Álvaro, el policía nacional que rescató a un hombre de aguas del Pisuerga: “Pensaba que me ahogaba”
El varón, de 60 años de edad, que se precipitó desde el Puente del Poniente falleció tras practicarle durante casi una hora la reanimación cardiopulmonar

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Álvaro es agente de la Policía Nacional. Lleva 15 años en el Cuerpo. Cuatro de ellos, en Valladolid. Y se encontraba patrullando en un vehículo, ajeno a que el servicio de la tarde del martes se convertiría en “uno de los peores momentos” de su vida.
Apenas faltaban unos minutos para que el reloj diera las cinco de la tarde cuando por la emisora entró un aviso alertando de la caída de una persona desde el Puente del Poniente. Álvaro y su compañero estaban a escasos metros del lugar de los hechos, por lo que decidieron atenderlo.
Al llegar a orillas del Pisuerga se encontraron con varios testigos que les iban indicando el recorrido del cuerpo, río abajo. Tras la incertidumbre inicial, Álvaro se desprendió de su arma -la casualidad quiso que pasara por la zona un compañero que pudo custodiarla-, de su chaleco antibalas y del uniforme. Ya en ropa interior inició la carrera y, finalmente, se lanzó al agua. Cuando llegó al cuerpo observó que estaba boca abajo e inconsciente. Lo primero que hizo fue cogerlo del hombro y girarlo para que no tragara más agua. Lo demás, según ha relatado a su paso por Mediodía COPE Valladolid, fue “una continua agonía” hasta que llegó a la orilla.
En esta demostración de arrojo fue esencial la ayuda que, desde la orilla, le brindó su compañero. En una situación “tan límite”, ha advertido, se agudizan los sentidos. Cuando comenzaban a flaquear las fuerzas le sugirió que se dejase llevar por la corriente de agua y flotara. Y así lo hizo durante un recorrido de alrededor de 400 metros. Ese consejo, ha agradecido, “me hizo salir del río”.
En la acción de Álvaro no pesaron las circunstancias por las que el varón, de unos 60 años de edad, había acabado en el río. Únicamente sopesó sacarlo con vida. Y lo consiguió. Desconocía si se había precipitado voluntariamente o si había tenido un problema de salud. Apartó el sentido común y la prudencia y se repitió “confío en mi y puedo hacerlo”.
Por desgracia, las historias -es el caso de esta- no siempre tienen un final feliz. Álvaro, la Policía Local, los Bomberos, los servicios de emergencias e, incluso, un ciudadano de a pie que no dudó en tenderle la mano cuando se aproximaba con el hombre inconsciente a la orilla hicieron “todo lo humanamente posible” por salvarle la vida. Tras practicarle durante casi una hora la reanimación cardiopulmonar y ser trasladado al Hospital Clínico Universitario falleció.
Álvaro también necesitó asistencia sanitaria por síntomas de hipotermia. Y, a pesar de encontrarse aún “exhausto” por el esfuerzo físico y emocional, se ha incorporado con normalidad a su siguiente servicio. “Con ganas”, ha reconocido. Sobre todo, de volver a ver a los compañeros.