Carta dominical
El obispado de Tortosa celebra el primer domingo de Cuaresma
Se destaca en su carta dominical que este día se recuerda el episodio de las tentaciones sufridas por Jesús

Obispado de Tortosa
Madrid - Publicado el
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La carta dominical completa del administrador diocesano del obispado de Tortosa, José Luis Arín, es la siguiente:
FIELES A LA PALABRA DE DIOS PARA VENCER LA TENTACIÓN 26-02-2023
Todos los años el primer domingo de Cuaresma meditamos el episodio de las tentaciones sufridas por Jesús que no se diferencia de nosotros por no ser tentado sino por vencer la tentación desde la fidelidad a la Palabra de Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado (He 4,15).
La tentación es experiencia universal y permanente, de todo el mundo y de siempre; es cruce donde hay que decidir qué camino seguir y hacia qué meta avanzar.
Desde la perspectiva bíblica, la tentación es prueba que Dios envía o permite para comprobar la autenticidad de las palabras de amor que le dirigimos: Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para probarte y conocer lo que hay en tu corazón: si observas sus preceptos o no (Dt 8,2s). Pero la intención del tentador sí es hacernos caer en el pecado: en este sentido, Él no tienta a nadie (Jm 1,13).
Los once primeros capítulos del Génesis son un punto y aparte esencial en la Biblia. Punto y aparte porque no hablan de historias localizables y fechables; esencial porque son respuesta de Dios a los graves enigmas de la humanidad desde siempre.
Dios otorga a los seres humanos competencia para dominar la tierra, pero reservándose como dominio exclusivo suyo dos árboles o áreas: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. El bien de la humanidad requiere que estos dos campos tengan la máxima garantía: la del propio Creador.
Hoy en día en la cultura ambiental es muy fuerte la tentación de erigirse el hombre en amo supremo de toda vida (propia y de los otros) y legislador de lo que está bien y lo que no. Esta es la tentación demoníaca original de querer ser Dios.
Las tres tentaciones a las que el tentador somete a Jesús se reducen a una: renegar de su condición de Hijo obediente a la voluntad salvadora de Dios. Es la tentación que atraviesa toda la vida de Jesús y estalla con fuerza en el Calvario: Que baje ahora de la cruz y le creeremos.
A la propuesta diabólica “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes” con mesianismo espectacular, responde Jesús que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
A la propuesta diabólica en la cima del templo “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”, responde Jesús que también está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios” desafiando a Dios hasta querer instrumentalizarlo.
A la propuesta diabólica de acumular riquezas y poder: “Todo esto te daré, si te postras y me adoras”, responde Jesús con la Escritura: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”. Porque así servimos al Señor que nos ama hasta regalarnos a su Hijo Unigénito, el cual en la Cruz nos amó hasta el extremo.
El diablo y Jesús personifican dos maneras de leer la Escritura: a conveniencia propia o a gloria de Dios para cumplir su Plan salvífico.
Al interrogante de si podemos o no vencer la tentación, san Pablo recuerda a los cristianos de Corinto que no os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana y por eso caer en la tentación sería inevitable.
El motivo de garantía no es otro que el amor de Dios que es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas (1Co 10,13).
Resaltando que dentro de vuestras fuerzas entran en lugar destacado las fuerzas sobrenaturales recibidas por la gracia de Dios y sin las cuales ciertamente no seriamos capaces de vencer al Tentador.
Que la santa Cuaresma recientemente estrenada el Miércoles de Ceniza nos fortalezca para renovar vitalmente la fe, la esperanza y la caridad, mediante las prácticas cuaresmales de la limosna, el ayuno y la oración.
José-Luis Arín Roig
Administrador Diocesano



