Se llama Elisenda Rovira, tiene 21 años, es estudiante de periodismo y políticas en la Universidad Pompeu Fabra y también es casteller. Esta joven de Vila-seca ha dedicado su tiempo libre a practicar castells desde los 14 años, y actualmente forma parte de la colla Trempats de la UPF. Pero desde que comenzó la pandemia de la covid-19, al igual que los demás castellers, Elisenda no ha podido continuar con esta actividad porque al realizarla los riesgos de contagio son altos. Por lo tanto, los grupos que realizan castells han optado por suspender los actos dado el riesgo que este supone para la salud de sus miembros de todas las edades, desde niños hasta adultos.

Los castells implican obligatoriamente el contacto físico entre personas. Centenares de personas deben juntarse y entrelazarse para crear las grandes torres en diferentes plazas y escenarios en Catalunya. Como consecuencia, la situación actual ha perjudicado el cumplimiento de ensayos y ha provocado la anulación de sus actos. Para Elisenda esta actividad se ha vuelto incompatible con las condiciones de la pandemia porque implica la “movilización de muchas personas, de edades muy distintas y de muchos círculos sociales”. Consecuentemente, ella ha resaltado que los grupos de castellers no se pueden comparar con un equipo de básquet o un grupo de teatro porque estos últimos involucran una menor cantidad de personas y hace que se controlen mejor los contagios.

Desde antes que comenzará el confinamiento en marzo, algunas collas habían suspendido ensayos con el propósito de proteger a todos sus participantes. Elisenda ha estado de acuerdo con esta medida de precaución porque para ella lo primero es la salud de sus colegas, y también, porque sería egoísta reanudar estas actividades sin un 200% de seguridad para todos sus compañeros practicantes de esta actividad. Sin embargo, Eli cuenta que algunas collas han estado realizando ensayos reducidos de 20 personas. Para ella estas prácticas con grupos reducidos hacen que se pierdan algunas costumbres de los Castells para mostrar el rasgo identitario —“la inclusión y la diversidad”—, como la opción de “las puertas abiertas”, y, a nivel técnico, “la poca participación de personas en las torres”.

El sector cultural ha estado muy perjudicado por la crisis de coronavirus. Han buscado alternativas para poder mantener la regularidad de sus actuaciones siguiendo las medidas de seguridad propuestas por el estado. Pero Elisenda opina que en el caso de los castellers “es muy difícil pensar en una forma alternativa para hacer castells”. Aunque lo conozca desde muy pequeña, Eli desconoce alguna opción que mejore las circunstancias y las haga más adecuadas para todos los involucrados.

Un regreso lejano

Los mejores y más importantes momentos de la vida de esta joven de Vila-seca están relacionados con el mundo casteller. Esta actividad Elisenda la ve como un hobby, “una manera de hacer amigos y de divertirse”. Pero la pandemia ha impedido seguir por este camino. La crisis del coronavirus ha provocado que existan más ratos libres para recordar las actuaciones de los años anteriores o para reunirse con, al menos seis, de sus colegas.

Los castellers siguen a la espera de directrices para evaluar la posible continuación de los ensayos de las collas. Elisenda comenta que todos los castellers mantienen la esperanza de reanudar la actividad con la nueva temporada marzo- abril 2021, pero “cada mes que pasa ven más lejos el regreso”. Actualmente lo que están intentando las collas es mantener contacto mediante actividades sociales, como “charlas online y presenciales para no perder el tejido social”. Incluso Eli siente que se está viviendo “una tristeza compartida entre los castellers”, pero que esto no elimina la posibilidad de retomar los ensayos de las collas para “volver con las mismas ganas, o incluso hasta más, de hacer castells”.