El 29 de agosto, al filo del cierre del mercado de verano, se anunció su fichaje por el Valencia CF hasta 2024. Mestalla ya no estaba acostumbrado a acoger a nombres de tan alta alcurnia en su seno. No fue una sorpresa, porque la negociación para su aterrizaje se prolongó en el tiempo, pero el sí definitivo de un crack como él sentó divinamente entre una afición necesitada de buenas noticias como de respirar.

Su estreno no llegó hasta la sexta jornada del campeonato y su primer gol se hizo de rogar. Falló un penalti en El Sadar de Pamplona en la jornada octava. Fue la antesala de su mejor momento. Sus primeros tantos llegaron en cadena. Parecía que había regresado el mejor Cavani. Marcó un doblete ante el Elche y repitió consecutivamente en el Ramón Sánchez Pizjuán y en Mestalla ante el Mallorca.

A continuación llegó la primera de sus dos lesiones de la temporada que le han mantenido seis partidos en el dique seco y su pólvora se agotó. El arco dejó de lanzar certeras flechas de forma alarmante. Dos goles en El Molinón en la segunda ronda de Copa y un tanto en La Cerámica el día de Nochevieja y pare usted de contar.

Sequía absoluta durante cinco meses, sólo aderezada por una asistencia a Samu Lino en el Martínez Valero. En total, Edinson Cavani lleva jugados 24 partidos con el Valencia CF en los que no ha marcado, ha disputado 1.723 minutos, distribuidos en 28 encuentros oficiales, para la cifra de siete goles (cinco en LaLiga y dos en la Copa) y por tanto su promedio realizador es de un tanto cada 251 minutos jugados. O lo que es lo mismo, en esta decepcionante temporada del equipo y de Cavani, el "arquero" necesita casi tres partidos completos para marcar un gol. No hace falta añadir mucho más.