Un hombre sin hogar clama ayuda para acceder a insulina y empleo en Las Palmas de Gran Canaria: “Solo pido empadronarme”

José Arbey vive en una tienda de campaña en Las Palmas de Gran Canaria denuncia que, sin empadronamiento, no puede tratar su diabetes

Fernando Cárdenas

Gran Canaria - Publicado el - Actualizado

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En Las Palmas de Gran Canaria, alrededor de un centenar de personas sobreviven sin un techo bajo el que cobijarse. Es la cifra que maneja el Ayuntamiento capitalino, aunque el propio consistorio reconoce que es difícil establecer un censo exacto de personas sin hogar. Tras ese dato hay historias de vida como la de José Arbey Molina, un ciudadano colombiano que, desde hace tres meses, vive junto a un amigo en dos tiendas de campaña frente al parque Hermanos Millares.

 Sin papeles, sin insulina  

Antes de llegar a ese punto, José pasó por el albergue municipal. Firmó un contrato por 18 meses, pero asegura que, a los doce, fue expulsado. “Me sacaron antes de lo previsto porque estaba llegando mucho muchacho de Senegal y marroquíes. A nosotros casi no nos dan ayuda”, ha lamentado José en los micrófonos de COPE Gran Canaria. Su situación es aún más delicada por motivos de salud: es diabético y necesita insulina con regularidad, un tratamiento que, sin empadronamiento, le resulta inaccesible.

Me sacaron antes de lo previsto porque estaba llegando mucho muchacho de Senegal y marroquíes. A nosotros casi no nos dan ayuda

José Arbey Molina, sin hogar 

“Estoy muy aburrido, no tengo ayuda de nadie. En Cáritas me dan la comida, pero no es muy buena. Fui a CEAR y no me solucionaron nada. También al Ayuntamiento por el empadronamiento, lo necesito para acceder a un empleo y a la insulina”, cuenta con voz resignada. La falta de papeles se convierte así en una barrera que le impide dar el siguiente paso para salir de la calle.

 Una huida forzada por la violencia  

José llegó a Canarias hace dos años huyendo de la violencia. “En Colombia había muchos problemas con la guerrilla. Me amenazaron porque debía dinero, unos dos millones de pesos. Me tocó venir porque la guerrilla se mantenía en el pueblo donde vivía”, explica.

En Colombia había muchos problemas con la guerrilla. Me amenazaron porque debía dinero, unos dos millones de pesos

José Arbey Molina, sin hogar 

Su situación se complicó aún más tras divorciarse de su esposa. Desde entonces, ha ido agotando los pocos recursos con los que contaba. “Vendí un carro que tenía en Colombia y me traje como 14 millones de pesos, unos tres mil euros. Todo eso se me fue aquí, pagando comida y alquiler”, relata.

Ahora solo pide poder empadronarse en la ciudad. Sabe que con ese simple trámite administrativo podría acceder a la sanidad pública y, eventualmente, a una ayuda económica que le permita dejar la calle. “No me quiero ir para Colombia. Si consigo el empadronamiento, me consigo una paga aquí y con eso vivo”, afirma.

No me quiero ir para Colombia

José Arbey Molina, sin hogar 

Mientras tanto, sigue en el mismo lugar, a la espera de una oportunidad y con la esperanza de que alguien escuche su petición.