El necesario puñetazo sobre la mesa en el vestuario del RCD Mallorca

Tras suspender el club a Dani Rodríguez 10 días y retirarle la capitanía, urge poner orden en un vestuario consentido desde hace tiempo. El análisis de Jordi Jiménez

COPE

Entrenamiento del RCD Mallorca de esta semana sin Dani

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

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Ni los malos son tan malos ni los buenos son tan buenos. El cine de Clint Eastwood lleva años retratando la complejidad del alma humana y deteniéndose en los grises. Da igual si es un pistolero medio acabado, un anciano transportando droga o un jurado en un juicio e implicado involuntariamente en el caso. 

El deseo incontenible de identificarse con alguien o con una causa que preside nuestros días, en los que parece que hay que tomar partido por todo y necesitamos esquemas claros y personajes definidos, es mero exhibicionismo. La misma trampa es ser fiscal implacable con quien parece culpable que abogado defensor incondicional con quien se considera inocente. 

Opinamos sobre todo, sabemos de fútbol, de economía, de cambio climático, de la guerra de Ucrania, de Gaza, desconocemos lo que ocurre en otros lugares del mundo ni nos interesa, cuando la situación puede ser igual de grave o incluso afectar a semejantes nuestros, de confesión cristiana. 

Nos importa lo que nos cuentan, bien elaboradito y envueltito para que nos comamos el bocadillo que nos sirven gobiernos, agencias, poderes financieros, periodismo dirigido. Los hay que ven heroísmo en atacar una carrera ciclista, poniendo en peligro a los deportistas, como si tuviera alguna incidencia en un conflicto complejo. Como los "cumbayás" que se van crucero por el Mediterráneo. 

Es el "perroflautismo ilustrado" lo que se ha llamado la cultura woke que lo mismo coge la arco iris que la de Palestina. No se preguntan por qué los países de al lado no abren la puerta para dar refugio a sus semejantes musulmanes y quieren ser quienes salvadores del mundo, sin importarles si en otro lugar están ocurriendo cosas semejantes o peores, ni les importa. Porque se trata de exhibicionismo. Son los mismos que ven bien que entren ilegalmente cada día centenares de personas de las que no saben nada pero a las que no acogerían en su casa.

Es la hipocresía máxima de quienes buscan aliviar su conciencia y creerse mejores que los demás, exhibiendo superioridad moral. Vivimos presa del exhibicionismo, muchos de quienes pusieron ayer tanta pasión en denunciar un conflicto en una línea de meta, quizá nunca hicieron lo mismo por sus vecinos, a los que mataban, extorsionaban u obligaban a huir. Ardor con el conflicto lejano, indiferencia (cuando no complicidad) con propio.  

El caso Dani como síntoma.-

 Ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. Es la primera regla que deberíamos tener presente si hablamos del RCD Mallorca y sirve para cualquier orden de la vida. Partamos de la base de que la mitad de las cosas que se cuentan en el fútbol son mentira, ampliado todo ello por las redes sociales, por ello el periodismo tiene la obligación de contrastar, una costumbre en desuso en algunos lugares aunque permanece en otros, afortunadamente hay y habrá un periodismo honesto que sigue haciendo su trabajo.

Para quienes estamos fuera del vestuario del Mallorca parece estar claro que Dani Rodríguez es culpable, porque ha desautorizado a su entrenador públicamente, algo inaceptable en un equipo y en un club. Ha empleado las redes sociales para decir algo que debiera haber dicho a su entrenador a la cara. A un futbolista le exigen ponérselo difícil al entrenador en el campo, no fuera de él. Ni es el jugador quien puede decidir quién juega, lleve el compañero años o un rato en el equipo.

Hoy se emplean las redes, un invento fantástico porque permiten aprender mucho  y conectar a mucha gente o compartir experiencias, para decir cosas a personas a las que se debiera hablar a la cara. 

También Maffeo parece culpable, porque hizo mal ante la afición, porque parece que va a su bola, porque no parece estar centrado en su carrera, etc, lo mismo que Larin. Que Maffeo y Larin se hayan querido ir, como otros, también es un síntoma, cuando resulta que Maffeo tuvo el apoyo de la grada y fue siempre un jugador sacrificado en el campo. Ahora parece otro gran culpable, quizá en un poco sea de nuevo héroe. 

Dani, Maffeo y Larin no son el problema sino el síntoma. Es decir, ¿se han equivocado? sí, pero no son en sí mismos el problema. Son el síntoma de que algo no ha ido bien internamente en el Mallorca últimamente.

En el último año se han quejado públicamente de algo y han salido a hablar de su libro un montón de jugadores, algunos idolatrados por la afición, poniéndose por delante del equipo. El liderazgo tranquilo de Jagoba Arrasate ha precisado un golpe de autoridad ante la indisciplina de Dani. Un técnico que siempre habla de convencer más que de imponer. Ocurre que cuando la autoridad se diluye otros asumen esa autoridad. 

Arrasate sabe que hoy al jugador hay que explicarle bien las cosas y hacerle creer,  pero se ha encontrado un vestuario demasiado consentido por un club que no ha trasladado exigencia y orden. Pablo Ortells parece dejar en manos de los entrenadores el orden en el vestuario, pero un club debe transmitir cierta autoridad; quién va transmitir autoridad entonces, ¿Alfonso Díaz? ¿Andy Kohlberg? obviamente no. Salvo que un día Kohlberg dejara de ser el presidente ausente y cambiara el tono, además.

 El exabrupto de Dani es el síntoma no la enfermedad, la señal de que algo debe cambiar. Obviamente las medidas disciplinarias son incuestionables (suspensión de diez días y retirada de capitanía), pero ahora Arrasaste se enfrenta al desafío de mantener el liderazgo siendo justo. 

No puede premiar la indisciplina de Dani poniéndole a jugar, pero tampoco podrá apartar al jugador porque quizá un día le necesite. Si no le hubiera querido volver a ver, hubiera exigido al club que rescindieran el contrato. Eso no ha sucedido, por lo tanto cuando el "culpable" Dani cumpla su castigo deberá ser uno más. Mientras otros "buenos" no se sabe si suben o bajan. El caso Dani debe significar un punto de inflexión para tomar las riendas de este caballo desbocado. 

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