Formulado con distintas palabras, pero el mensaje que fue pasando de boca en boca en el Encuentro de Empresarios Católicos celebrado en Santiago fue la apelación a que la prioridad de la economía sean las personas. El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Omella, fue el primero en abrir camino, comparando el "trabajo y esfuerzo de los empresarios católicos con el de un pastor de la Iglesia: se trata de guiar un proyecto por el bien común", indicó.

Él mismo ponía sobre la mesa los datos demoledores que arroja el desigual reparto de la riqueza: en España hemos pasado en apenas quince años de una tasa de exclusión en el 16% a más del 23%, por eso subrayó que los empresarios "son más necesarios que nunca porque son capaces de generar puestos de trabajo con salarios dignos, y si lo hacen con sensibilidad cristiana pueden dar la vuelta a la tendencia de un sistema económico que aparta a los más necesitados y no les permite vivir con dignidad".

Monseñor Omella: "Confiamos en ustedes"

MONSEÑOR BARRIO: "SI QUEREMOS LLEGAR LEJOS, MEJOR ACOMPAÑADOS"

El arzobispo de Santiago, Monseñor Julián Barrio, destacaba en su intervención que "estamos afrontando cambios complejos en los que la fidelidad a la vocación y misión empresarial exige mantener un delicado equilibrio entre abrazar la innovación y una producción cada vez más competitiva y al mismo tiempo ver el progreso dentro del horizonte mayor del bien común, la dignidad humana y un uso justo de los recursos naturales confiados a nuestro cuidado”. De nuevo, la idea de una economía al servicio de la gente y no a la inversa

MONSEÑOR SEGURA: NO TIENE SENTIDO PENSAR "NO LE DEBO NADA A NADIE"

También dejaba un mensaje provocador el obispo de Bilbao, monseñor Joseba Segura. Repasó la doctrina social de la Iglesia desde sus orígenes en el siglo XIX y destacó también que la vocación del líder empresarial tiene que ser aportar a la vida comunitaria: "existen aún proyectos que alimentan la imagen negativa del empresariado, pero no pueden definir lo que significa la actividad empresarial". En su lista de rasgos del empresariado cristiano encontramos una auténtica lista de deberes: ser capaces de inspirar, ser referentes de integridad y motores de transformación, "porque algunos sueñan y ahí se quedan, pero otros sueñan y son capaces de promover pasos".

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"QUE NO NOS GUÍE SOLO EL PIB"

El presidente de la Confederación de Empresarios de Galicia, Juan Manuel Vieites, recogía el guante y apelaba a sus compañeros a demostrar que la ética exhibida durante la pandemia no fue algo puntual, sino que el empresariado católico tiene un compromiso social decidido. "No puede ser sólo el PIB y otras ratios económicas lo que nos guíe, hay que generar otros parámetros que coloquen a las personas en el centro de la actividad económica, que es algo más que crear riqueza y empleo: hay que crear también modelos de vida para constituir una sociedad en paz y en la que todos tengamos oportunidades de una vida digna"

Elena Rivo, de Aceites Abril, participó en una de las mesas redondas, sobre "Bioética, Ecología y Responsabilidad Social". Su empresa "apoya al deporte base y a distintas asociaciones benéficas de sensibilidades diversas", según explicaba en declaraciones a Cope Galicia. Ella es de las que tiene claro las "sinergias entre la Iglesia y la empresa, sobre todo si pensamos en la gran cantidad de empresas familiares que hay en Galicia".

¿Pone en riesgo el compromiso social de las empresas el actual contexto de crisis? Entre los participantes a la cita, lanzamos la pregunta al economista Venancio Salcines, presidente del Centro de Estudios Superiores Universitarios de Galicia (CESUGA) Él se muestra esperanzado porque asegura que "cuando la sociedad está tensionada, siempre actúa en positivo, nos desencanta cuando está dormida o demasiado relajada". Y pone como ejemplo la respuesta que se ha dado en las últimas semanas a la guerra en Ucrania, tanto desde las puertas del país invadido por Rusia como también, desde la otra punta de Europa: "el pueblo con mayor declive demográfico de Europa es San Xoán de Río, en Ourense, que hoy tiene acogidos a 48 ucranianos, y todo el pueblo ha salido a reforzar".

Salcines insiste en que "una sociedad no avanza sin paz social". Defiende la figura del empresario como "creador" y que"la inmensa mayoría de los empresarios busca ejecutar un proyecto de vida"