Encarna, guía en el Museo de las momias de Quinto de Ebro: "Hemos llegado a encontrar pepitas de uva en el intestino de los cuerpos momificados"
Este museo zaragozano es único en España y expone 18 cuerpos perfectamente momificados y conservados de los que se pueden conocer todo tipo de detalles
Zaragoza - Publicado el
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La reciente normativa impulsada por el Ministerio de Cultura, que establece que los museos de titularidad estatal no pueden exponer restos humanos, ha generado un debate sobre el porvenir de diversos espacios expositivos en España. Por ejemplo, el Museo Arqueológico Nacional ha tenido que retirar algunos de los restos expuestos pero, ¿qué pasará con el Museo de las Momias de Quinto de Ebro?
El futuro del Museo de las Momias de Quinto está garantizado. Sin embargo, en esta localidad zaragozana respiran tranquilos. Según explica Encarna Moreno, ex gestora y guía del museo, la regulación no les afecta directamente por dos motivos clave: el museo es de propiedad municipal y, además, los cuerpos se exhiben en el mismo lugar donde fueron enterrados. "Nosotros somos un museo municipal, con lo cual nuestra normativa es diferente para lo bueno y para lo malo", aclara Moreno. Esta especificidad, unida al hecho de que los cuerpos están "perfectamente contextualizados", blinda la continuidad del proyecto.
Un bebé momificado en el Museo de Quinto
La tranquilidad de la institución permite que el público pueda seguir disfrutando de una colección única en España, compuesta por 15 cuerpos momificados de forma natural que datan de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Sobre las momias sabemos quiénes eran, cómo vivieron, qué comieron y los rituales de amortajamiento"
Gestora y guía del Museo de las Momias de Quinto
La visita no solo despierta la curiosidad, sino que también ofrece una inmersión profunda en la vida y la muerte de aquella época. "Es un poco una lección de historia y de antropología, que es realmente lo que a nosotros nos interesa", subraya la ex gestora sobre la misión divulgativa del museo, que busca ir más allá del mero impacto visual para desentrañar los secretos que esconden estos cuerpos extraordinariamente conservados.
Un tesoro bajo el suelo de la iglesia
El hallazgo de las momias fue una completa sorpresa. Aparecieron en 2011, durante unas obras de reforma en el subsuelo de la antigua iglesia de la Asunción, conocida popularmente como el Piquete. Los trabajos dejaron al descubierto un cementerio con 1.085 enterramientos documentados, pero lo más asombroso fue el excepcional estado de conservación de una quincena de cuerpos.
El secreto de esta preservación reside en las condiciones del subsuelo: un ambiente muy seco y árido, con abundante presencia de alabastro, un mineral con un alto contenido en sal que favoreció un proceso de desecación natural y rapidísimo de los cadáveres.
Las momias se conservan con su propia ropa
El resultado es tan impactante que los cuerpos conservan prácticamente todos sus tejidos: uñas, pelo, piel e incluso la ropa con la que fueron amortajados. Los estudios realizados, que han incluido análisis con escáner en un hospital de Zaragoza, han confirmado la presencia de órganos internos deshidratados como el cerebro, los pulmones o el corazón.
"Es una auténtica pasada", afirma Moreno, quien destaca la ingente cantidad de información que se puede extraer de ellos sobre "quiénes eran, cómo vivieron, qué comieron y los rituales de amortajamiento". Parte de los cuerpos semimomificados se reservan para proyectos de investigación y cursos de antropología en colaboración con la Universidad de Zaragoza.
Las historias que cuentan las momias
Cada momia es una cápsula del tiempo. Uno de los casos más estudiados es el de una mujer de 35 años que está perfectamente identificada y conservada. Gracias al escáner, los investigadores han podido aproximarse al motivo de su fallecimiento y han descubierto detalles asombrosos sobre sus últimos días.
Momia de una mujer de 35 años en el museo de Quinto
En su intestino se encontraron coprolitos (heces fosilizadas) que contenían una pepita de uva. Este pequeño resto orgánico abre una fascinante vía de investigación. "El tema de la pepita de uva nos está llevando a pensar que quizá en algún momento podríamos hacer algún pequeño estudio de esa pepita, y poder saber incluso qué variedad de uva se consumía a finales del siglo XIX", explica Moreno.
Hemos llegado a encontrar una pepita de uva entre los órganos momificados"
Guía del Museo de las momias de Quinto
De los quince cuerpos expuestos, ocho son infantiles, un dato que refleja la altísima tasa de mortalidad infantil de la época, cuando la sanidad era precaria y el sistema inmunológico de los más pequeños era extremadamente vulnerable a las enfermedades. La muerte de un niño era un suceso tristemente cotidiano en los pueblos.
Momia de un bebé
En Quinto, las campanas de la iglesia avisaban a la población con un toque especial, diferente al de los adultos. "La gente del pueblo ya sabía que había muerto un pequeño", relata Moreno. Era una señal que movilizaba a la comunidad, incluidos otros niños, que participaban activamente en los rituales funerarios, algo "impensable" en la sociedad actual.
El Piquete, un edificio marcado por la historia
El contenedor de este tesoro antropológico es, en sí mismo, una joya patrimonial. La antigua iglesia de la Asunción es un imponente edificio de origen mudéjar del siglo XV, atribuido a Mahoma Rami, uno de los arquitectos más importantes de la época. Su estructura original fue enriquecida posteriormente con elementos renacentistas en el siglo XVI y una gran ampliación barroca a finales del XVII para dar cabida a una población creciente.
La historia del edificio dio un giro trágico durante la Guerra Civil. Quinto fue frente de guerra y sufrió dos grandes batallas, en agosto de 1937 y marzo de 1938, en el marco de la Batalla del Ebro. Los combates arrasaron la población de manera muy similar a como lo hicieron en la vecina y más conocida Belchite.
Un edificio único alberga el Museo de las momias de Quinto
De hecho, la toma de Quinto precedió a la de Belchite. El templo quedó en ruinas y, aunque se intentó rehabilitar para el culto, su deterioro era demasiado grande.
Finalmente, en 1998, el edificio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Quinto, que impulsó los trabajos de reconstrucción que culminarían con el casual descubrimiento de las momias, consolidando un proyecto museístico que hoy atrae a miles de visitantes cada año.
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