Multitud de localidades celebran de manera cercana y especial la Semana Santa en la provincia de Segovia. Algunas de ellas cuentan con costumbres ancestrales e históricas que merece la pena destacar por ser características o propias. Aquí van algunos ejemplos.

La Procesión del Silencio, en Turégano, también conocida como la de ‘las antorchas’ y que está organizada por la Cofradía de la Vera Cruz y de la Purísima. Sale el Viernes Santo a las 22.00 horas desde la iglesia de Santiago y porta las imágenes del Cristo del Amparo y la Virgen Dolorosa. El peregrinaje acontece en un ambiente de especial recogimiento debido al silencio que guardan los asistentes, la iluminación del recorrido, con más de cinco mil velas y centenares de antorchas, a lo que se le añade el sonido de una selecta música sacra, y el entorno histórico en el que tiene lugar.

Riaza

El Prendimiento de los Gascones al Santísimo, en Riaza, celebrado el Jueves Santo. Al llegar a la entrada del templo, tras salir en procesión, la puerta se abre y aparece una escuadrilla de hombres armados que se paran delante del palio impidiendo el paso. Son seis hombres, cuyos cargos son heredados de padres a hijos. Tienen una indumentaria similar a la de los tercios del siglo XVII. Esta tradición data y se lleva realizando desde el siglo XV.

En esa misma localidad también destaca La Procesión del Silencio, celebrada el Viernes Santo por la tarde noche. Está iluminada con velas y antorchas. El momento de más emotividad es la escucha de la Salve, cantada por un grupo de mujeres en el balcón del ayuntamiento. Es una composición que los misioneros extendieron por España entre finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Y el Domingo de Resurrección tiene lugar El Canto de Las Albricias. Es un texto cuyo cuerpo central data de finales del siglo XVIII, o comienzos del XIX. Muy extendido por Castilla y León, pero con cambios en las estrofas, con una música propia de la zona. El nombre
de las albricias proviene de una estrofa del texto que encabezaba los cánticos.

La Procesión de la Carrera, en Marugán. Se celebra el Viernes Santo por la noche, y portan las imágenes de la Virgen de la Dolorosa, de la Soledad y el Santo Cristo. Durante el recorrido, en el que se instalan grandes hogueras a la salida de la ciudad, los asistentes bailan jotas al son de la dulzaina y el tamboril.

La Granja

La Procesión Penitencial del Santo Entierro, en el Real Sitio de San Ildefonso. Celebrada el Viernes Santo por la tarde por la Orden Tercera de San Francisco, lleva celebrando esta procesión desde 1804. En esta misma localidad procesiona La Exaltación de la Santa Cruz, también el Viernes Santo. En ella desfilan cinco pasos: Cristo Yacente, Santo Sepulcro, Virgen de la Soledad, San Juanín y el Niño Jesús, y el Cristo Crucificado de los Alijares. La característica más destacable es el gran número de penitentes vestidos con el hábito de San Francisco que acompañan la procesión.

Los Cantos de Jueves y Viernes Santo, en Prádena. Las mozas y mozos acompañan a la procesión y los cantos se complementan, cantando los mozos una parte y las mozas otra. En esta misma localidad destaca la Procesión de la Resurrección, celebrada el Domingo de Resurrección con un Vía Crucis solo de mujeres en el que ellas cantan.

Y el Día del Prado, celebrado el mismo día y el Lunes de Pascua. La costumbre es que los vecinos de la localidad se reúnen en dos prados para almorzar, comer y cenar, y en el que los niños y niñas juegan al hinque, un juego que consiste en sacar punta a un palo de madera que después clavan en la hierba.

La Procesión de la Pasión de Cristo, en El Espinar. Asociada a levantar la sarga del siglo XVI que cubre el retablo durante la Cuaresma. Una tela que mide más de 15 metros de largo y 5 de ancho.

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La Procesión de Pasión y Muerte del Señor, en Cuéllar. Celebrada en Viernes Santo por la tarde, y se caracteriza por el silencio y emotividad para los habitantes de la localidad. Una tradición muy arraigada a la Semana Santa en numerosas localidades de la provincia es la de Rodar el Huevo.