Un psicólogo revela por qué nunca debemos dejar de aprender para tener una vida plena: "Siempre, siempre, siempre es posible aprender cosas nuevas"
El psicólogo Alfonso Echávarri destaca que aprender va más allá de lo profesional y abarca desde la gestión emocional hasta las relaciones interpersonales
Pamplona - Publicado el
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La formación no es un capítulo que se cierra con la educación obligatoria, sino un proceso constante y vital a lo largo de toda la vida. Así lo ha explicado el psicólogo, biólogo y director del Teléfono de la Esperanza, Alfonso Echávarri, en una entrevista en COPE Navarra, donde ha subrayado la importancia de seguir aprendiendo como una herramienta de desarrollo integral para el ser humano.
Este aprendizaje va mucho más allá de la actualización profesional o técnica, aunque también la incluye. Según Echávarri, la verdadera formación consiste en “propiciar en la persona posibilidades de desarrollo integral, tanto intelectual como humano, social y profesional”. El objetivo es cultivar valores, fomentar un pensamiento crítico y creativo, y mejorar la calidad de nuestras relaciones.
Habilidades para la vida diaria
Uno de los grandes déficits formativos en la sociedad actual se encuentra en las habilidades interpersonales. El experto señala que pocas personas han sido formadas en algo tan fundamental como la escucha activa. “Escuchar no solo es entender lo que otra persona dice o no es esperar a que otra persona termine de hablar, eso se llama educación”, ha aclarado Echávarri, quien defiende que se trata de una conducta que se aprende.
Sabemos lo que es un límite, sabemos poner límites"
Del mismo modo, existen otras capacidades clave que requieren un aprendizaje consciente, como diferenciar la empatía de la simpatía, saber pedir lo que necesitamos de forma asertiva o establecer barreras saludables en nuestras relaciones. “¿Sabemos lo que es un límite, sabemos poner límites?”, ha planteado el psicólogo como una de las grandes preguntas pendientes para muchas personas, independientemente de su edad.
Esta formación también es crucial para la gestión de la salud mental. Echávarri ha puesto como ejemplo la importancia de saber qué es una depresión y, sobre todo, “qué no decir a una persona con un trastorno depresivo para no generar más daño”. Aprender a manejar el estrés es otra de las competencias que, según el director del Teléfono de la Esperanza, puede y debe entrenarse.
Un cerebro activo a cualquier edad
La necesidad de formarse no entiende de jubilación. De hecho, Echávarri ha animado especialmente a las personas jubiladas a no abandonar el aprendizaje, ya que es una vía para mantenerse activos, motivados y conectados con la vida. Lejos de la idea de que todo está hecho, ha insistido en que siempre queda mucho por descubrir y aportar.
Siempre, siempre, siempre es posible aprender cosas nuevas"
Actividades como un curso de cocina, ha ejemplificado, no solo enseñan una técnica, sino que fomentan la socialización, la creatividad y sacan a la persona de casa. El psicólogo ha defendido la importancia de elegir formaciones que gusten y completen a la persona, convirtiendo el aprendizaje en un disfrute. “Siempre, siempre, siempre es posible aprender cosas nuevas”, ha sentenciado.
El valor de la formación
Echávarri también ha reflexionado sobre cómo la perspectiva del tiempo cambia la percepción de la formación académica obligatoria. Lecturas que en su día pudieron parecer tediosas, como leer El Quijote a los 12 años, pueden ser la semilla que, con el tiempo, ha configurado “un sistema de pensamiento, el amor por la lectura o la creatividad”.
En este sentido, ha destacado los enormes beneficios cognitivos de la lectura, que “estimula los procesos de memoria, de razón, de conexión neuronal y previene frente a trastornos neurodegenerativos”. Por ello, ha animado a redescubrir clásicos como El Quijote, una obra que ha calificado de “genial” y que puede disfrutarse plenamente en la edad adulta.
Finalmente, como formador, Echávarri ha recalcado la responsabilidad que implica su labor, especialmente en temas tan delicados como la prevención de conductas suicidas. Ha afirmado que el respeto por los asistentes le obliga a “dar lo mejor” de sí mismo, delimitando claramente su vida personal para ofrecer una enseñanza de calidad y sin cargas añadidas.
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