Café, emociones y una montaña de periodistas: lo que no viste de la comparecencia de Revilla en Santander
El expresidente de Cantabria acudió con serenidad a los juzgados, visiblemente emocionado, en una cita marcada por la ausencia del rey emérito y el impacto mediático
Santander - Publicado el - Actualizado
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No hubo conciliación. No hubo acuerdo. Tampoco hubo rey. Pero sí hubo una escena muy poco habitual en los juzgados de Las Salesas de Santander. Allí, este viernes por la mañana, Miguel Ángel Revilla, a sus 82 años, acudía a una cita judicial en la que estaba llamado a buscar un entendimiento con Juan Carlos I. Pero el emérito no se presentó y Revilla no se retractó. La historia sigue su curso.
Revilla baja la cuesta... con la prensa esperando
Todo comenzó poco antes de las diez. Revilla descendía a pie desde el Paseo de Altamira, acompañado por miembros de su partido, su abogado José María Fuster-Fabra y su procurador. Venía de tomarse un café y lo hacía con la tranquilidad de quien está acostumbrado a estar en el centro de todas las miradas. Aunque lo de este viernes no era una entrevista ni una presentación de libro: era la antesala de un posible juicio por injurias.
Revilla en Las Salesas
A las puertas del juzgado, una primera comparecencia improvisada ante una nube de periodistas. Micrófonos, cámaras, gritos de apoyo, algún reproche aislado y gestos de complicidad entre sus acompañantes. Todo bajo una tensión controlada, casi de ceremonia, con Revilla serio pero cercano.
Una cita sin acuerdo… y sin rey
Dentro, el trámite duró exactamente 15 minutos. La conciliación no fructificó. Juan Carlos I, como era previsible, no acudió. En su lugar, lo representó la abogada Guadalupe Sánchez, quien ratificó la exigencia de una rectificación pública y el pago de 50.000 euros por las declaraciones de Revilla en televisión.
El expresidente cántabro, por su parte, sostuvo que lo que dijo se basa en informaciones de dominio público y que, aunque pudiera haber alguna expresión exagerada, no mintió. Su defensa se basó en el principio de libertad de opinión sobre figuras públicas y hechos conocidos. El abogado Fuster-Fabra insistió: “No mintió. Y como no mintió, no hay conciliación posible”.
Revilla ante los medios
Las emociones, a flor de piel
Pero lo más llamativo no estuvo solo en el trámite jurídico. A la salida, Revilla compareció de nuevo ante los medios. Fue entonces cuando, al hablar de su familia y, en concreto, de sus hijas, se le humedecieron los ojos. “Ellas lo están pasando mal con esto”, dijo con la voz entrecortada.
El expresidente admitió que es la primera vez que se ve tan cerca de sentarse en un banquillo. Y aunque no le asusta, no le resulta cómodo. Le hubiera gustado que el rey hubiera estado presente. “Quizá, cara a cara, habríamos podido hablar”, apuntó con cierta decepción.
Revilla emocionado
Durante toda la mañana, vecinos y curiosos se acercaban. Unos a animar, otros a reprochar. Opiniones divididas que se cruzaban en los pasillos y aceras, entre periodistas y cámaras, en una jornada que no dejó indiferente a nadie.
Ahora la pelota queda en el tejado del emérito. Será él quien decida si continúa adelante con la demanda formal. Si lo hace, Revilla dice que acudirá. Que no tiene nada que ocultar. Que lo que dijo, lo cree.
Y en medio de todo este ruido, lo que queda es la escena: un político veterano, solo ante el foco, visiblemente tocado por la exposición pública y la carga emocional del momento. Una imagen muy distinta a la de los platós. Una imagen más humana.