Un cartel en un garaje de Bilbao advierte de lo que ha hecho un vecino y que puede suponer 1.500 euros de multa

La disputa entre una comunidad de vecinos de la capital vizcaína es el reflejo de un problema bastante común en la conocida como Aste Nagusia o Semana Grande

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Interior de un garaje de España

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Lo que comenzó como una mañana rutinaria en un garaje comunitario de Bilbao terminó convertido en un fenómeno viral. Un vecino, al acudir a su plaza de aparcamiento, se encontró con un regalo indeseable: un charco de orina en la esquina. La respuesta no se hizo esperar. Un cartel manuscrito, colocado con ironía y firmeza, advirtió al infractor: "Esta esquina no es un baño público. Si le urge, hágalo en su trastero. Hay que ser civilizado".

La nota, compartida por la popular cuenta @LiosdeVecinos en X (antes Twitter), acumula miles de reacciones y destapa un debate incómodo: el de los incívicos que convierten espacios compartidos en meaderos improvisados, una práctica que, según la normativa local, puede costar hasta 1.500 euros de multa.

 El precio de la desfachatez

El caso del garaje bilbaíno no es un hecho aislado. Durante las fiestas de Aste Nagusia, el Ayuntamiento despliega más de 250 baños públicos para evitar estos episodios, pero la costumbre de orinar en portales, esquinas o incluso contra las fachadas de las txosnas persiste. Izaskun Pinedo, comparsera de Pinpilinpauxa, lo resume con crudeza: "No somos críos de cinco años. Sabemos cuándo nos aprieta la necesidad, pero algunos prefieren mear contra una barra antes que esperar 30 segundos. Las consecuencias son palpables: maderas de estructuras festivas corroídas por la orina, olores nauseabundos y vecinos hartos de limpiar los desechos ajenos.

EFE

Cabezudos en la Semana Grande de Bilbao

El Consistorio ha intentado atajar el problema con campañas como "Bilbao es tu casa", que en 2018 repartió pegatinas con el lema "Con tres litros de vejiga, ¡aguantas!". Sin embargo, la medida ha resultado insuficiente. Pablo Fraile, coordinador de la comparsa Sin Kuartel, señala que incluso con baños disponibles, "la gente sigue prefiriendo la esquina oscura", dejando tras de sí un rastro de daños y gastos de limpieza. Y aunque los hosteleros intentan proteger sus locales con vallas y espartos, como relata Raúl Alonso, dueño de una cervecería en el Casco Viejo, el problema se repite cada año: "A las 00:00, los contenedores se convierten en urinarios. Es dantesco".

 Un cartel que resume la indignación vecinal  

Frente a esta falta de civismo, el anónimo vecino del garaje bilbaíno optó por una respuesta tan sencilla como efectiva: un cartel que mezcla el reproche con el humor. La viralidad de su mensaje revela una frustración compartida por muchos. "No es tan difícil pensar en los demás", comentaba un usuario en redes. Otros, más pragmáticos, sugieren medidas drásticas, como instalar cámaras de vigilancia, aunque esto conlleva sus propios riesgos: la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) sanciona con hasta 600.000 euros las grabaciones ilegales en espacios privados.

Lo curioso del caso es cómo una nota pegada en un garaje ha logrado lo que años de campañas municipales no consiguieron: visibilizar el problema con una dosis de ingenio. El tono del mensaje, sin insultos, pero con un punto de sarcasmo, ha resonado en miles de personas que han sufrido situaciones similares. Desde comunidades de vecinos donde los ascensores huelen a meado hasta parkings convertidos en "baños de emergencia", el incivismo parece no tener límites.

 Convivencia y humor: las armas contra el incivismo  

Más allá de la anécdota, el episodio plantea una reflexión sobre la convivencia en espacios compartidos. Como señalan expertos en mediación vecinal, la comunicación clara y el respeto son clave para evitar conflictos. El vecino de Bilbao lo demostró: en lugar de una queja formal o una denuncia, optó por un recordatorio directo pero educado. Y funcionó.

El cartel, ahora famoso en redes, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra los malos hábitos urbanos. Mientras, en Bilbao, algunos se preguntan si el autor será el mismo que años atrás colocó un "Se restauran niños" en un colegio —uno de esos carteles surrealistas que el periodista Pablo Linde recopiló en sus viajes—. Bromas aparte, el mensaje es claro: la ciudad es de todos, y mantenerla limpia es responsabilidad de cada uno.

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