Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de obesidad infantil y juvenil en España es de un 14,2%, una de las más altas de Europa.

La OMS calcula que uno de cada cuatro habitantes del planeta (1.900 millones) será obeso en 2035.

En España, según el Observatorio Global de la Obesidad, el 37,8 % de los adultos pesa más de lo recomendable y el 16 % es obeso. Y un 70 % de los obesos tiene síntomas de ansiedad, mientras que un 66 % padece depresión.

En precisamente en el apartado psicológico en el que aparece la alimentación emocional, que algunos definen como aquel proceso en el que nuestro estado de ánimo genera conductas alimentarias que pueden dañar nuestra salud.

Tal y como ha explicado Iván Fernández este 19 de abril en COPE Rioja, "esto se debe a que nuestro cerebro busca una recompensa inmediata frente a los déficits emocionales. Y para conseguir esa recompensa, se recurre a alimentos como los que contienen elevadas cantidades de azúcares, sodio o grasas, o potenciadores del sabor como el glutamato monosódico, capaces de enviar mensajes de satisfacción casi inmediatos a nuestra mente. Compuestos que, además, -concluye Fernández- aumentan la sensación de apetito, por lo que tienen un efecto rebote muy poco recomendable".

• Left6:No existe configuración de publicidad para el slot solicitado

Durante su intervención radiofónica, el profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) e investigador en el grupo ‘Trabajo Líquido y Riesgos Emergentes en la Sociedad de la Información (TRESi)’ de UNIR, ha explicado qué es el hambre emocional, a qué se debe, el perfil de personas con una mayor tendencia a darse auténticos atracones de comida, cómo se puede identificar bien el problema y qué tipo de recomendaciones podemos seguir para poder superarlo.