Ha llamado mucho la atención la decisión de Vox de renunciar a tener candidato a la Xunta de Galicia en las elecciones del 5 de abril. La formación de Santiago Abascal va a presentar listas por las provincias gallegas pero sin una cabeza visible que lidere el proyecto autonómico.

Es toda una incógnita lo que pueda pasar con Vox en estos comicios. En las últimas elecciones generales del 10 de noviembre de 2019 consiguieron 114.000 votos, un 7,8% del total, pero no les llegó para obtener representación por Galicia.

No estuvieron lejos en la provincia de A Coruña, donde por un puñado de votos el último escaño en reparto fue para el Bloque Nacionalista Galego y no para ellos.

En las encuestas que se han publicado hasta ahora no les otorgan representación en las autonómicas, pero la formación en sus redes sociales destaca que los sondeos les dan siempre peores resultados a los que finalmente obtienen.

Al margen del mayor o menor acierto de las encustas lo cierto es que Vox hasta ahora ha tenido malos resultados en Galicia. A las autonómicas de hace cuatro años no se presentaron, pero en las municipales del año pasado no consiguieron ningún concejal en los ayuntamientos gallegos, ni siquiera en aquellos en los que ficharon a personas que venían del Partido Popular y que tenían ya cierta trayectoria política.

ESCASA IMPLANTACIÓN EN GALICIA

En todo este tiempo de crecimiento de Vox en España los de Abascal se han dejado ver en Galicia recogiendo firmas en la calle por la situación en Cataluña, pero no han acabado de formar una estructura sólida en la comunidad. En noviembre inauguraban su sede en  A Coruña y tienen cierto peso también en Ourense, pero por ahora sin resultados.

Todo parece indicar que el peso de la campaña electoral en Galicia lo va a llevar el propio Santiago Abascal, que no hay que olvidar que tiene ascendencia materna gallega. 

La izquierda gallega repite como un mantra desde hace tiempo que Alberto Núñez Feijóo pactará con Vox si lo necesita para gobernar, pero las relaciones hasta ahora han sido malas. Desde la formación verde acusan al presidente de la Xunta de estar cercano al nacionalismo y critican abiertamente su política lingüística.