“Sin él no puede escuchar”: la ayuda del activista canario Marcos Lechet devuelve la esperanza a una familia
El teldense consiguió que la empresa fabricante facilitara un procesador provisional al menor, tras el robo de su implante coclear en una playa de Huelva
Gran Canaria - Publicado el
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El pasado 12 de agosto, en la playa de La Antilla, en Huelva, una familia vivió una pesadilla. A su hijo le robaron el implante coclear, el dispositivo médico que le permite escuchar. Sin él, la vida cotidiana y el aprendizaje del menor quedaron suspendidos. “Sin él, no puede escuchar”, fue el desesperado mensaje que su padre, Julián Guerra, difundió en redes sociales con la esperanza de que alguien ayudara.
La publicación se viralizó rápidamente y la respuesta ciudadana no tardó en llegar. Entre quienes se volcaron estuvo Marcos Lechet, activista de Telde y conocido por su lucha por los derechos de las personas sordas.
La mediación que cambió todo
Lechet se puso en contacto con la familia al día siguiente y gestionó el enlace con la empresa fabricante del implante. “Me dijo que había hablado con la directora de la marca y que estaban dispuestos a ayudarnos. Nos facilitó el teléfono para que la llamáramos. Esa mediación fue clave, porque nosotros no teníamos ningún contacto en esas esferas”, ha recordado Julián Guerra en Herrera en COPE Gran Canaria.
Nos facilitó el teléfono para que la llamáramos. Esa mediación fue clave, porque nosotros no teníamos ningún contacto en esas esferas
Gracias a esa gestión, el niño recibió un procesador provisional mientras llega el definitivo. La reacción fue inmediata: el pequeño volvió a sonreír al poder comunicarse con sus amigos.
La alegría de escuchar de nuevo
La situación había sido especialmente dura porque el menor no usa lengua de signos ni lee los labios, lo que le dejó prácticamente incomunicado durante días. “Lo que quiere es socializar, hablar con sus amigos. No tanto bañarse, sino charlar con ellos. Y esto se le privaba”, explica su padre.
Lo que quiere es socializar, hablar con sus amigos. No tanto bañarse, sino charlar con ellos. Y esto se le privaba
Cuando volvió a escuchar, la felicidad fue indescriptible. La familia pudo respirar después de días de angustia.
El reto económico
Superada la urgencia, los Guerra se enfrentan ahora a otro problema: el coste del nuevo dispositivo. Un procesador, con cable y batería, asciende a unos 10.800 euros, una cifra que para la familia resulta inasumible.
“De momento estamos más tranquilos, pero también asimilando el gasto que nos viene. No sabemos si la marca tendrá alguna alternativa, como equipos de segunda mano. Lo básico es comprar uno nuevo, pero hablamos de mucho dinero”, admite Julián.
El caso ha vuelto a poner de relieve la fragilidad de quienes dependen de este tipo de dispositivos médicos y la importancia de la solidaridad ciudadana. De momento, el pequeño puede seguir escuchando, y la familia mantiene la esperanza de que pronto llegue una solución definitiva.