Belvís: donde la Virgen quiso tener una capilla con vistas a Santiago
La visita a las iglesias y monasterios es una de las propuestas para vivir la Semana Santa compostelana. Asomamos el micrófono de Cope al convento de las Dominicas

La capilla de la Virgen del Portal está presidida por una talla gótica muy venerada por los compostelanos
Madrid - Publicado el - Actualizado
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No puedo evitar decirlo en voz alta: la postal de Santiago es espectacular a cualquier hora desde aquí, pero más, una mañana como la de hoy, cuando el sol alumbra de cara las fachadas blancas y los tejados anaranjados que escalan desde la rúa das Trompas hasta las torres de la Catedral que se ven al fondo. "Claro: es que estamos en Belvís... ya lo dice la palabra, buena vista". Me lo recuerda una de las madres que abre la puerta en convento de las Dominicas. No están en mal sitio, no.

La programación de Semana Santa de Santiago señala este lugar entre las visitas recomendadas, así que atendemos el buen consejo y llamamos a la puerta del que fue primer convento femenino de la orden Dominica en Galicia. Lo fundaron, claro, los frailes que estaban a tiro de piedra, en Bonaval, en el siglo XIV. La comunidad normalmente ha estado formada por una treintena de religiosas: ahora son algunas menos, veinte, concreta la madre Catalina, "ha fallecido alguna mayor recientemente, hay menos vocaciones, ya sabe..." Ella lleva tres décadas al frente del convento.
Junto a sor Ángeles, que nos acompaña también en la visita, nos asomamos al claustro, perfectamente conservado y desbordado ya de primavera: "esta zona ya sabes que no está abierta al público", me dicen con un guiño, tal vez por si no me había dado cuenta de que entramos en la zona de clausura.

UN CONVENTO, DOS TEMPLOS
Lo que sí puede visitar el público son las dos iglesias con las que cuenta el conjunto monumental: la iglesia conventual está abierta los domingos, para la celebración de la eucaristía. Ahora en Semana Santa, también se celebrarán allí los oficios durante estos días grandes. El templo es obra del arquitecto Casas y Novoa, el responsable de la fachada de la Catedral. Es llamativo el comulgatorio en uno de los laterales, donde el artista empleó su característica decoración geométrico-vegetal. Antaño, la comunidad religiosa recibía a través de esa "vetanita" la eucaristía, pero ahora, sor Ángeles explica que ya no se utiliza.

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"Pero lo más importante es que el Señor está ahí", insiste la religiosa cuando doy vueltas sobre el valor artístico del conjunto. Y sonríe todo el tiempo. Igual que cuando le pido que me cuente la historia que hay detrás de la construcción de la capilla de la Virgen del Portal, el segundo templo con el que cuentan en el convento.

La capilla sí que está abierta todos los días del año, y prácticamente todo el día: la preside una imagen de la Virgen, de estilo gótico, acompañada por otra de Santo Domingo de Guzmán, el fundador de la Orden y San Martín de Porres, "Fray Escoba". La tradición cuenta que durante la construcción del convento, en el siglo XIV, apareció una imagen de nuestra Señora: "se cree que el nombre viene de ahí, de que la Virgen estaba en el Portal, y la gente le tenía mucha devoción", explica sor Ángeles.
La tradición cuenta que siglos más tarde, se intentó en varias ocasiones trasladar la imagen al interior de la iglesia conventual, "en lugar de tenerla a la intemperie, para llevarla a un lugar más digno, pero por tres veces lo intentaron y por tres veces aparecía en su sitio, así que interpretaron que la Virgen no quería salir de su sitio, así que interpretaron que no quería salir de su sitio". Así que se construyó la capilla con las aportaciones de los fieles, que siguen visitando el templo para trasladarle sus peticiones: "en época de exámenes se nota que hay muchas más velas" reconoce la religiosa.
Unas seis horas pasan las dominicas en esta capilla a lo largo del día, entre los momentos de oración y canto, aunque "nuestra vida de oración es toda, a lo largo de todo el día, como para todo creyente", desliza sor Ángeles. Así que la siguiente pregunta está servida

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"SENTÍ LA LLAMADA DEL SEÑOR CON 20 AÑOS"
Treinta años hace que Sor Ángeles sintió la llamada a la vida religiosa, aunque por lo que cuenta, el camino no fue fácil: el primer telefonazo lo recibió en una JMJ, en Denver. "En esa peregrinación sentí la llamada y desde allí, hasta que entré aquí en el convento, fue un tira y afloja con el Señor, porque yo tenía mis proyectos, yo quería casarme, había estudiado psicología y me encantaba mi profesión" cuenta... "Fue un milagro lo que el Señor fue cambiando en mi interior", asegura: "me fue dejando ver que la verdadera felicidad era hacer la voluntad de Dios".

De la zona de clausura se escapa el aroma de uno de los oficios más conocidos de la comunidad dominca de Belvís: la elaboración de dulces. "A diario se pueden comprar pastas de té", explica son Ángeles, "los almendrados y la tarta de Santiago se tienen que encargar dos días antes", explica.

La madre Catalina cuenta casi en un susurro que aprendió a elaborarlas en un convento en Castilla y de allí se trajo la receta: por los ingredientes, ni preguntar, voto de silencio en este punto. Sin salir de la zona de cocina, otro de los oficios es la elaboración de las formas que se distribuirán después por buena parte de las iglesias compostelanas para la comunión.

Antes de despedinos, me abren las puertas del huerto, que surte la cocina del convento de frutas pero sobre todo, las dos iglesias, de flores: "te imaginas lo que sería tener que comprar para el arreglo de los dos templos!" me dicen. Imagino, si... La tierra está lista para plantar los gladiolos mientras ahora se recogen las calas que adornarán los altares en Semana Santa. Mis crónicas tamén son hoy de Semana Santa así que pido que me dejen escribir aquí, aunque no sea huerto de olivos. Y me dejan. Un lujo

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