“Algo se muere en el alma cuando un amigo se va”. Todos conocemos el dicho, que también tendría su traslado a los negocios históricos que son casi como las piedras del casco antiguo de la capital gallega. Y es que algo de la historia de Santiago se pierde cuando un negocio centenario anuncia que tiene que echar el cierre para siempre.

Ana Veiga está ya jubilada, ella y su marido se hicieron cargo del establecimiento durante más de tres décadas. Quedamos con Ana y, al principio, es casi imposible charlar con tranquilidad. Todo el mundo se le acerca, la abraza, la saluda… Ella los saluda por su nombre, los conoce muy bien porque lleva atendiéndolos y escuchándolos muchos años.

Ana ya no está en el negocio, ahora es su hija la que encontramos tras el mostrador, pero le queda poco porque anuncia que se va, que el negocio se cierra.

EL QUIOSCO DEL TOURAL, DESDE EL AÑO 1899

Ana nos cuenta que tienen fotografías de aquel primer quiosco original del año 1899 y cómo era la calle entonces: “La calle era distinta, las señoras con los vestidos largos, los hombres todos con gorro…”

Tras el primer establecimiento, unos años después, en 1910, se hizo uno un poco más grande y más cómodo para quien atendía y en el año 1999 tuvo que rehabilitarse “porque el suelo se había estropeado porque llevaba muchos años y las tablas estaban… la parte de arriba y las tablas siguen siendo de aquel año. La parte de atrás la dejaron tal cual, madera pura de castaño”.

Esta familia aún conserva las escrituras del negocio y la licencia municipal que les permite estar en este emplazamiento. Con todo, la estructura no es pública, sino que es patrimonio de esta familia compostelana.

CLIENTES ANÓNIMOS Y CARAS MUY CONOCIDAS PASARON POR AQUÍ

La señora María deja a un lado su carro de la compra, viene de la Plaza y aprovecha para comprar aquí el periódico. Ana la saluda por su nombre y bromea con ella: “¡Qué madrugadora es hoy!” La mujer se ríe y le dice que la va a echar de menos. Nos encontramos con otro cliente que también era dueño de un local comercial histórico unos metros más abajo, Ricardo Docobo. Él también ha vendido su establecimiento y afirma con resignación: "Están siguiendo mi estela".

Por este quiosco histórico ha pasado mucha gente, muchos niños que iban y venían de sus centros escolares, médicos que atendían en esta zona, hasta los barrenderos con los que mantenían una gran relación y es que la jornada en el quiosco empieza muy temprano: "a las seis y media de la mañana". A esa hora se abre la persiana hasta la tarde.

Vecinos anónimos pasaron por aquí, pero también caras conocidas. Ana nos cuenta que ella vio a Fidel Castro, cuando estaba de visita en Santiago, o al mismísimo Bruce Springsteen que le sonrió, aunque no paró a llevarse nada, nos confiesa entre risas. El expresidente de la Xunta, Manuel Fraga, era cliente habitual.

ADIÓS AL QUIOSCO CENTENARIO DEL TOURAL: "LA PANDEMIA NOS PUSO LA PUNTILLA"

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Los tiempos han cambiado y ya no se compran tantos periódicos. Ana nos explica con resignación que hace años llegaba a vender más de un centenar de periódicos los domingos, ahora no llega ni a la mitad.

Notó la bajada desde 2012, ese año fue un punto de inflexión: “ahora es todo internet”, y la pandemia vino a rematarlos.

¿Qué pasará ahora? Pues insiste en que el quiosco es de su propiedad, “la herencia de mis hijas”, aunque la concesión en la vía pública es municipal. El gobierno local anuncia que estudiará cómo mantenerlo, el PSOE propone su adquisición.