Cuando la comida industrial seduce una generación: ¿somos adictos?
Un estudio reciente sugiere que la Generación X podría sufrir adicción a los alimentos ultraprocesados

Bandeja de ultraprocesados
Barcelona - Publicado el
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Durante décadas, la Generación X —los nacidos entre mediados de los años 60 y principios de los 80— ha sido testigo de cambios profundos en el estilo de vida familiar, laboral y alimentario. Ahora, un estudio reciente sugiere que muchos de sus miembros podrían estar lidiando con algo más que hábitos poco saludables: una forma real de adicción a los alimentos ultraprocesados. Esta hipótesis, respaldada por datos estadísticos, abre una puerta inquietante hacia conceptos como la dependencia alimentaria, el impacto en la salud mental y los efectos acumulativos del entorno industrial sobre generaciones enteras.
Durante la infancia y juventud de la Generación X, Europa Occidental y Estados Unidos vivieron una transformación social: la entrada masiva de las mujeres al mundo laboral, horarios más fragmentados y la incorporación de productos alimentarios “rápidos” a la rutina familiar. Ese nuevo modelo empujó hacia un alejamiento de la comida casera tradicional y favoreció alimentos como sopas instantáneas, congelados, embutidos, snacks y comidas listas para microondas.
Con el tiempo, estos productos se volvieron parte del patrón habitual de consumo, aunque cargados de azúcares, grasas hidrogenadas, aditivos y otros ingredientes con efectos potencialmente adversos para la salud. En muchos casos, su consumo fue avalado por campañas publicitarias que asociaban facilidad, modernidad o “ahorro de tiempo”.

ultraprocesados
¿cómo medir una adicción alimentaria?
Investigadores de la Universidad de Michigan (UM) realizaron un estudio con una muestra representativa de más de 2.000 adultos en EE. UU. Usaron la escala mYFAS 2.0 (modified Yale Food Addiction Scale 2.0), que evalúa 13 comportamientos relacionados con los ultraprocesados: desde antojos intensos, pasando por intentos fallidos de moderar el consumo, hasta síntomas de abstinencia o la prioridad de comer aunque suponga dejar de hacer actividades sociales y los resultados resultan llamativos: Entre las mujeres de la Generación X, el 21 % cumple criterios de adicción a esos alimentos; En los hombres del mismo grupo, la cifra es algo menor: 10 %; Y comparativamente, entre adultos de 65 a 80 años, solo 12 % de mujeres y 4 % de hombres muestran ese patrón.
Estos datos indican que la exposición prolongada y temprana a ultraprocesados podría incrementar las probabilidades de desarrollar una dependencia alimentaria.
Consecuencias para la salud
Los expertos advierten que no se trata solo de una cuestión conductual: el consumo sostenido de ultraprocesados está vinculado con enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y colesterol alto. En la Generación X, estos problemas están sobrerrepresentados, y se sospecha que forman parte del legado negativo del consumo industrial.
Además, el predominio de alimentos procesados ha desplazado el consumo de frutas, verduras, legumbres y otros alimentos ricos en fibra y micronutrientes, lo cual afecta la microbiota intestinal y puede tener repercusiones en la salud digestiva y mental. No es raro que se detecte un aumento de fatiga crónica, ansiedad o trastornos del sueño asociados a desequilibrios alimentarios continuados.

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Género y publicidad
Una de las sorpresas del estudio es su marcado sesgo en cuanto al género: las mujeres de la Generación X presentan tasas de adicción más altas que los hombres. Una explicación plausible es la agresiva publicidad de los años 80 y 90 dirigida a mujeres: productos supuestamente “ligeros”, dietéticos o de preparación instantánea (galletas bajas en grasa, comidas para microondas) que prometían control del peso, pero que en muchos casos reforzaban patrones alimentarios poco saludables.
La exposición continua a ese marketing, especialmente en una etapa de desarrollo sensible como la juventud o la madurez temprana, podría haber contribuido a instalar vínculos emocionales y cognitivos con los ultraprocesados difíciles de revertir con el paso del tiempo.
solución
En años recientes, ha aumentado la conciencia social y científica sobre los peligros de los alimentos ultraprocesados, y muchas personas de esa generación han buscado reconectar con dietas más naturales, frescas y sostenibles. Sin embargo, romper hábitos enraizados no es tarea fácil. Debilitan este cambio la disponibilidad económica y la facilidad de acceso a ultraprocesados; La presión publicitaria constante; La falta de tiempo en estilos de vida acelerados y el carácter potencialmente adictivo de esos alimentos.