El parque de Eirís fue uno de los grandes proyectos asociados al desarrollo del plan parcial de este barrio. Aunque ya se hablaba de zonas verdes entre Monelos y O Castrillón antes de la mitad del pasado siglo XX, no fue hasta 2001 cuando se aprobó el proyecto de urbanización que haría realidad esta tranquila zona de paseo.

En el papel, unos 300.000 metros cuadrados sobre los que se pintaron bloques con 1500 viviendas, la unión con el entonces hospital Juan Canalejo y, sobre todo, casi nueve hectáreas de zona verde que el ex-alcalde, Francisco Vázquez, compararía con Londres. Más de mil millones de pesetas y tres años después de que comenzasen las obras, abría el parque y con él desaparecía parte de la historia de la zona rural entre Casanova y Lamadosa. Era 2004. 

El nuevo espacio fue abriendo y completando etapas poco a poco, y los primeros años se vivieron en una sensación de provisionalidad. La conversión de la antigua calle Oleoducto en un bulevar ayudó a poner la guinda a la zona verde dividida en dos por la autovía en túnel que une Matogrande con el puerto. Un tráfico que se ve bajo los pies de los paseantes pero que no parece molestar el tránsito plácido por este parque en cuesta.

El parque de Eirís es un lugar perfecto para pasear en familia, a lo que ayudan varias zonas infantiles, incluida una muy demandada con tirolina y zona de escalada. También tiene interés para los jóvenes, con una de las completa pista de skate. Más veteranos son los usuarios de la pista de chave.

Y a Eirís también se han incorporado unos cuantos nostálgicos del trabajo agrario en el área de huertas urbanas que desde este año copan la parte baja de la zona verde.

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Pero además de los suspiros de los que intentan sacar adelante su cosecha, en Eirís se escucha graznar, chillar o croar, en un estanque ha recuperado desde hace poco la biodiversidad y que supone una de las joyas de la zona, tras una regeneración ambiental que lo ha transformado en humedal

Una tranquilidad que también atrae a las gaviotas, posadas frecuentemente en este estanque lleno de tortugas domésticas que la gente ha ido abandonando

Los árboles aquí van creciendo año tras año, en altura y cantidad. En la parte del Parque de los Nacimientos, nacen cada año tantos ejemplares como alumbramientos de niños se registren en la ciudad. Y recientemente se ha completado la plantación de arces y frutales numerados para engordar el contador de verde en A Coruña.

Otra de las fotografías es esférica: la de la enorme pérgola que permite un parque para todas las estaciones del año y que se ha convertido en el escenario de buena parte de las fiestas o eventos del barrio. Con una resonancia única, la cúpula cobra especial protagonismo cada mes de agosto en la Festa da Fresa, un festejo vecinal para recordar el fruto que, hasta hace no demasiado, caracterizaba al barrio de Eirís

El parque de Eirís ha sido uno de los grandes dinamizadores de un barrio que ha crecido y se ha rejuvenecido estos últimos años a cuenta de las nuevas viviendas y esta gran área verde. Entre los retos pendientes está la construcción de un centro de alzheimer, para el que están reservados terrenos, o completar la restauración del castillo de Eirís, una mansión nobiliaria del siglo XVI que frecuentemente se confunde con el fuerte de Valparaíso.

Y esta no es la única zona con valor patrimonial del parque de Eirís: la ampliación del campo de fútbol está pendiente del hallazgo de un pozo romano y restos fragmentados que formarían parte de un lugar muy vinculado al puerto. Nos lo ha contado a COPE Coruña el arqueólogo Antón Fernández Malde, de Malde Arqueoloxía, en esta entrevista: