Natalia (35 años), de la ciudad a Ansó: “En el medio rural vivimos la vida que soñamos y que queremos, y aquí nuestros hijos crecen libres y felices”

De Zaragoza al Pirineo Aragonés. Natalia Manso de Zúñiga cambió la gran ciudad por Ansó, donde hoy trabaja y vive junto a su marido ganadero, sus dos hijas y su hijo. Su historia refleja la fuerza y el valor de la mujer rural

Paola Bandrés

Jaca - Publicado el

5 min lectura

Natalia Manso de Zúñiga tiene 35 años y una historia que resume el espíritu del Día Internacional de la Mujer Rural, que se celebra cada 15 de octubre. Natural de Zaragoza, vive desde 2017 en Ansó, uno de los pueblos más pintorescos de la comarca de La Jacetania (Huesca). Allí decidió empezar una nueva vida junto a su marido, Marco, ganadero de ovino. 

“Todo se debe a Marco. Después de estudiar juntos Geografía en la universidad y de trabajar en distintos lugares —en Huesca, en Madrid—, decidimos volver. Él tenía un gran arraigo con su familia y con el territorio. Viene de una familia ganadera de toda la vida y, cuando se incorporó al sector agrario, yo le seguí. No me arrepiento. Fue una decisión de vida”.

Una familia y un sueño compartido  

Desde entonces, Natalia y Marco forman una familia con tres pequeños —dos niñas y un niño— y viven volcados en el campo, en su pueblo y en sus raíces. “Estamos felices de haber tomado esta decisión. Vivimos una vida que soñamos y que queremos, y creo que para nuestros hijos esta infancia será inolvidable”. 

Natalia Manso

Natalia ha inculcado a su familia el amor por los animales

El cambio, reconoce, no fue de un día para otro. “Pasé de Zaragoza a Madrid y de Madrid a Ansó, así que el salto fue enorme. Yo no tenía pueblo, ni raíces rurales; siempre veraneábamos en la playa. Vivir en un pueblo era totalmente nuevo para mí. Pero lo fui integrando poco a poco: primero veníamos en verano, luego en fines de semana, hasta que un día decidimos quedarnos todo el año”.

Esa transición le permitió descubrir “otro Ansó”, el del invierno y la vida cotidiana. “No es lo mismo venir un 15 de agosto que un 15 de noviembre. Pero precisamente en esa calma y en esa autenticidad está el valor del medio rural”.

Turismo, patrimonio y raíces  

Natalia trabaja como técnico de Turismo en el Ayuntamiento de Ansó, donde atiende la oficina de turismo y coordina las visitas guiadas al Museo del Traje Ansotano, una joya del patrimonio cultural aragonés. “Me encanta enseñar la indumentaria ansotana, tan rica y tan especial. Es un trabajo muy gratificante”. 

Natalia Manso

Natalia en la Oficina de Turismo de Ansó

Combina su labor profesional con la vida familiar y el apoyo a su marido. “Siempre que puedo, le acompaño al monte. Me encanta ir con él a las ovejas, a la paridera, o subir al puerto en verano. Aprendo muchísimo viéndole trabajar. Este verano, por ejemplo, pude acompañarle tres veces, y me encantó”.

Natalia Manso

Natalia y Marco cuidando del rebaño

 ‘Oveja ANSOtana’: ganadería con voz propia  

La pareja comparte su día a día en el perfil de Instagram @oveja_ansotana, una ventana a la vida ganadera desde el Pirineo. “Queríamos divulgar lo que hay detrás del trabajo del pastor, porque muchas veces se desconoce. A través de fotos y vídeos mostramos el valor de la ganadería extensiva, que es fundamental para mantener vivos los pueblos”. 

Natalia lo explica con pasión: “Hay mucha falta de conocimiento. A veces la gente confunde ovejas con corderos, o yeguas con caballos. Pero vivir aquí te enseña, día a día, a comprender el ciclo del campo, el valor del esfuerzo y lo que cuesta mantener un rebaño”.

El reto del oso y la convivencia en el Pirineo  

La vida en la montaña no está exenta de dificultades. Uno de los grandes problemas que afrontan los ganaderos es la presencia del oso en el Pirineo. “Es un tema muy complicado. Desde que se introdujo en Francia y empezó a pasar a nuestro lado de la frontera, vivimos con preocupación. Hay noches malas, porque no sabes si atacará al rebaño. Es un sufrimiento constante”. 

“Se dice que los pastores no están con el ganado, pero eso no es verdad. No se puede estar 24 horas en el monte sin cobertura, caminando horas para llegar. Hasta que no se vive, no se puede entender”, lamenta.

Para ella, el problema va más allá de los daños directos: “Falta escucha. Hay mucha información, pero poca comunicación. Y olvidamos que el pastor también forma parte del ecosistema. Sin ganadería extensiva, el territorio se abandona y la naturaleza pierde equilibrio”.

Tradición, valores y relevo generacional  

Natalia confiesa que le gustaría que alguno de sus tres hijos tomara el relevo en el futuro. “Ojalá. Pero lo importante es que hagan lo que les guste. De momento son muy pequeños, pero tienen mucha sensibilidad hacia los animales”. 

Recuerda con orgullo la historia familiar de su marido: “La abuela de Marco llegó a gestionar el rebaño después de la Guerra Civil. Era una mujer valiente y trabajadora, un pilar para toda la familia. Ya entonces las mujeres del medio rural sostenían la casa, la economía y la vida social del pueblo. Son un ejemplo para todas”.

El papel de las mujeres rurales de Ansó  

Natalia aprovecha para rendir homenaje a las mujeres ansotanas y de toda La Jacetania. “Aquí hay mujeres extraordinarias: las que gestionan el ropero municipal, las que cuidan los trajes ansotanos, las que regentan panaderías, comercios, restaurantes o casas rurales. También las que trabajan en la residencia de mayores o las que se dedican a la familia. Todas son esenciales para que el pueblo siga vivo”. 

“Me siento muy afortunada de poder dar voz a mi historia, pero detrás de mí hay muchas mujeres que, día a día, mantienen vivo el territorio".

Un ejemplo del valor femenino en el Pirineo aragonés  

En el Día Internacional de la Mujer Rural, historias como la de Natalia Manso de Zúñiga ponen rostro a una realidad silenciosa pero vital: la de miles de mujeres que trabajan, crían a sus hijos y sostienen la vida en los pueblos de España.

Mujeres que no solo preservan el territorio, sino que lo llenan de futuro.