¿Tecnología en casa: aliada o enemiga? La psicóloga Sabina García analiza su impacto en la familia actual
En el Día Internacional de las Familias, Sabina García, psicóloga del Hospital HLA San Carlos, nos cuenta cómo lograr una convivencia digital saludable.

Entrevista con Sabina García, psicóloga del Hospital HLA San Carlos
Denia - Publicado el
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Pantallas encendidas, móviles en la mesa, notificaciones constantes… La tecnología forma parte de nuestra vida diaria, y especialmente de la vida familiar. Pero en medio de tanta conexión, muchos se preguntan: ¿nos está acercando más o nos está alejando?
Con motivo del Día Internacional de las Familias, en el que se reflexiona sobre los vínculos, los valores compartidos y los desafíos comunes, hemos querido profundizar en una de las cuestiones más actuales y complejas: el impacto de la tecnología en las relaciones familiares. Para ello, hemos conversado con Sabina García, psicóloga en el Hospital HLA San Carlos, que nos ayuda a entender mejor este fenómeno y a buscar soluciones prácticas para convivir con las pantallas sin renunciar al calor humano. La doble cara de la tecnología en el hogar
“La tecnología ha transformado completamente la dinámica familiar”, explica Sabina. “Nos ha permitido mantenernos conectados a distancia, acceder a información útil o disfrutar de entretenimiento compartido. Pero también ha traído retos importantes, sobre todo cuando el uso no es consciente ni equilibrado”.
Entre los beneficios que destaca, se encuentran la posibilidad de aprender juntos, compartir momentos a través de plataformas digitales o incluso resolver tareas cotidianas de forma más ágil. Sin embargo, el lado oscuro de esta hiperconexión empieza a notarse cada vez más: conversaciones interrumpidas, cenas silenciosas, adolescentes absortos en sus dispositivos o niños que prefieren una tablet a jugar con sus hermanos. ¿Estamos más conectados o más solos?
“Una familia puede estar bajo el mismo techo y, sin embargo, emocionalmente desconectada”, advierte la psicóloga. Las señales pueden ser sutiles pero significativas: falta de diálogo, menor interés por las actividades conjuntas, irritabilidad o apatía cuando se interrumpe el uso de pantallas. Especialmente preocupante, señala, es el uso excesivo de redes sociales y videojuegos, que en ocasiones sustituye las relaciones reales por interacciones virtuales poco significativas. Recuperar el tiempo en familia
La solución no está en demonizar la tecnología, sino en aprender a gestionarla. Para ello, Sabina recomienda establecer “momentos sagrados” libres de pantallas —como las comidas, antes de dormir o durante las actividades compartidas— y definir normas claras pero consensuadas, que no generen conflictos innecesarios.
“Hay que recordar que el ejemplo empieza por los adultos. Si queremos que nuestros hijos se desconecten, nosotros también debemos aprender a hacerlo”, subraya.
Además, propone introducir hábitos positivos como el uso conjunto de la tecnología (ver una película en familia, investigar un tema interesante, jugar juntos), y promover espacios de diálogo donde los niños y adolescentes se sientan escuchados. Educar en el uso digital desde casa
“La familia tiene un papel esencial en la educación digital”, afirma Sabina. “No se trata solo de limitar el tiempo de pantalla, sino de enseñar criterios, valores y responsabilidad en el uso de la tecnología. Y eso se hace con acompañamiento, con presencia y con coherencia”.
Antes de despedirse, lanza una reflexión a todas las familias:
“Hoy es un buen día para preguntarnos: ¿cuánto tiempo real pasamos con quienes queremos? Porque al final, lo que construye una familia no son los likes, sino las miradas, las palabras, los abrazos y el tiempo compartido sin distracciones. Reconectar no es tan difícil… Solo hay que empezar por apagar la pantalla.”