La lucha contra la violencia machista afronta obstáculos añadidos en las zonas poco pobladas: "El principal reto es la zona rural, el miedo a ser señalada en pueblos pequeños"
El 25N vuelve a recordar que la violencia de género persiste en todos los rincones, especialmente en entornos rurales donde la dispersión y el miedo dificultan la denuncia
Jaca - Publicado el
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En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la mirada se centra también en los lugares donde la violencia de género se enfrenta a desafíos específicos por la baja densidad de población y el aislamiento. El Cabo Sergio Fernández Pastur, coordinador de Viogén en Jaca, explica cómo la Guardia Civil trabaja en estas zonas donde “el miedo al señalamiento aún condiciona a muchas víctimas” y donde la cercanía y la confianza con los agentes son fundamentales.
el principal reto es la zona rural, el miedo a ser señalada en pueblos pequeños”
25N: un recordatorio de la lucha constante
Cada 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer subraya que la violencia machista sigue afectando a mujeres de todas las edades y contextos. En territorios poco poblados, donde todos se conocen, la detección de casos y la protección de las víctimas se complica. Como explica el Cabo Fernández Pastur, “el principal reto es la zona rural, el miedo a ser señalada en pueblos pequeños”. Esa barrera social sigue siendo uno de los factores que impide que muchas mujeres denuncien.
La labor de prevención, la concienciación social y la presencia constante de la Guardia Civil se vuelven esenciales para que las víctimas se sientan seguras y acompañadas.
Formación continua frente a la evolución de la violencia de género
La especialización en violencia de género requiere formación actualizada y constante. “Todos los años salen nuevos protocolos de asistencia a víctimas y de actuación con los autores, por eso tenemos que estar siempre al día”, afirma el Cabo. La preparación que recibe la Guardia Civil incluye coordinación con servicios sociales, trabajadores sociales y otros cuerpos policiales, para garantizar una protección integral de la víctima.
No solo hablamos de violencia física; también puede ser control digital y psicológico"
Además, la aparición de nuevas formas de control, especialmente a través de la tecnología, obliga a que los agentes actualicen continuamente sus conocimientos sobre violencia digital y control en redes sociales.
La violencia puede manifestarse a través de redes sociales, llamadas constantes o control del móvil. “No solo hablamos de violencia física; también puede ser control digital y psicológico”, recuerda Fernández Pastur. Esto hace que las charlas informativas en colegios e institutos sean cada vez más necesarias, para enseñar a los jóvenes a identificar conductas tóxicas y pedir ayuda.
Obstáculos específicos de las zonas poco pobladas
La dispersión de la población y la cercanía social hacen que muchas mujeres teman pedir ayuda. “El principal reto es que muchas víctimas aún sienten miedo a ser señaladas o a que los vecinos se enteren”, explica el coordinador de Viogén. Por eso, la presencia de agentes y la cercanía con la comunidad son esenciales.
Las charlas del Plan Mayor y el Plan Director han mostrado resultados positivos. “La gente ya no tiene tanto miedo a denunciar y confía más en nosotros”, asegura el Cabo. La colaboración con trabajadores sociales y personal sanitario facilita la detección temprana de casos y la protección efectiva de las víctimas.
Detectar señales para actuar a tiempo
Identificar cambios en la vida cotidiana es clave para reconocer la violencia de género en zonas poco pobladas. “Una persona que deja de salir de casa, que muestra marcas de golpes, que cambia su comportamiento o que tiene miedo a relacionarse con otros son señales muy importantes”, explica el Cabo. Incluso la información proporcionada por vecinos puede activar de inmediato el protocolo cero, que no requiere denuncia formal para iniciar la intervención.
Valoración del riesgo y contacto directo
La labor de Viogén incluye contacto constante con la víctima y su entorno. “Intentamos mantener un contacto presencial o telefónico, pasar por los pueblos y hablar con su entorno. Queremos que la víctima sepa a quién dirigirse y se sienta acompañada”, explica el Cabo. Esta cercanía permite ajustar las medidas de protección y reaccionar ante cualquier cambio en el riesgo.