Cuando el olivo navarro se reinventó: la historia de éxito de la cooperativa que produce el 40% del aceite de la región

Trujal Mendía afronta el futuro con más de 5.000 socios, apostando por la innovación sin perder la tradición

Luis Echenique

Pamplona - Publicado el

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En el marco de la celebración del Día Mundial del Olivo, que se conmemora cada 26 de noviembre, Navarra reivindica su valiosa tradición olivarera. Un sector representado por proyectos como Trujal Mendía, la cooperativa más grande de la comunidad foral, que ha sabido conjugar cultura, paisaje e innovación para mantener vivo el legado de uno de los cultivos más emblemáticos del Mediterráneo.

Una historia de unión y crecimiento

Fundada en 1992 a partir de la unión de 22 antiguos trujales, Trujal Mendía nació en un momento en que el olivar era un cultivo "totalmente marginal" en Navarra, según recuerda su presidente, Pedro Luis González. El objetivo era hacerse más fuertes y revitalizar un sector en declive, pasando de molturar 1,6 millones de kilos en su primer año a gestionar "hasta los 10 o 12 millones que estamos ahora".

Hoy, la cooperativa agrupa a más de 5.000 socios y es responsable de cerca del 40% de la producción de aceite navarro. González atribuye este éxito a "un equipo excepcional" y al esmero de los olivicultores. La modernización también ha sido clave, evolucionando desde la recogida manual y el vareo tradicional a los actuales vibradores con paraguas y los sistemas de cultivo en seto, que permiten una recolección mecanizada y eficiente.

Arróniz, la variedad que define un territorio

El 85% de la producción se centra en la variedad Arróniz, autóctona de la zona y perfectamente adaptada a las condiciones de la Zona Media de Navarra. Pedro Luis González explica que su cultivo tiene una frontera natural marcada por las sierras de Loquiz, Andía, el Perdón y Leyre, donde la mezcla de climas mediterráneo, atlántico y continental le confieren un carácter único. La calidad del producto final, asegura, es una constante: "llevamos ya una tónica de muchos años de sacar un aceite excelente".

El proceso de elaboración es fundamental para garantizar esa excelencia. Toda la aceituna recogida durante el día se procesa en la misma jornada para preservar sus propiedades. Tras su lavado y molturación, la pasta pasa por un proceso de batido y extracción en frío que culmina con la decantación y el filtrado, obteniendo un aceite limpio y nítido listo para su envasado. Incluso el subproducto, el alperujo, se aprovecha como combustible tras extraerle el hueso.

Los que ya pintamos canas y nos acercamos a los 60, en teoría somos los jóvenes del trujal"

Pedro Luis González

Presidente de Trujal Mendía 

La amenaza del relevo generacional

Pese al éxito, el sector se enfrenta a un gran desafío: la falta de relevo generacional. "No está bien, se hace con cuentagotas", lamenta González. La realidad es que la edad media de los agricultores es elevada, una situación que el presidente resume con una frase contundente: "los que ya pintamos canas y nos acercamos a los 60, en teoría somos los jóvenes del trujal".

Creo que eso por desgracia se va a perder y me produce una gran tristeza"

Pedro Luis González

Presidente de Trujal Mendía

Este problema, común a toda la agricultura, abre la puerta a un cambio de modelo que preocupa profundamente a González. El presidente de Trujal Mendía alerta sobre la industrialización del campo por parte de fondos de inversión que "solo buscan rentabilidad". Teme que este fenómeno ponga en riesgo no solo la calidad de los alimentos, sino también el cuidado del paisaje que realizan los agricultores tradicionales. "Creo que eso por desgracia se va a perder, y a mí sinceramente me produce una gran tristeza", concluye.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.