La vez que Mariano Ozores trabajó en Barcelona con "Los Bingueros": la película más taquillera de 1979 y el retraso del estreno del "Imperio Contraataca" por su culpa
La película fue un éxito sin precedentes, con 1.539.644 espectadores y una recaudación de 197.885.368 pesetas, frente a un presupuesto de apenas 15 millones.

Fotograma de "Los Bingueros"
Barcelona - Publicado el
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El mundo del cine y de la cultura está de luto. El icónico director y guionista Mariano Ozores, que junto a sus hermanos José Luis y Antonio Ozores, y sus sobrinas Emma y Adriana Ozores, han formado una de las sagas más prolíficas y populares del séptimo arte en nuestro país, fallecía este miércoles a los 98 años en su domicilio de Madrid por causas naturales.
Ozores, galardonado con el Goya de Honor en 2016 junto a sus hermanos José Luis y Antonio, deja un legado imborrable con 96 películas que atrajeron a cerca de 90 millones de espectadores, consolidándolo como un auténtico arquitecto de la comedia popular española.
una marca del cine español
Su filmografía, marcada por un humor desenfadado, pícaro y profundamente arraigado en la realidad social de la España de la Transición, incluye títulos icónicos como Los bingueros (1979), la película más taquillera de su año, que marcó un hito en la historia del cine español.
Nacido en Madrid en 1926, Mariano Ozores Puchol creció en el seno de una dinastía de actores. Hijo de los intérpretes Luisa Puchol y Mariano Ozores Francés, y hermano de los también actores José Luis y Antonio Ozores, su vida estuvo ligada al espectáculo desde la infancia.
A los 17 años, se unió a la compañía teatral de sus padres, desempeñando roles como tramoyista, apuntador o representante, lo que le permitió observar de cerca las reacciones del público y desarrollar un olfato único para el humor.
Aunque intentó actuar, pronto descubrió que su talento residía en la escritura y la dirección. “Soy autodidacta. Ir de teatro en teatro, visitando pueblos y ciudades, me hizo ver cómo el público se reía, de qué se reía y cómo lo hacía”, afirmó en varias ocasiones.
Ozores debutó en el cine en 1952 como guionista de Ché, qué loco, y en 1959 dirigió su primera película, Las dos y media y… veneno, protagonizada por sus hermanos. A lo largo de las décadas de 1960 y 1970, se convirtió en un pilar del “landismo”, un subgénero cómico que retrataba con ironía las costumbres de la clase media española bajo la dictadura franquista, con Alfredo Landa como protagonista recurrente.
Títulos como Manolo, la nuit, Jenaro, el de los 14 o En un lugar de la Manga reflejan su capacidad para capturar el zeitgeist de la época. Sin embargo, fue en la Transición, con la relajación de la censura y el auge del “destape”, cuando Ozores alcanzó su cenit creativo y comercial, especialmente con su colaboración con los cómicos Andrés Pajares y Fernando Esteso.
el fenómeno "los bingueros"
Los bingueros, estrenada el 1 de octubre de 1979, marcó un punto de inflexión en su carrera. La película, que narra las peripecias de dos hombres atrapados por la fiebre del bingo tras su legalización en España, no solo fue un fenómeno sociológico, sino también un éxito sin precedentes, con 1.539.644 espectadores y una recaudación de 197.885.368 pesetas (frente a un presupuesto de apenas 15 millones).
Este taquillazo, coproducido por Ízaro Films y Corona Films, nació de una idea de la productora de unir a Pajares y Esteso, dos cómicos televisivos que nunca habían trabajado juntos.
Ozores escribió un guion que capitalizaba la actualidad del momento: la apertura de las primeras salas de bingo legales, un fenómeno que capturó la imaginación de una sociedad ansiosa por nuevas libertades.
barcelona por necesidad
La decisión de rodar Los bingueros en Barcelona no fue casual. Andrés Pajares, uno de los protagonistas, tenía un compromiso contractual para actuar en una sala de fiestas de la ciudad, lo que obligó a Ozores a trasladar el rodaje a la capital catalana.
La película captura emblemáticos escenarios barceloneses, como el Paral·lel y rincones del Eixample, que dotan al filme de un sabor local inconfundible.
Estas localizaciones no solo sirvieron como telón de fondo, sino que reflejaron la España urbana de finales de los 70, un país en plena transformación social y cultural.
La elección de Barcelona, además, permitió a Ozores aprovechar la energía de una ciudad que, como el resto del país, vivía un momento de efervescencia tras décadas de represión.
el retraso del estreno del imperio contraataca por culpa de ozores
Los bingueros no solo destacó por su éxito comercial, superando a blockbusters internacionales como Superman o Alien, el octavo pasajero, sino también por su capacidad para retratar, con humor y picardía, las aspiraciones y frustraciones de la clase trabajadora.
La química entre Pajares y Esteso, junto al ingenio de Ozores para los diálogos ágiles y las situaciones absurdas, convirtió a la película en un clásico del cine “casposo”, un término que el propio director rechazaba por considerarlo despectivo.
A Los bingueros le siguieron otras ocho colaboraciones con el dúo, incluyendo Yo hice a Roque III (1980), que llegó a retrasar dos semanas el estreno de El Imperio contraataca en España, un testimonio del poder de Ozores en la taquilla.
A pesar de su éxito popular, el cine de Ozores fue duramente criticado por su tono ligero, a veces chabacano, y su enfoque en el entretenimiento puro.
La directora general de Cinematografía, Pilar Miró, llegó a decir que Ozores hacía “cine para fontaneros”, negándole subvenciones en favor de un cine más autoral.
Sin embargo, Ozores nunca se preocupó por la crítica: “Mi verdadero logro ha sido mantener la risa en las salas de cine españolas”, afirmó.
Su capacidad para parodiar la realidad social, desde el boom inmobiliario hasta la legalización del divorcio, convirtió sus películas en un espejo de la España de su tiempo.
El legado de Ozores trasciende sus taquillazos. Su filmografía, que incluye títulos como El liguero mágico, Cristóbal Colón, de oficio… descubridor y ¡Qué vienen los socialistas!, es un testimonio de una época y una forma de hacer cine: rápido, económico y con un profundo respeto por el público.
Su muerte marca el fin de una era, pero sus películas, vistas por generaciones en cines, videoclubes y televisiones, seguirán siendo parte de la memoria colectiva española.
Como dijo en sus memorias, Respetable público, su objetivo siempre fue claro: divertir. Y en eso, Mariano Ozores fue un maestro indiscutible.