La presión vecinal gana la partida: no habrá planta de gas junto a la Isleta (por ahora)
El informe de Impacto Ambiental y el dictamen de Salud Pública tumban la regasificadora en el Puerto de La Luz
Gran Canaria - Publicado el
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La Isleta respira, pero no se confía. Tras años de alegaciones, movilizaciones y trabajo de colectivos ciudadanos, el informe de Impacto Ambiental y el dictamen de la Dirección General de Salud Pública han frenado la planta de gas proyectada en el Puerto de La Luz. “Muy contentos por el logro; el informe es contundente y no deja lugar a dudas”, resume Tito (Foro por La Isleta), que pone el acento en lo esencial: “La salud está —o debería estar— por encima de cualquier estrategia industrial”.
Un ‘no’ rotundo que llegó tras varios avisos
El rechazo técnico no es un borrón y cuenta nueva, sino la culminación de un proceso con varias rondas de requerimientos desde 2019: “Una y otra vez Salud Pública emitió objeciones, la empresa respondía, y volvía a insistirse”, relata Tito. Ese camino, sumado a la movilización vecinal “más lenta de lo que nos gustaría, pero eficaz”, explica el desenlace.
El puerto, parte de la ciudad… y de sus límites
Para la plataforma, el debate no puede disociar economía y convivencia: “El puerto es motor económico, sí, pero está dentro de una ciudad de 400.000 personas”. La Isleta recuerda que la incidencia de EPOC en la capital “ronda el 15%” y que las decisiones deben contemplar el entorno habitado. “No podemos anteponer sistemáticamente la actividad industrial a la salud”, subraya Tito.
Nueva vía: depósitos de GNL y ‘bunkering’
El optimismo llega con advertencia: la Autoridad Portuaria ha deslizado su intención de mantener el gas en el mapa energético mediante depósitos de GNL llegados en barco para suministro a buques. “Empezará lo siguiente y estaremos ojo avizor”, dice Tito. La inquietud no es menor: “Gas, por los peligros que conlleva, no; y menos a apenas un kilómetro de barrios residenciales”.
Lecciones de planificación: corregir antes de actuar
La vecindad afea el “primero se instala y luego se corrige”. Piden protocolos claros: modelización de mareas y vientos, perímetros de seguridad, rutas y límites acústicos y, sobre todo, evaluaciones de riesgo con participación pública real. “Corregir antes de actuar”, recalcan.
Ciudad-puerto: deudas pendientes
La Isleta liga el debate del gas con una vieja reclamación: devolver a la ciudad parte del frente marítimo. “El puerto a veces funciona como un ente aparte —apunta Tito—. Recordemos que el suelo portuario es terreno ganado al mar con recursos públicos; tiene que dialogar con la ciudad”.
Los vecinos piden
Que se priorice la salud pública sobre cualquier operación energética, se descarte el gas junto a zonas habitadas, se impulsen alternativas limpias, haya transparencia y participación real en los nuevos expedientes y se pacte un plan ciudad-puerto que ordene usos y proteja a la población.
“Hemos ganado una batalla”, concluye Tito. “La movilización funciona y la técnica nos ha dado la razón. Seguimos.”