con tronos ricamente decorados, flores, luces, y una puesta en escena que conmueve al más indiferente.

la madre de los californios

Entre los protagonistas indiscutibles de la noche está la Virgen del Primer Dolor, considerada por muchos como “la madre de los californios”, a la que Cartagena entera mira con devoción. Su salida en la Magna procesión es uno de los momentos más intensos, marcados por el silencio, las lágrimas contenidas y los aplausos espontáneos.

En medio de esta impresionante procesión destaca un trono muy especial: la Santa Cena. No solo por su valor artístico, ni por la belleza de su escena, sino porque representa algo único en la Semana Santa española —y posiblemente mundial—: una Última Cena representada con alimentos reales.

Cada año, vecinos anónimos y establecimientos locales donan los productos que se colocan sobre la mesa del trono: cordero pascual asado, doradas, frutas frescas, pan, vino y dulces tradicionales, preparados con mimo para dotar de realismo y simbolismo esta escena esencial del Evangelio.

Lo más hermoso de esta tradición es lo que sucede después: toda esta comida es entregada, al día siguiente, a la Hospitalidad de Santa Teresa, que la distribuye entre personas sin hogar y familias vulnerables. Un gesto que une arte, espiritualidad y compromiso social, y que transforma la representación en acto de amor real.

Pero más allá del esplendor de los tronos, Cartagena se distingue por el alma que pone en cada paso, por la forma en la que la tradición se ha transmitido con orgullo y por cómo ha sabido sumar nuevas generaciones sin perder la esencia.

La Semana Santa de Cartagena es una experiencia que va mucho más allá de lo estético o lo religioso. Es historia compartida, es emoción colectiva, es arte y es también solidaridad silenciosa, como lo demuestra la Santa Cena. Una ciudad que, año tras año, no solo saca su patrimonio a la calle, sino también su corazón.

Mañana la cofradía california tendrá su última procesión del 2025.