Guía para la Semana Santa de Santiago 2022
La celebración vuelve este año a la calle, con la recuperación de las procesiones. Consulta aquí los actos y procesiones de Santiago y escucha el pregón de este 2022

Imagen de los Dolores, primera cofradía en procesionar en Santiago. Fuente: Junta de Cofradías
Santiago - Publicado el - Actualizado
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La Semana Santa de Santiago es una celebración que cuenta con el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico de Galicia. Se trata de una celebración centenaria, con 5.000 cofrades, diez días de salidas procesionales y una docena de cofradías.
Este 2022 es especial porque tras dos años en blanco, sin salidas, pero con sentimiento y celebración, después de la pandemia se retoman las manifestaciones de puerta para afuera.
¿Qué ver en Santiago durante la Semana Santa? Desde la Junta de cofradías se nos anima de empaparnos del casco monumental, pero, también a atravernos a llamar a sus puertas y conocer más de cerca su trabajo. Llevan varios meses de ensayos musicales y estos días previos son de nervios para los cofrades. Este año, además, los Estudiantes celebran su cuarto de siglo de historia.
En cuanto a las actividades paralelas, merece una mención el ciclo: "De Lugares e órganos", un ciclo musical en el que escucharemos órganos históricos de la ciudad y en lugares tan emblemáticos como el Convento de Santa Clara o San Paio de Antealtares. Tendrá lugar entre los días 8 y 17 de abril. Las entradas son gratuitas, previa retirada en la Zona C.
Toda la información oficial de las celebraciones la encontrarás en la web de la Junta de Cofradías.
Las procesiones arrancan el Viernes de Dolores, (8 de abril de 2022) con la primera salida desde San Miguel dos Agros, en el casco antiguo, a partir de las 21 horas.
El Sábado, 9 de abril, tendrá lugar en la Catedral el Vía Crucis, con representación de todas las cofradías de Santiago y presidido por el Arzobispo Monseñor Julián Barrio en la Catedral de Santiago.
El Domingo, 10 de abril, es uno de los días más familiares, con la conocida como Procesión de la Borriquita que sale de San Francisco y la bendición de palmas y ramos en la Plaza de la Quintana.
El Lunes Santo, 11 de abril, sale la Procesión de la Humildad, desde Santa María do Camiño.
El Martes Santo, 12 de abril, la Iglesia de las Mercedarias acoge la salida del Cristo de la Paciencia, o Cristo de Conxo, hasta la Catedral de Santiago a las 21 h y, más tarde, a las 22.30 h tiene lugar la Procesión de la Oración en el Huerto, desde San Francisco
El Miércoles Santo, 13 de abril, en la noche procesionan los Estudiantes, desde las Huérfanas a las 23 h.
El Jueves Santo, 14 de abril, desde San Francisco procesiona la Última Cena, a cargo de la Cofradía de la Vera Cruz. Y a las 23.30 h sale la Procesión del Jesús Flagelado desde San Agustín.
El Viernes Santo, 15 de abril, es el día "más pasional", con más actividad en las calles: ya desde la mañana. A las 11 h, sale de nuevo Nuestro Padre Jesús Nazareno con la procesión del Santo Encuentro. A las 18 h, el barrio de la Angustia se engalana para acompañar a su Virgen, en la Procesión que lleva su nombre, a las 20 h desde Bonaval parte el Santo Entierro y a las 23 h desde la Iglesia de Salomé, veremos la Soledad.
El Sábado Santo, a las 20 h procesionan los "Hermanos", el nombre popular de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Unción y Nuestra Señora de la Serenidad, desde la Inmaculada.
Y llega el Domingo de Resurrección, desde las 10.30 h desde San Francisco, con la Procesión de Cristo Resucitado.
La Semana Santa de Santiago, con todo, finaliza el domingo siguiente, conocido como "Dominica In Albis", 24 de abril. El Cristo de Conxo sale de la Catedral y cruza el casco urbano de vuelta a casa, en la Iglesia de la Mercé.
PREGON SEMANA SANTA DE SANTIAGO 2022
La redactora de COPE Galicia, Paula Pájaro, fue la encargada de dar lectura al pregón de la Semana Santa de Santiago 2022.
A continuación, el texto íntegro de su intervención:
PREGÓN SEMANA SANTA DE SANTIAGO
Paula Pájaro
Señor Obispo Auxiliar de Santiago, Teniente de Alcalde y concejal de Turismo de Santiago, Directora de Turismo de Galicia, Autoridades municipales y eclesiásticas, Presidente de la Junta de Cofradías de Santiago, cofrades, amigos y familia.
Buenas tardes y gracias por su compañía en este sábado que es especial para Santiago, pero, sin duda y disculpen el breve momento egocentrista con el que arranco mi discurso, es MUY especial para mí.
Cuando me encargaron el pregón de la Semana Santa de Santiago reconozco que la idea me generó un nudo en la garganta. Lo saben muy bien algunas personas a las que les trasladé mis dudas y me escucharon de modo más que paciente.
Les confieso que mi gran temor era defraudar, defraudar a este auditorio que ahora me escucha, pero, sobre todo y más que cualquier otra cosa, mi miedo era y es defraudar a los que trabajan y participan de manera muy activa en las celebraciones. Me pregunto cómo podría esta periodista aprendiz aportar algo a tan inmensa cita en el calendario.
Además, en la comunicación siempre nos gusta observar desde la discreción y contar un poco con distancia. Así que mi papel como pregonera me coloca en un plano de protagonismo efímero que no buscaba, pero que agradezco sinceramente.
Para una santiaguesa como yo, de verdad, este cometido es el mayor de los honores. Quiero expresar mi gratitud, de corazón, a la Junta de Cofradías de Santiago, y a su pte, José Ramón Muñiz por haber pensado en mí.
La Semana Santa de Santiago es más que sus 17 desfiles procesionales o su docena de cofradías. Es mucho más que diez días de celebraciones y que sus 5.000 cofrades. Es la suma de todo eso y la atmósfera que lo rodea, abrazando al observador y acogiendo al penitente. Fíjense en dónde estamos. En este escenario santo que es un gran templo al aire libre. Santiago es un templo sin paredes, escenario magnífico donde recrear el Evangelio.
Nuestra Semana Santa parece estar construida a imagen y semejanza de la propia Compostela. Es una celebración modesta y humilde, lo que no es sinónimo de pobre o irrelevante. Todo lo contrario. De maneras sencillas y sobrias. Nuestra celebración es reflejo de cómo somos en esta ciudad: no importa el nº del censo poblacional o el ranking que ocupamos en la lista de ciudades españolas… nuestra riqueza no está en las cifras… con la autoestima un poco mermada a pesar de su inmensidad, pequeña en sus dimensiones físicas, pero nutrida de historia y con una esencia rebosante que encandila. Dudo que haya algo más importante que ese espíritu y que la solemnidad incuestionable de la propia celebración.
Los que aquí hemos nacido y aquí vivimos desde hace años corremos el riesgo de olvidar la grandeza de estas piedras que forman nuestra casa. Somos un pueblo muchas veces ajeno a la importancia y trascendencia del lugar que habitamos.
Comparto con ustedes una anécdota personal. Soy una apasionada de los viajes, o era, hasta hace unos años. Y en una de mis visitas recalé en la preciosa Florencia. La ciudad me impresionó y acudí al hotel donde me hospedaba fascinada. Cuando la recepcionista tomó nota de mis datos y vio mi DNI, me miró y me dijo… ¿Usted para qué quiere venir aquí, si vive en Santiago de Compostela?
Y una sonrisa orgullosa se dibujó en mi cara. El orgullo picheleiro que aquí nos falta, pero cuando estamos fuera emerge.
En el tiempo que llevo como redactora he tenido la suerte de poder realizar varios trabajos cobre el Camino, pero les quiero hablar de un reportaje sobre los peregrinos que llegaban desde lugares muy lejanos. Me fijé en Corea del Sur. A 10 mil kilómetros de distancia… y estas personas tienen como meta vital peregrinar a Santiago. Su religión mayoritaria no es la católica, pero quieren, o más bien, necesitan hacer el Camino que termina en la Tumba del Apóstol. ¿Por qué?
Me decía el presidente de la Fraternidad Internacional de la ruta jacobea que sí, que les gusta mucho el contacto con la naturaleza y caminar. Pero para hacer senderismo hay otros lugares, otras rutas y mucho más cercanas a su tierra. ¿Por qué, entonces, vienen aquí?
Porque el Camino de Santiago iguala… nos hace iguales, a los seres humanos que nos echamos a caminar… nos hace iguales en nuestras heridas y en nuestras curas. Haciendo el Camino obtienen respuestas a sus inquietudes personales. El Camino nos transforma, o quizás nos reencuentra.
Yo titulaba ese trabajo así: a 10 mil km de casa, pero a un milímetro de uno mismo…
Hay ALGO aquí que les mueve y les ayuda.
Santiago de Compostela es una ventana abierta al mundo. Y en este Año Santo, más. Así que no sean meros espectadores del desfile de peregrinos… Tenemos una oportunidad única de acercarnos al otro. A otras culturas, de aprender de los demás, por remoto que sea el lugar del que vengan o distintas a las nuestras sus costumbres, podemos acercarnos a ellos sin salir de casa.
Ese “ALGO” MAYÚSCULO que muchos vienen a buscar desde tan lejos… lo tenemos con nosotros y acaricia al que llega a Compostela desvelándole una suerte de verdad vital.
En una carta pastoral, el señor Arzobispo de Santiago nos anima a ponernos en camino buscando luz en tiempos de oscuridad, en la noche de nuestras crisis antropológicas, sanitarias o económicas. Monseñor Julián Barrio escribe que el peregrino sale de su tierra con una mochila ligera, confiado en Dios y en manos de la hospitalidad de desconocidos que acaban siendo hermanos.
Vivimos momentos complicados y no somos pocos los que observamos las noticias que nos llegan de la frontera europea con gran desolación y desasosiego.
Hace 8 meses me convertí en madre y ahora sé lo que es tener miedo de verdad. Miedo a lo que la humanidad pueda destruir con su ambición, miedo a un futuro sin los míos, miedo a no saber educar. Pero toda esa angustia se apacigua con la mirada curiosa de mi hijo y su sonrisa sincera que me traspasa. Y eso es también fe.
Santiago y el Camino han vertebrado Europa y quizás aquí esté también la posibilidad de reconciliación del continente. Yoon es un cocinero coreano que vive en Compostela. Es un apasionado de la Ruta Jacobea porque el Camino le ayudó a respetar a los demás y a cultivar la tolerancia. Si todos hiciésemos el Camino, me explicaba en una charla, el mundo sería mejor. Así que quizás deberíamos prescribir la ruta como una medicina para el espíritu. Porque el cuerpo y la mente enferman, pero el espíritu también.
Les confieso que me hice periodista pensando en las buenas noticias… en poder narrarlas. Me hice periodista al caer en un estado de amor absoluto por la radio, siempre me pareció un medio mágico, con su carrusel de sonidos, sintonías y voces. Me imaginaba cómo serían las personas que me hacían compañía a través del transistor y a las que consideraba amigos sin conocerlos. Cuando pude pasarme a ese otro lado de la pecera aprendí que la afortunada era yo… no por poder hablar a unos oyentes desde un micrófono, sino por poder escucharlos. Y se aprende mucho escuchando a los demás… Diría que es el aprendizaje más efectivo.
Cuando se acerca la Semana Santa, en COPE Santiago invitamos a los estudios a los distintos representantes de las cofradías y unos minutos son suficientes para comprender la pasión que les mueve… conocerlos y respetarlos. Ellos portan la esencia que Compostela destila por sus poros. Tienen el “algo” compostelano que les hace imprescindibles.
Durante otra de mis entrevistas radiofónicas con la arqueóloga Ana Filgueiras, me dijo una frase que se me quedó grabada y que comparto, de nuevo, con ustedes… que hay lugares que son como una vela, que tienen un discurso y fuerza tales que mantienen una llama encendida y que los ciudadanos somos capaces de percibir, aunque no la veamos a través de los ojos.
Creo que esa comparación es perfecta para nuestra Semana Santa. Es como una vela que ilumina la ciudad, pero hemos de mantenerla encendida. Y eso se consigue gracias al esfuerzo de cada uno de los cofrades que participan en ella. Pero se consigue, sobre todo, manteniendo encendido su sentimiento.
Veo esa vela encendida en las manos de Beti Sieira. Por sus manos curtidas en el trabajo han pasado estandartes, mantos, hábitos… Beti lleva más de 30 años cosiendo: No es tarea fácil, hay que patronar, cortar, personalizar… Pero su maña es un privilegio para esta Compostela nuestra que tiene la suerte de tenerla. Beti dio puntadas en el manto de la Virgen del Rosario, cosió estrellas para la Virgen. Cavilen en lo poético de esto: coser estrellas para la Virgen No veo cómo se puede demostrar más cariño a través de un oficio más honrado.
En la charla conmigo en antena me confiesa que le invade la pena porque no tiene manera de vestir a la Virgen de la Quinta Angustia. No la puede vestir porque está pintada… No se da cuenta de que ya la viste con su alma costurera.
Beti, además, enseña desde su taller para que esta tradición no se pierda. Podemos decir que Beti lleva la Semana Santa en sus manos y que es también evangelizadora de aguja y dedal.
La Semana Santa de Santiago es también el olor y la frescura de los pétalos de Raquel Bargo… en su caso, es una mujer que lleva poco tiempo encargándose de varios arreglos florales, unos cuatro años. Con sus flores adorna pasos e imágenes. Me dice que para ella la Semana Santa tiene forma de clavel.
Raquel se implicó en las celebraciones al percibir el vínculo que se genera entre los cofrades. Es un sentimiento que le atrajo tanto como un imán, tanto que quiso formar parte de él, pertenecer a esa gran familia.
Raquel representa la Semana Santa que se cultiva y florece, como el clavel… El jardín de los buenos sentimientos. Una floración permanente, como es la fe, que requiere de un riego constante y el abono del cariño.
Veo la vela encendida de la Semana Santa de Santiago en la risa inquieta y nerviosa de Carlota Vieites, una joven de 18 años que lleva desde su tierna infancia, toda su vida, vinculada a las cofradías. Le viene de familia… porque hay herencias que son así, inmateriales, intangibles, etéreas, pero puras. Quizás sean los legados más importantes.
Su banda sonora de este tiempo es el son de las cornetas y sus recuerdos más especiales empiezan en el Viernes de Dolores, con esa reconfortante sensación de tener 5.000 hermanos durante unos días.
La Semana Santa de Carlota es la de la nueva generación, la renovación de la tradición. El rezo de una joven que ha madurado de espíritu, pero que mira al mundo aún con cara de niña y la ansiedad propia de la adolescencia, un árbol genealógico y linaje de fe que va incrustada en su ADN.
La Semana Santa de Santiago también es la voz serena de Aurora Morán, una septuagenaria compostelana que es cofrade desde que puede recordar. Ella empezó también por tradición familiar, algo que se repite mucho en las historias personales de nuestra celebración. Inscribió a sus nietos como cofrades, así que parece que la saga tendrá continuidad. Aurora vive muy cerca de San Miguel y desde pequeña siente que la Virgen Dolorosa es un miembro más de su familia. Me habla de Ella con un cariño contagioso y yo me la imagino besando la estampa de María y contándole cómo le ha ido el día.
Antes salía en procesión con una vela, detrás de la Virgen… pero, ya desde hace años, puede vestir su capuchón y desde que se le permitió… desde ese momento se siente realizada, siente que realmente la acompaña.
La Semana Santa de Aurora es la de la saga familiar, la de sentirte en casa. Aurora es la abuela Aurora, una cofrade de capuchón y que es familia de la Virgen. Ahí es nada.
Veo la vela encendida de la Semana Santa en la pasión de Paco Otero… un compostelano de libro, de manual de la A a la Z. Paco recibe con afecto y brazos abiertos a los iniciados en las tradiciones. Él también llegó aquí por una cuestión familiar, pero su caso es opuesto a la “media picheleira”, él fue al revés… lo introdujeron sus hijos. Y ahora es Paco el que implica a sus amigos y compañeros, como a Ramón Castro. Me cuenta que la primera vez que procesionó Ramón en la ciudad llegó con zapatos marrones, cuando la orden era vestir de negro. Mi compañero de profesión, decidió, entonces, ir descalzo, pisando la piedra de la que tanto habla en las ondas. Decidió, sin que nadie se lo pidiese, ir sintiendo la Compostela que tanto quiere desde los pies. En primerísima primera piel, como tantos otros cofrades. Esta es la magia de Santiago… que caminarla ya es poco… hay que caminarla con los pies desnudos y sobre la fría y más que probable húmeda piedra.
Volviendo a Paco, él es portador, así que le pregunto en qué piensa un portador durante la procesión. Me dice que él lo vive como un momento de reflexión y meditación, que recorre las calles casi con los ojos cerrados. Que le vienen a la cabeza hombres y mujeres conocidos… así que reza por ellos.
Con la mirada, sin decir palabra, le pido que ore por mi niño y con una sonrisa por respuesta me doy por contestada en mi solicitud. Sé que, junto a las oraciones que le dedica a su preciosa nieta… habrá un huequito para mi travieso Antón. Así de generoso es nuestro Belenista de Conxo.
Veo también la luz encendida de la Semana Santa en Carlos Xixirei, una enciclopedia bípeda que habla sin parar de nuestras celebraciones. Él es cofrade de Los Hermanos y me explica que la Semana Santa de Santiago es inmaculada en sus manifestaciones. Los cofrades desfilan con sentimiento de fe y no son meros figurantes. La Semana Santa de Santiago es una expresión popular, del pueblo, y los cofrades compostelanos no buscan algarabía, sino recogimiento.
Carlos apela a la Semana Santa sensorial… que se percibe a través de los sentidos: el sabor de los potajes de vigilia, el bacalao o las torrijas y dulces monacales. El olor a cera, el tacto del terciopelo, el sonido hiriente de cornetas o solemne del tambor y la visión del sentimiento de las imágenes y de las lágrimas de quien procesiona, que también dejan un regusto salado en el observador…
Carlos me habla de otras celebraciones de España, algunas con más solera, otras con un punto profano y un poco desvirtuado, otras muy nobles y artísticas y que entienden la Semana Santa como una cuestión identitaria. Me habla de Zamora y me dice que merece una visita. No dudaré en ir en un futuro, pero les confieso que creo que, una vez allí, alguien me preguntará… Usted, ¿qué hace aquí siendo de Santiago de Compostela?
La Semana Santa del profesor Xixirei es la didáctica y pedagógica, la que estudia el carisma de nuestra celebración y lo comparte con quien le pida opinión.
Y así podría contarles hasta cinco mil historias diferentes, fíjense la riqueza que tenemos en esta ciudad… cinco mil personas anónimas que hacen posible que la Semana Santa de Santiago sea hoy lo que es… una celebración centenaria que excede nuestro presente para quedar suspendida de manera indefinida en el tiempo y en la historia.
He querido ponerles nombres y apellidos, pero estos son solo unos pocos, muy pocos que se han cruzado conmigo, a los que he entrevistado. Hay tantos hombres y mujeres que le han dedicado lo mejor de sí mismos a la Semana Santa, que sería imposible citarlos a todos. Aquí expongo una mínima muestra y, siendo consciente de que me dejo a mucha gente fundamental en el tintero, quiero decirles que TODOS son imprescindibles. Espero que se hayan dado cuenta de que la Semana Santa de Santiago son ustedes.
Para aquel que quiera conocer esas experiencias, diré que será muy bien recibido.
La Semana Santa también es el estrés del trabajo incansable de Adrián Villa… Adrián es otro evangelizador, pero digital… porque pasa horas y horas de su tiempo ideando contenidos sobre la Celebración, creando diseños para los programas, investigando sobre plataformas virtuales, buceando en un mundo donde la presencia de la religión no puede ser residual… No podemos renunciar a que, quien navega por la red encuentre lo divino, entre fake news y haters. Ningún recuncho de la vida… terrenal, física o virtual, puede estar vetado al creyente. En ese mundo de stories, de tuits y de comentarios, con millones de impactos por minuto, si se encuentran, de pronto, con la información de la Semana Santa compostelana es porque Villa ha obrado su magia y no busca, con esto, muchos likes, sino cubrir un vacío en código binario. La Semana Santa de Adrián tiene el filtro de la fe. Adrián se involucra de lleno en cada detalle de la organización, discursos, protocolos… pero con lo que realmente disfruta es con el hecho de portar una vela durante la procesión. Ser uno más y poder tener ese momento para vivir SU Semana Santa.
Él es otro compostelano admirable… a pesar de su juventud… Estoy segura de que su teclado está desgastado en las letras que conforman la palabra SANTIAGO.
Y por supuesto la Semana Santa es la seriedad risueña, porque sí, eso es posible, de José Ramón Muñiz. El capitán de la Junta… el que sabe que tiene una gran responsabilidad, el que trabaja para seguir creciendo. Ha de saber lidiar con las complejidades de la organización y procurar que sus 5 mil hermanos remen todos a una. Y poner a 5 mil personas de acuerdo es un proceso harto complicado porque, como en todas las familias, se generan tensiones en su seno.
A José Ramón le cabe la Semana Santa en la cabeza y vive estos días con la efusividad propia de las personas autoexigentes. NO PARA. Me dicen sus compañeros que hay una frase que siempre repite: ¡Cómo se nota que estamos en Cuaresma! Y es que, este tiempo que ha de ser reflexivo y de oración, para él es de nervio puro, de casi obrar el milagro de panes y peces, pero con sus cofrades; de multiplicar y estar en muchos sitios a la vez. José Ramón tiene el alma inquieta antes de que todo empiece y toda esa fuerza se transforma en paz durante las salidas.
La Semana Santa de Santiago también permanece encendida gracias al apoyo de la asociación de comerciantes y empresarios Compostela Monumental, con una disposición meritoria año tras año. O gracias, también al instituto europeo Campus Stellae, que presta su techo a la Junta. Ellos hacen ciudad ofreciendo las posibilidades a su alcance. Y eso también es fe. Fe y fraternidad.
¿Qué significa ser cofrade? ¿Qué vínculo se crea entre estas personas? Hago mías las palabras de un maestro, Carlos Herrera. Dado mi amor ya confesado por la radio, reconozco que Herrera tiene el gran don de la comunicación y, como esta humilde servidora no puede mejorar, ni se atreve a hacerlo, sus palabras, las traigo aquí en fragmentos pequeños y las hago mías, de todos ustedes…
“Una hermandad es un vínculo de sangre, pero una unión también que trasciende a los genes, a los úteros y a los ancestros. Trasciende a las generaciones, a las modas y a los avatares. Es un dolor, una alegría, un bosque de ramas entrelazadas, un quehacer de cuaresma, una misa de domingo, un manojo de nervios, un nacimiento en diciembre, la caridad silenciosa con los que cuentan las horas de la pena, la liturgia del abrazo, el olor de sacristía, la soledad y el gentío. Una Hermandad sois los que fuisteis y serán los que vendrán. Una Hermandad es un fragmento de Dios brotado en los rastros de la memoria.” (Cita que no respeta el texto original en su totalidad)
Dicho esto… creo que pocas dudas podemos albergar ya sobre los lazos inmateriales que se generan entre los cofrades.
La nuestra es una fiesta de interés turístico de Galicia, pero, más allá de esa etiqueta, quien venga a disfrutar de la Semana Santa de Santiago ha de saber que aquí se va a encontrar sentimiento a flor de piel, del que araña las entrañas. Sentimiento que no es ni de sangre fría, ni de sangre caliente, sino de norte, compostelano.
Quien no conozca Compostela y la visite durante la Semana Santa, hallará una ciudad en carne viva. Envuelta en un halo de silencio y misterio, solo roto por los rezos y el sonido de los corazones de los portadores latiendo a coro. Porque sí… esos latidos se escuchan, háganme caso y presten atención la próxima vez. Aquí somos de piropear a la Virgen en bajito… casi como un susurro que se desvanece en el albor de la noche, pero somos de palpitar muy fuerte. Un jumanji de latidos.
Quizás durante la Semana Santa de Santiago caiga esa lluvia fina que para el foráneo es arte, pero para los autóctonos coloniza nuestro espíritu tiñendo de sombras el humor septentrional y generando esa costra invisible que sale con los años en un carácter acostumbrado a la humedad. O puede que el cielo se presente despejado; no nos engañemos, esto es menos probable… pero puede que la luna y los astros desalojen a las nubes para vigilar de cerca lo que pasa en el campo de estrellas de la tierra.
Quizás la temperatura de las horas oscuras enfríe las manos del que observa. Seguro habrá gentío en la zona monumental; creyentes y no creyentes, personas que chocan unas con las otras en un trasiego propio de una ciudad turística. Algunas no sabrán a dónde van, otras querrán huir de los desfiles procesionales, otras ni siquiera sabrán que hay procesión. Un consejo al que escuche: párese y aguce los sentidos, sin prejuicios, encontrará un significado de la paz, una paz afilada, tanto que puede cortar el alma. Si se detiene y analiza, entonces sí, ahí chocará no con los demás, sino con ese sentimiento. Y crea o no crea, respetará lo que ve.
La Semana Santa es una muestra de la dualidad del ser humano. De la dualidad del agónico júbilo que es la celebración. De la turbación que genera entender el significado de sacrificio, de la dignidad en la que descansa la aceptación del destino y del conocimiento pleno del inevitable encuentro entre la vida y la muerte.
Todo empieza el Viernes de Dolores, desde San Miguel dos Agros, donde cientos de fieles se reúnen para verla. El color morado es protagonista. Y llega la hora de Ella… sale al encuentro de Compostela con un vestido color burdeos y un manto bordado en oro. Su cara de algodón muestra una expresión rota. Sus manos imploran piedad, mientras dirige su paso por las calles de la ciudad. No va sola, ahí van con ella sus nazarenos y las mujeres de luto y mantilla. Procesiona la Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Santísima Virgen de los Dolores. Una institución con tres siglos de historia que se fundó por aristócratas caballeros con el fin de acompañar y celebrar los funerales de los reos sentenciados a muerte. Hoy acompañan el dolor de una madre que digiere el destino que le ha tocado.
Salen también en la mañana del Viernes Santo. Los tonos violetas toman la Quintana ese día. Santiago observa petrificado, desde lo alto. Compostelanos y visitantes examinan el avance lento de Jesús y otras dos figuras captan la atención: En la procesión del Santo Encuentro vemos a San Juan y a la Verónica.
El sábado de pasión coincide este año en 9 de abril, en una semana. Ese día a las 6 de la tarde tendrá lugar el ejercicio del vía crucis, en la Catedral, presidido por el Arzobispo de Santiago y donde podremos ver a los representantes de todas las cofradías.
Y luego llega el Domingo de Ramos, 10 de abril. La popular borriquita, la entrada triunfal de Jerusalén trae consigo el bullicio de los niños y un mar de ramas de olivo y palmas que inundan la Plaza de la Quintana para ser bendecidos. Es, quizás, el día más familiar. Sale de San Francisco y recorre las calles que ofrecen una panorámica de la Catedral. Un giro de 360 grados sobre el corazón de Compostela. El color amarillo es el predominante en el horizonte compostelano este día, y el paso aguarda su momento en la capilla de la Orden Franciscana Secular.
Por la tarde es el tiempo para la Esperanza, que parte de las Ánimas, en Casas Reales. La cofradía de la Esperanza es una cofradía joven, alumbrada con la intención de fomentar la participación de los pequeños en las celebraciones. Los niños van creciendo en la propia procesión… comienzan portando palmas, después pasan a llevar insignias y, ya de adultos, acompañan a la Virgen. Y aquí vemos a las portadoras, y digo portadoras porque son mujeres. La Virgen cambia de corona cuando sale y se engalana con objetos prestados por cofrades: un broche de oro, pendientes o un paño de encaje de Camariñas.
Y el lunes Santo es el día de la Humildad. Nuestra Señora de la Humildad es tan joven como la cofradía que lleva su nombre. El rostro de la Señora parece estar encendido como símbolo de pureza. Desde Santa María do Camiño, María emprende su propio camino luciendo una gran diadema de plata. Sus portadores se vuelven invisibles… la cargan desde el interior, ocultos tras un manto negro. La noche es ya oscura, pero la luz amarillenta de los farolillos aquí y allá va iluminando algunos pies descalzos de quien acompaña.
Y el Martes Santo, cuando dan las 9 de la noche, desde las Mercedarias sale el Cristo de la Paciencia, o Cristo de Conxo. Porque esta es una procesión de barrio y son los vecinos quienes acompañan a su Cristo desde Virxe da Cerca hasta la Catedral… pero todavía con mayor intensidad si cabe, lo acompañan el domingo DOMINICA IN ALBIS… cuando la imagen ha de volver a su casa… en la iglesia de la Mercé. Ahí su pueblo se vuelca de nuevo para cruzar el casco urbano compostelano y devolver la talla a su lugar.
La imagen titular de la Cofradía es capaz de cortar la respiración. Duele mirarla. Tallada en el siglo XVII por Gregorio Fernández nos muestra a un Jesús con la boca entreabierta por el sufrimiento, su torso desnudo, con heridas sangrantes y unas costillas tan marcadas que más de uno pestañea varias veces para comprobar si es una persona real o una figura realista. Esa talla ya no sale a la calle, debido a su alto valor patrimonial. Si tienen la oportunidad de verlo, no la desaprovechen. En la procesión, el Cristo de Magariños lo sustituye y el pueblo lo acompaña en su agonía.
A las 10 y media, la noche se deshace para la Vera Cruz. Procesiona la oración en el huerto y el prendimiento portando a Jesús Cautivo.
La Vera Cruz es una de las primeras cofradías de Compostela. En el año 1663 eran 11 gremios quienes asumían el coste de organizar la procesión. A cada gremio se le asignaba un paso: así que estaban los herreros o los mercaderes de vino muy pendientes, cada uno, de su función. En el siglo XIX algunos pasos desaparecen por la acción del tiempo, pero también por la barbarie de las tropas francesas que en 1809 los destrozaron a sablazos.
La Vera Cruz también sale el Jueves Santo con la Última Cena del Salvador. Tallada por el compostelano Juan de Sanmartín, y que recibe el reconocimiento de la Exposición Universal de París.
Y, entre cornetas y tambores, retumba entre los muros de la zona monumental un sonido muy característico… el de una carraca de mano, convertida en cruz guía. Un nazareno vestido en tono oliva hace girar una manivela que provoca ese ruido de matraca, singular y único.
La Vera Cruz vuelve a salir el Domingo de Resurrección con la imagen de Cristo resucitado. La victoria sobre la muerte. Una talla policromada apunta con el dedo hacia el cielo.
Y vemos también a la Candelaria, vestida de blanco y símbolo de Luz.
Y llega el Miércoles Santo. Ese es el día, o más bien la noche, de los Estudiantes. En la ciudad en la que estamos… Santiago necesita a esta Cofradía, tanto como la Hermandad necesita de Santiago. Se funda en el año 97 y tiene su sede en las Huérfanas. Aquí el gentío aguarda en un respetuoso silencio los tres golpes de martillo que abren las puertas de la iglesia.
Sale la Cruz de Guía y los hábitos en tonos negro y marfil toman la calle. En su recorrido solo ven la Catedral una vez…en Platerías. Y es aquí donde los estudiantes saludan al Apóstol, le muestran sus respetos con una reverencia.
12 personas portan al Cristo de la Misericordia, adornado con 1.200 claveles morados.
Ilumina también el Camino el rostro del Jesús de la Esperanza. Un Cristo que todos los años cede D José Porto, párroco de Sar, para esta celebración. Fue donado por las monjas del Sanatorio de la Esperanza, donde D José realizaba labores de acompañamiento. Su nombre se debe al hospital, pero también a la esperanza que se trataba de infundir a muchas personas que se enfrentaban a la enfermedad. Así es que el rostro de la talla refleja paz.
Y sin poder detener lo inevitable, llega el Jueves Santo. A las 11 y media de la noche, desde San Agustín, es la hora del Jesús Flagelado. Es realmente una procesión impactante. El sonido de las cadenas que arrastran los nazarenos en sus pies desnudos, no solo golpea las piedras del suelo santiagués. Golpea el tímpano y hasta las vísceras del que escuche. Las pesadísimas cruces que cargan los cofrades simbolizan el sufrimiento que se vislumbra en las facciones de su Cristo. En la tristeza de sus ojos se lee la sentencia con sabor a muerte de madrugada.
Esta cofradía se funda en los años 50 del siglo pasado y nos muestra ese dolor carnal, espeso de sangre y húmedo de lágrimas. La Imagen de Nuestro Padre Jesús Flagelado es una talla del siglo XVIII llevada a hombros por cofrades que visten de blanco y rojo.
Y entonces viene el Viernes Santo, el día más pasional… Ya desde la mañana con el Santo Encuentro. Por la tarde, el barrio de la Angustia acoge la procesión que lleva su nombre. Túnica negra y capuz blanco son las vestimentas de una Cofradía que data del siglo XV. El barrio se engalana para la ocasión y sale en multitud a las calles. La restauración de la talla le ha dado un brillo imponente, casi cegador, poderoso. María mira al suelo y sus lágrimas de cristal están a punto de caer de sus ojos. Lleva en brazos a su hijo sin vida y el pueblo, su pueblo, intenta trasladarle consuelo.
Dos horas más tarde, a las 6, tiene lugar el Santo Entierro desde Bonaval. Se encarga la cofradía numeraria del Rosario. Una institución que tiene más de 500 años. Cada cofrade personifica una de las cuentas del rosario. 150 como máximo. El cargo de Hermano Mayor le corresponde al Rey de España. Desde los Reyes Católicos todos los monarcas de España son cofrades de honor. Alfonso XIII, por ejemplo, llevó su Santo Calvario en el año 1.909.
Los cofrades del Rosario visten de frac, pero todos los ojos se dirigen al impresionante féretro acristalado con motivos ornamentales y piedras preciosas con los símbolos de la Pasión. Unos angelitos custodian al Cristo Yacente que viaja en un pedestal adornado con apliques de plata. Y en este recorrido se palpa una tensión colectiva. La gente aguanta la respiración cuando descienden los escalones de Bonaval… al igual que en Platerías. La marcha es compleja y un traspiés sería fatal, así que parece que, guardando el oxígeno en los pulmones, cerrando los puños, toda la Ciudad los lleva en brazos para evitar una caída.
Le sigue la Virgen de los Cuchillos. Siete dagas clavadas en el corazón muestran, a pesar de eso, una figura celestial impresionantemente vestida. Con manto donado por Isabel II.
Y el reloj marca las 11 de la noche de ese Viernes Santo. Llega la Soledad. Pero que no conduzca a engaño su nombre… Nuestra Señora no va sola. La muchedumbre la acompaña con la luz de los cirios. Vestida de negro azabache, de estricto luto, sale María desde la Iglesia de Salomé con nazarenos en negro y blanco.
La Historia de la Soledad es también secular… aparece en un inventario del Ayuntamiento hacia finales del XVIII.
La imagen de la Soledad lleva corona de plata, y, según avanza, Compostela le presenta sus condolencias hasta las horas más oscuras.
El Sábado Santo es el momento de los Hermanos. Una institución con título Real. Nace en los años 50 por iniciativa de la asociación de antiguos alumnos de las escuelas de la Inmaculada de Santiago.
Los hermanos parten del colegio en una marcha que muestra al Cristo de la Unción. Lo sigue Nuestra Señora de la Serenidad, con su manto verde esperanza, una corona de espinas en sus manos y la vista en el cielo. Es la imagen que entiende y que acepta el sacrificio.
Y muy popular es la Cruz de los Infantes, una de sus señas de identidad. 22 niños portan una gran cruz única en Galicia y en España.
Aquí suenan los cánticos de la BRILAT: “Tú nos dijiste que la muerte no es el final del camino, que, aunque morimos, no somos carne de un ciego destino”.
Y, finalmente, el calendario indica que es Domingo de Pascua. Un domingo que huele al incienso que emana del Botafumeiro. Estos días ha habido tiempo para rememorar y honrar a los cofrades fallecidos, que en paz descansen, o para dejarse embelesar por la música de la banda municipal de Santiago y el orfeón Terra a Nosa.
Compostela lo ha vuelto a hacer, embriagada de Pasión.
Y a estas alturas, conviene recordar que NO es relevante si llueve, si hace frío, si hay una flor descolocada, si había un hábito descosido… lo importante es lo que cada uno lleva dentro.
No importa si vamos de primeros con el tambor o nos ha tocado en la última fila con una vela. Hay dos protagonistas, ÉL, JESÚS y su madre, MARÍA.
En este 2022 podemos volver a callejear la fe, a sacar las imágenes y a vivir la Semana Santa de puertas para afuera.
Y recuerden que esta es la SEMANA SANTA DE SANTIAGO. Ciudad divina que deja corazones cautivos para siempre. Y ya lo dejó escrito Lorca, en su balada ingenua, con el testimonio de una mujer que vio al Apóstol Santiago:
Peregrino en la tierra del cielo. Iba vestido de esmeraldas y perlas, con túnica de terciopelo
Cuando hubo pasado la puerta, mis palomas sus alas tendieron y mi perro que estaba dormido fue tras él sus pisadas lamiendo.
Era dulce el Apóstol divino, más aún que la luna de enero. A su paso dejó por la senda, un olor de azucena e incienso. Y comadre, ¿no le dijo nada? Le preguntan dos voces a un tiempo.
Al pasar me miró sonriente y una estrella dejóme aquí dentro.
¿Dónde tienes guardada esa estrella? Le pregunta un chiquillo travieso.
¿Se ha apagado, dijéronle otros, como cosa de un encantamiento?
No. Hijos míos, La estrella relumbra, que en el alma clavada la llevo.
Y sí, se respira esa ilusión que hace dos años quedó arrinconada en un ángulo del alma… Ahora recuperamos las salidas procesionales, pero no yerren en esto… lo importante lo llevan dentro cada uno de ustedes.
La Semana Santa de Santiago será eterna no porque tenga una declaración administrativa, aunque eso ayude mucho, tampoco porque más o menos gente acuda a la cita, aunque la participación cuantitativa sea importante. Será eterna mientras lo sean los sentimientos.
Y en esta parte del noroeste somos austeros en muchas cosas, pero derrochamos emoción.
Aquí vive el Apóstol Santiago, esta es su casa, así que les pido que hagan brillar la estrella que llevan todos clavada en el alma.
Gloria a Santiago, Gloria a todos sus cofrades.
Vivan la Semana Santa.
Muchas gracias.

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DISCURSOS DE LAS AUTORIDADES
El Presidente de la Junta de Cofradías de Santiago, José Ramón Muñiz, animó a compostelanos y visitantes a empaparse de las celebraciones, tras dos años sin poder disfrutar de las salidas procesionales.

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Desde el Concello de Santiago, el Teniente de Alcalde y concejal de Turismo de Compostela, Gumersindo Guinarte, quiso destacar el trabajo que hay detrás de las celebraciones, con muchos meses de preparativos previos y miles de cofrades implicados activamente.

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La Directora de Turismo de Galicia, Nava Castro, avanzó que el año que viene se puede arrancar ya con la solicitud para que la Semana Santa de Santiago pueda obtener el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional.

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En ese acto el Obispo Auxiliar de Santiago, Monseñor Francisco José Prieto, puso el broche de oro con unas palabras llenas de sentimiento hacia Compostela y llamando a la celebración.

Obispo Auxiliar de Santiago durante el pregón
El pregón se pudo seguir por directo a través de las redes sociales de la Semana Santa de Santiago.