La croqueta es un manjar para muchos y es raro que un hogar no sea uno de los platos más demandados por pequeños y adultos. Pueden ser de distintos tamaños, formas y sabores según su relleno pero también pueden tener distinta consistencia.

Existen las croquetas cremosas que se deleitan porque al fundirse "llenan " un poquito más la boca o por ej. hay otras que son casi líquidas por dentro y que "explotan" al ser mordidas y son más efímeras.

Redondas, alargadas, cuadradas, en triángulo, etc...

De jamón, bacalao, queso, pollo, huevo, chipirones, carrilleras, txistorra, verduritas y ¡ hasta de chocolate! . La lista sería muy larga porque está abierta a la imaginación. De hecho antiguamente las croquetas acogían las sobras de otras comidas para no desperdiciarlas.

Su nombre deriva del verbo croquer (crujir) y de su variante femenina -en diminutivo- croquette (sería al traducir algo como “crujientita”). Sin embargo, su popularidad se extendió rápidamente por todo el territorio español, los Países Bajos y Sicilia.

La fecha de su nacimiento aún no se ha verificado. Hay quienes dicen que fue una idea del aristócrata francés Louis de Bechamel, encargado de la cocina del rey Luis XIV en el año 1619 y otros le atribuyen el invento gourmet al fundador de la cocina clásica, Monsieur Escoffier, en 1898. Lo que sí sabemos es que es de origen francés.

Cuando Antonin Cáreme, decidió presentar un plato de croquetas en un banquete para el príncipe regente de Inglaterra y el Gran Duque Nicolás de Rusia este plato maravilló tanto a los nobles que el plato fue bautizado con el nombre de "Croquettes à la royale".

Este día internacional de la croqueta es la excusa ideal para disfrutarlas.