El único pueblo de España excomulgado está en Aragón: National Geographic recomienda viajar por su calma

A los pies del Moncayo, hay unos pocos vecinos que no temen a la maldición que dicen que se cierne sobre la localidad y su castillo en ruinas

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Castillo de Trasmoz, fortaleza medieval del siglo XIII, región de Tarazona, Zaragoza

José Manuel Nieto

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3 min lectura

A los pies del imponente Moncayo, entre caminos solitarios y casas humildes, se alza Trasmoz, un pequeño pueblo aragonés con una singularidad histórica que lo hace único en España: es el único municipio oficialmente excomulgado y maldito del país. Aunque hoy parece un rincón tranquilo de la llamada España vaciada, su pasado es tan turbulento como fascinante. Lejos de renegar de su historia, sus pocos vecinos —cada vez menos— conviven con orgullo entre leyendas, escobas colgadas en ventanas y siluetas de brujas adornando las calles.

Y es precisamente esa mezcla entre misterio, historia y calma lo que ha llamado la atención de medios internacionales como National Geographic Viajes, que ha incluido a Trasmoz en su lista de destinos recomendados por su ambiente sosegado y la riqueza de su pasado legendario. El encanto de este enclave no solo reside en su entorno natural, sino también en su peculiar legado, que ha resistido durante siglos.

La maldición que nunca se revocó  

La historia de la excomunión de Trasmoz se remonta al año 1255, cuando una disputa por el uso de los recursos del Monte de la Mata —concretamente la leña— desató un conflicto entre los habitantes del pueblo y los monjes del vecino Monasterio de Veruela. El enfrentamiento no se resolvía y, aprovechando los rumores que ya circulaban sobre aquel lugar como posible refugio de brujas, el abad del monasterio decidió solicitar la excomunión del pueblo al arzobispo de Tarazona. Así fue como Trasmoz quedó fuera de la comunión de la Iglesia, y nadie se molestó en revocar la condena en los siglos posteriores.

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Decoración de las casas a la entrada del pueblo, Trasmoz el único municipio de España excomulgado por la Iglesia Católica

El conflicto escaló aún más en 1511, cuando el señor de Trasmoz, Pedro Manuel Ximénez de Urrea, se enfrentó a los monjes por el desvío del agua. Aunque el rey Fernando II de Aragón medió para calmar los ánimos, la reacción del abad fue fulminante: con el permiso del papa Julio II, lanzó una maldición formal utilizando el Salmo 108, un rito reservado a los enemigos más acérrimos en la tradición bíblica. Desde entonces, según la leyenda, una maldición cayó sobre Trasmoz... y todavía pesa.

Bécquer, las ruinas y las brujas  

Pero si hay un personaje que reforzó la fama de Trasmoz como lugar de hechicería, ese fue Gustavo Adolfo Bécquer. El poeta sevillano pasó un tiempo en el cercano monasterio de Veruela junto a su hermano Valeriano, intentando reponerse de la tuberculosis. Durante su estancia, escribió sus célebres Cartas desde mi celda, en las que describe con asombro el entorno que lo rodeaba y, en especial, la tétrica silueta del castillo de Trasmoz, ya por entonces en ruinas.

Aquel castillo, hoy convertido en Museo de la Brujería y el Caballero, es el epicentro de las leyendas locales. Bécquer llegó a escribir sobre la “construcción en una noche” de esta fortaleza y sobre brujas tan populares como la Tía Casca, quien, según la tradición, fue linchada por sus vecinos pero cuyo espíritu aún vaga por las callejuelas del pueblo. En su interior, el castillo acoge actualmente exposiciones permanentes que documentan excavaciones recientes, además de objetos que remiten a los antiguos rituales y supersticiones.

Hoy, aunque muchos podrían pensar que una maldición pesa como una losa sobre un lugar, en Trasmoz parece ocurrir lo contrario. Su inusual estatus eclesiástico lo ha salvado del olvido, atrayendo a visitantes curiosos, periodistas, escritores y amantes del misterio. Incluso ha llegado a acoger festivales de brujería y eventos culturales que revitalizan el espíritu de un pueblo que, lejos de ocultar su pasado, lo exhibe con orgullo.

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Iglesia de la Virgen de la Cueva en Trasmoz, región de Tarazona, Zaragoza

Viajar a Trasmoz es sumergirse en un relato donde lo real y lo legendario conviven con naturalidad. Allí, en medio del silencio del campo aragonés, entre los ecos del cierzo y la sombra del Moncayo, los pocos vecinos que quedan siguen sin temer a la maldición. Al contrario: la han hecho suya.