La “piña”, la gaseosa menorquina que se sirvió antes que la Coca-Cola
Cas Xifoner, el último taller de sifones de Menorca, mantiene viva una tradición de más de medio siglo con recetas familiares y botellas de vidrio retornables
Menorca - Publicado el - Actualizado
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En el corazón de Ferreries, una pequeña fábrica sigue resistiendo el paso del tiempo. Cas Xifoner, reconocida este año por el Ajuntament de Ferreries con el distintivo Emblemàtics de les Illes Balears, es mucho más que una empresa: es un trozo de historia líquida de Menorca. Entre sus refrescos, destaca uno que sorprende por su longevidad: la “piña”, la primera bebida negra elaborada en la isla antes de que llegara la Coca-Cola.
La historia de Cas Xifoner arranca en 1969, cuando los hermanos Antoni y Damià Sansaloni adquirieron un pequeño negocio de bebidas en la calle Sant Bartomeu, frente a la antigua iglesia del pueblo. Aquel taller artesanal ya tenía raíces anteriores —bajo los nombres de S’Auba o Productes Villalonga— y los Sansaloni decidieron continuar el legado con su propia marca: ANDA, acrónimo formado por las iniciales de sus nombres.
Décadas más tarde, en 1999, sus hijos Maties y Rosalia tomaron el relevo y rebautizaron la empresa como Cas Xifoner. Desde entonces, el nombre se ha convertido en sinónimo de autenticidad, de ese trabajo artesanal que resiste la industrialización y mantiene vivo el sabor de las bebidas tradicionales.
Hoy, la tercera generación ya está al frente. Dolores, hija de Rosalia, dirige la tienda-museo, mientras que Xavier, su pareja, trabaja en la fábrica junto a Maties y Rosalia. Ellos son los guardianes de una herencia que se niega a desaparecer, manteniendo los envases de vidrio con tapón mecánico y un método de producción tan manual como antaño.
El sabor de antes que todavía se embotella
La piña no sabe realmente a piña
Responsable Cas Xifoner
Cas Xifoner elabora agua con gas, sifón, gaseosa y refrescos de limón, naranja, manzana y piña, todos con fórmulas propias. Cada bebida tiene su momento y su función: el limón, omnipresente en las fiestas menorquinas; la gaseosa, compañera inseparable del vino; y la piña, auténtico emblema de la casa y símbolo de otro tiempo.
Aunque su nombre despiste, la piña no sabe realmente a piña, sino a una mezcla secreta de frutas tropicales —entre ellas plátano, grosella y grenadina— que la convierten en una bebida única. Los mayores de la isla la recuerdan con cariño, y muchos aseguran que fue “la Coca-Cola menorquina” mucho antes de que la multinacional llegara al mercado.
El secreto familiar permanece intacto, custodiado con la discreción de quienes saben que la autenticidad es su mejor ingrediente. El resultado es una bebida de color oscuro, de sabor inconfundible y de historia centenaria, elaborada con el mismo mimo que hace más de cincuenta años.
Un museo que cuenta la historia del gas carbónico
En 2019, la familia decidió dar un paso más e inauguró la tienda-museo de Cas Xifoner, un espacio que combina exposición, venta y memoria. Allí se exhiben sifones y botellas antiguas, etiquetas, fotografías y herramientas de trabajo que permiten recorrer la historia de la fabricación de bebidas carbónicas no solo en Menorca, sino en todo el archipiélago y el resto del Estado.
Durante la investigación previa al montaje del museo, los responsables descubrieron que en la isla llegaron a existir hasta 33 fábricas de sifones, repartidas por todos los municipios. Hoy, Cas Xifoner es la última superviviente de ese legado, un testimonio de lo que fue un sector fundamental en la vida cotidiana de los menorquines.
Desde el Ayuntamiento de Ferreries, la concesión del distintivo Emblemàtics de les Illes Balears quiere precisamente reconocer ese valor patrimonial y el compromiso con la identidad local. La fábrica comparte reconocimiento con otros diez comercios históricos del municipio, como Ca na Genera, Maria Janer Artesania o Sa Llibreria.
Cas Xifoner es en definitiva, una historia de resistencia y de amor por el oficio. Entre botellas retornables, tapones mecánicos y fórmulas secretas, la fábrica sigue embotellando no solo bebidas, sino recuerdos, autenticidad y el sabor de una Menorca que aún burbujea.