Hace algo más de dos años, en plena sacudida por la pandemia, se llegó a hablar del estallido de una guerra silenciosa por el virus, pero lo que ahora escuchamos en todos los medios de comunicación es el ruido ensordecedor de las bombas, el grito silencioso de los desplazados, el futuro incierto de miles de niños. Ucrania sufre la invasión de su territorio; la maldad humana enfrenta a personas que de nada se conocen y llegan a perder la vida. Un drama humano y un verdadero problema social y económico al que debemos hacer frente. ¿Seremos capaces de despertar de nuestro sueño europeo y responder con las herramientas y valores de una Europa cristiana? De momento, España se vuelca con iniciativas solidarias encaminadas a intentar paliar los desastres de este conflicto bélico.

Hoy en este Espejo especial, abordamos algunas de las implicaciones sociales y económicas de la guerra en Ucrania desde distintos puntos de vista gracias a los invitados que nos acompañan, sobradamente cualificados para ello.

Llarousa es un sacerdote polaco que está ejerciendo su ministerio en Pamplona. Él nos pone al día de las dramáticas cifras que le llegan de primera mano: casi un millón y medio de refugiados han llegado a Polonia en las dos primeras semanas de conflicto, de los cuales el 90% son enfermos y madres con hijos. La Iglesia y la sociedad polaca se están volcando con ellos ejerciendo el que justa y cariñosamente llama «carisma polaco de la hospitalidad». Seamos nosotros también hospitalarios con nuestros hermanos. Llarousa confía en la generosidad de los españoles y, además de alimentos y medicamentos, demanda ayuda económica en estos momentos.

María Segurado y Carmen Gómez son dos trabajadoras de Cáritas Española, responsables del equipo de incidencia política y de Europa del Este en el área de política internacional, respectivamente. Ambas nos hacen partícipes del trabajo frenético que están desarrollando sobre el terreno Cáritas Ucrania y Cáritas Polonia y el compromiso de Cáritas Española con estos hermanos del otro lado del continente. Una cosa nos dejan clara: en el momento actual, la ayuda material no es el principal objetivo, sino el apoyo económico firme y continuado para, en un caso de crisis total como este, animar el mercado local y sostener la capacidad productiva de la región. La solidaridad no es incompatible con la eficiencia y la gestión a largo plazo.

Pedro Palomo, presidente de la Cámara de Comercio de Segovia es el último invitado de El Espejo, desgranándonos las consecuencias económicas de esta absurda guerra en nuestro espacio más cercano: en nuestra Segovia. Y nos ha dado un baño de realidad. La afectación es y será muy grande. Ahora mismo, hay una gran preocupación en todos los sectores y la incertidumbre hace muy difícil predecir buenas noticias en el corto y medio plazo. Toca gestionar la adversidad. La inflación seguirá su escalada, los costes de producción la acompañarán y, con ellos, el incremento de los precios de todos los productos. Un sector especialmente afectado en la provincia es el agropecuario: los aumentos de precio de la energía, de los fertilizantes y de los cereales —España es importador neto de cereales para piensos— no hacen presagiar buenos momentos para el campo. Ojalá que llueva abundantemente y a tiempo pensando en la próxima cosecha. Y ojalá que escampe en el horizonte político de la vieja Europa y callen las bombas para siempre.