La reflexión personal de un bombero forestal que lucha contra el fuego en Galicia: "Vivimos en dos mundos: las redes sociales y el real"

Miguel Paz, bombero forestal con base en Mondoñedo (Lugo), lleva días trabajando sin descanso en la extinción de los incendios forestales que afectan a la comunidad. Sus palabras son para reflexionar

Paula Pájaro Rives

Santiago - Publicado el

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 En una entrevista para COPE Galicia, Miguel Paz ha compartido la dureza de estos días y una reflexión que va más allá del fuego: “Vivimos en dos mundos. En las redes parece una cosa, pero en el mundo real, ves a un señor de 85 años ofrecerte ayuda en el campo. Eso no se olvida”. “Este fuego no lo voy a olvidar en la vida”. Paz tiene su base en Mondoñedo (Lugo), pero lleva días desplazándose a donde sea preciso. Estos últimos días ha estado en el municipio lucense de Quiroga.

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Un bombero trabaja en las labores de extinción del incendio forestal de Carballeda de Avia (Ourense)

Paz lleva dedicado a la lucha contra el fuego los últimos 16 años, desde que tenía 20. Reconoce que, a pesar de su experiencia, lo que se ha vivido este verano en Galicia ha sido extremo: grandes focos, propagación rápida, condiciones meteorológicas adversas y una vegetación seca que favorece la propagación.

Son incendios espectaculares. No tengo recuerdo de algo así”, afirma. Y lo dice con conocimiento de causa. Ha visto cómo las aldeas quedaban completamente rodeadas, cómo la desesperación marcaba el rostro de los vecinos y cómo cada minuto cuenta cuando hay vidas y hogares en juego

Un trabajo invisible… hasta que quema

“Empezamos el turno en la base (en el municipio lucense de Mondoñedo), nos avisan del distrito y nos desplazamos donde haga falta”, explica sobre la dinámica de su trabajo. Pero lo que no siempre se ve es el cansancio acumulado, la presión y el peligro constante.

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Un bombero forestal realiza labores de extinción en el nuevo incendio declarado en A Gudiña

Aunque asegura no sentir “miedo como tal”, sí reconoce que hay momentos muy delicados. “El respeto está siempre presente. A veces no conoces la zona, el humo no te deja ver, no sabes por dónde puedes salir… pero hay que mantener la cabeza fría”. 

“Lo más duro es ver las caras de la gente”

Entre llamas, calor extremo y turnos agotadores, lo que más le impacta a Miguel no son solo los riesgos del fuego, sino las consecuencias humanas: “Lo más duro es llegar a una aldea y ver la cara de una pareja mayor que ha perdido su casa. Lo que construyeron toda una vida, en cenizas. Eso te marca”.

(EPA) EFE

Un bombero forestal observa las llamas del incendio forestal declarado en Oímbra

El bombero destaca la impotencia que sienten muchas personas, sobre todo los mayores, ante un incendio que avanza sin control. “Quedan esas caras grabadas, y no se te olvidan”. 

Agricultores, ganaderos y vecinos: aliados imprescindibles

Miguel no deja pasar la oportunidad de reconocer el trabajo de los ganaderos y agricultores, que con sus tractores y cisternas han ayudado a contener fuegos. “Son nuestros aliados. Conocen el terreno, saben los caminos y están dispuestos a todo”, asegura.

Para él, esa solidaridad rural es parte esencial de la lucha contra el fuego. “Cuando la situación se pone fea, la gente del campo siempre da un paso adelante”. 

“El monte no arde solo. Cinco focos en 30 minutos no es casualidad”

Con la experiencia de muchos incendios a sus espaldas, Miguel también habla con claridad sobre el origen de las llamas: “Sabemos que hay causas naturales o accidentales, pero cuando en una misma zona salen cinco focos en media hora, está claro que alguien los ha provocado”.

Y lanza un mensaje claro: “El monte no combustiona solo. Esto no es azar. Es alguien que sabe lo que hace y cuándo hacerlo”. 

LA REFLEXIÓN PERSONAL DE ESTE BOMBERO GALLEGO

A pesar de todo, Miguel se queda con una imagen positiva: la de la solidaridad auténtica, la que se vive en el monte, fuera de las pantallas. “Vivimos en dos mundos: el virtual y el real. Y en el real, la gente mayor te ayuda sin pensarlo. No hay postureo. Solo manos que se tienden”.

Con voz cansada, pero firme, concluye: “Discutir o enfadarse no vale de nada. Lo que vale es trabajar juntos”.

Miguel Paz es uno de esos bomberos forestales que, con humildad, entrega y sacrificio, se enfrenta cada verano a una lucha desigual contra el fuego. Su testimonio es también un homenaje a todos los que, en silencio, defienden el territorio desde el primer frente.