El 'muro' de la vivienda que atrapa a los sin hogar: "Nadie quiere alquilarles una habitación"

Cáritas Valladolid advierte de un cambio en el perfil de las personas sin techo, con más jóvenes y mujeres

Laura RíosRamón Morales

Valladolid - Publicado el

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Más de 350.000 personas viven en una situación de exclusión social en Castilla y León, según los datos del último informe FOESA 2024 elaborado por Cáritas. Uno de los mayores problemas detectados es el relacionado con la vivienda, que ya afecta a uno de cada cinco hogares. Esta situación ha disparado los desahucios por alquiler en la comunidad, con 1.122 casos en 2024, lo que supone un aumento del 10% respecto al año anterior.

El programa de personas sin hogar de Cáritas ha atendido en lo que va de 2025 a 454 personas distintas. Alberto Diez, educador del programa, explica que a diario reciben a entre 80 y 90 personas sumando sus distintos centros de día y casas de acogida. Una cifra que, según apunta, está creciendo ligeramente, especialmente en épocas de transición como el final del invierno y la llegada del verano.

Un perfil que cambia

Desde Cáritas muestran su preocupación por el cambio en el perfil de las personas que acuden a sus servicios. La imagen tradicional del varón de mediana edad, conocido como 'carrilero', está dando paso a gente cada vez más joven y a un aumento de mujeres. "La mujer en la calle tiene mucha más vulnerabilidad y es mucho más frágil", advierte Diez. A esto se suma el reto de la salud mental, un factor cada vez más presente y que requiere de un seguimiento más específico en centros más reducidos y tranquilos.

"La mujer en la calle tiene mucha más vulnerabilidad y es mucho más frágil"

Alberto Diez

Educador del programa de personas sin hogar de Cáritas de Valladolid 

El acompañamiento integral

El trabajo de la organización se divide en dos grandes bloques. Por un lado, la atención asistencial básica para cubrir necesidades inmediatas como "un desayuno caliente, una ducha, lavar la ropa o tener una consigna donde guardar las cosas". Por otro lado, una labor fundamental de acompañamiento personal por parte de educadores y trabajadores sociales para escuchar, gestionar ayudas, facilitar el acceso a un médico, buscar formación o un empleo.

Aunque la mayoría de usuarios acuden por iniciativa propia o por el "boca a boca", algunos sienten reparo al dar el primer paso. Sin embargo, para ellos es más dolorosa la indiferencia social. "Ellos nos transmiten que, muchas veces, cuando están en la calle, la gente hace como que no están", lamenta el educador. "Para ellos es peor la invisibilidad que sienten".

"Para ellos es peor la invisibilidad que sienten"

Alberto Diez

Educador del programa de personas sin hogar de Cáritas de Valladolid 

El muro de la vivienda

El gran obstáculo para que estas personas rehagan su vida es el acceso a la vivienda. Según Diez, incluso quienes consiguen una ayuda como el Ingreso Mínimo Vital o una pensión se topan con un mercado del alquiler inaccesible. "Se nos dificulta mucho el encontrar una habitación. ¿Por qué? Porque los requisitos cada vez son más duros, porque los precios cada vez son más caros y porque ahora la gente ya no se fía", detalla.

El educador subraya que una pensión ya no sirve como aval y que los anuncios discriminan por perfil, exigiendo "persona con nómina" o aceptando "solo mujeres" o "solo estudiantes", lo que excluye a la mayoría de sus usuarios. Esta barrera, que no era tan acusada hace unos años, se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de la entidad. "Hay gente que, a lo mejor, con una pequeña paga tiene que dormir en la calle porque nadie le quiere alquilar una habitación o porque el precio se ha disparado tanto que es difícil poderlo asumir", concluye.

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.