Jazael Quevedo: el cocinero que da de comer a quienes viven en el aeropuerto

Jazael lleva alimentos y escucha a quienes viven en la terminal aérea. La mayoría son mayores de 60 años que no pueden acceder a una vivienda

Fernando Cárdenas

Gran Canaria - Publicado el

2 min lectura

Cuando cae la noche en el aeropuerto de Gran Canaria y el bullicio de turistas comienza a desvanecerse, empieza a hacerse visible otra realidad mucho más dura: la de decenas de personas que no tienen a dónde ir y encuentran en la terminal su refugio. Jazael Quevedo, un cocinero solidario de Telde, lleva años acercándose a ellos con bolsas de comida caliente, palabras de aliento y una mirada que no juzga.

La mayoría tienen más de 60 años 

Su labor comenzó de forma espontánea, pero con el tiempo se convirtió en rutina. “Cada vez hay más personas durmiendo allí, sobre todo mayores de 60 años. Muchos no pueden pagar un alquiler y el aeropuerto se ha convertido en su único techo”, ha explicado Jazael en los micrófonos de Herrera en Cope Gran Canaria. El motivo de su presencia en la terminal no es el desarraigo ni el abandono voluntario, sino la falta de recursos, la burocracia y, en muchos casos, el olvido institucional.

Muchos no pueden pagar un alquiler y el aeropuerto se ha convertido en su único techo

Jazael cocinero solidario 

Jazael recuerda especialmente el caso de un joven que terminó viviendo en la terminal tras un accidente con una patineta. “Tenía una minusvalía en la pierna y no cobraba nada. El ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria no le tramitó a tiempo el papel para recibir ayuda. Estuvo meses durmiendo allí hasta que por fin pudo alquilar un piso” ha contado el chef. Historias como esta son más comunes de lo que se cree.

Aeropuerto de Gran Canaria

A partir de las ocho de la tarde, cuando el tráfico aéreo disminuye, se hacen visibles quienes viven allí. “En la última planta empiezas a verlos moverse de un lado a otro, entrar a los baños… Algunos esperan que los restaurantes tiren comida para poder recoger algo. Otros piden un poco de dinero y compran algo en el supermercado del aeropuerto”, relata el cocinero.

Son personas sin adicciones 

Pero la ayuda de Jazael va más allá del alimento. Escucha, acompaña y rompe estigmas. “La mayoría de las personas piensa que los que viven en el aeropuerto tienen problemas de drogas o salud mental, pero en el 99% de los casos no es así. Me he encontrado con gente que arrastra deudas o ha perdido su empleo y no ha podido recuperarse” añade.

Para muchos, la terminal ofrece una mínima sensación de seguridad. Hay iluminación, baños y gente en movimiento. “Es un lugar donde no los agreden, donde no pasan frío, y donde pueden mantener una mínima higiene”, dice Jazael.

A pesar de sus esfuerzos, el cocinero denuncia la falta de una respuesta institucional coordinada. Nadie parece asumir la responsabilidad de ofrecer soluciones habitacionales a estas personas. “Unos entran, otros salen, pero cada vez hay más. Y esto no va a mejorar si no se actúa ya”, advierte.

Unos entran, otros salen, pero cada vez hay más. Y esto no va a mejorar si no se actúa ya

Jazael cocinero solidario

Mientras tanto, él sigue cocinando, compartiendo y escuchando. Porque, como dice, “dar un plato de comida también es dar dignidad”.

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