Era un secreto a voces, pero pocas autoridades públicas lo habían afirmado de manera rotunda. El alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, ha pasado por los micrófonos de COPE Canarias, donde ha confirmado las denuncias por parte de algunas oenegés sobre las dificultades que pone interior en los aeropuertos canarios para que aquellos inmigrantes con pasaporte que desean viajar a la península. Insiste en que esta situación no es nueva, y que llevan denunciándolo desde el año 2018, cuando los inmigrantes abandonaban el Centro de Internamientos (CIE) de Hoya Fría tras pasar los 60 días que marca la ley, y “no tenían donde ir”.

El máximo dirigente capitalino también ha lamentado la falta de coordinación entre las administraciones, puesto que asegura que los “Servicios Sociales se enteran de que un inmigrante abandona o es expulsado de un alojamiento cuando se lo cruzan por la calle”. Es por ello que ha solicitado al subdelegado del Gobierno, Javier de La Plata, que es necesaria mejorar la coordinación, y sobre todo, que si una persona es expulsada o se ha marchado voluntariamente de un establecimiento, se le permita volver a entrar, porque si no “supone dejarles al albur de los ayuntamientos”

Asimismo ha explicado que desde el consistorio se ha duplicado el número de atenciones a personas migrantes en lo que va de año, puesto que son 52 personas, las que han pedido algún recurso municipal, algunos de ellos provenientes del macrocampamento de Las Raíces. Bermúdez ha indicado que ahora los esfuerzos están puestos en evitar los asentamientos, como el detectado recientemente en las inmediaciones del Parque Marítimo, donde se consiguió evitar su instalación convenciéndoles.

400 INMIGRANTES SOLO EN LA CAPITAL

Por otro lado, preguntado acerca de número total de inmigrantes que se encuentran en Santa Cruz, los ha cifrado en torno a 400, distribuidos en distintos recursos, siendo el principal la antigua cárcel de Tenerife I. No obstante, si ha querido remarcar que el hecho de que sean inmigrantes no conlleva un aumento de los problemas, de la inseguridad o de las peleas, ya que ocurriría lo mismo si metemos “1.000 personas en un espacio limitado”. Es por ello que ponía como ejemplo lo ocurrido hace años en la Casa Cuna de la capital tinerfeña, donde se llegaron a acumular hasta 600 menores, que debido al constante enfrentamiento decidieron trasladarlos a pisos tutelados, con menor número de personas.