OPINIÓN

Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Antonio Herrero

Recuerdo como si fuera ayer, aunque haya pasado un cuarto de siglo, cuando me enteré del fallecimiento del periodista Antonio Herrero Lima...

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Ad Libitum con Javier Pereda. Hoy: Antonio Herrero

Redacción COPE Jaén

Jaén - Publicado el - Actualizado

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Una complicación de su úlcera de estómago, mientras practicaba submarinismo en Marbella, puso fin a sus 43 años de intensa vida. Para entonces ya se había consolidado como líder de la audiencia de la radio, por su crítica implacable contra el poder, al reflejar su libertad e independencia. Esta acentuada cualidad me llamó poderosamente la atención, por lo que seguí su estela. De casta le viene al galgo, pues su padre, Antonio Herrero Losada, dirigió la agencia de noticias Europa Press. Estudió la carrera en la Universidad de Navarra, en donde consolidó la amistad con Luis Herrero Tejedor. Había trabajado en distintos periódicos, pero poseía notable talento para la radio. Así se comprobó en Antena 3 Radio (1983-1992) cuando consiguió superar a la Cadena SER, entonces líder de audiencia, que contaba incluso con el doble de emisoras. Innovó el sistema de tertulias radiofónicas al comenzar a emitir a las 6 de la mañana, lo que obligó a madrugar sus competidores Iñaki Gabilondo y Luis del Olmo.

En aquella época —no existían redes sociales— que se acumulaban los escándalos de corrupción del Ejecutivo de Felipe González (los GAL, Rumasa, Roldán), tuvo especial relevancia la radio. El Gobierno socialista intentó desactivar las incesantes críticas con una operación económica y mediática digna de mención, que pasará a la historia como el “Antenicidio”. Antonio Herrero fue la causa de esta estrategia política y empresarial al desbancar Antena 3 Radio en audiencia a la Cadena SER. Así pues, se creó Unión Radio que agrupaba las emisoras del Grupo PRISA de la Cadena SER (80%) y las emisoras de Antena 3 Radio (20%), la editora de La Vanguardia, propiedad del Grupo Godó. El ministro de Economía, Carlos Solchaga, daba el plácet a la operación. El Consejo de ministros tampoco puso objeciones, pese a que el Tribunal de la Defensa de la Competencia se opuso a esta concentración empresarial en perjuicio del mercado y del consumidor. Así el Gobierno felipista consiguió desactivar las críticas políticas de prestigiosos periodistas independientes como Antonio Herrero, Manuel Martin Ferrand, José María García, Federico Jiménez Losantos, Pedro Jota Ramírez o Luis Herrero. Estos periodistas recurrieron la disposición gubernamental de concentración empresarial ante el Tribunal Supremo, que en el 2000 estimó su demanda; esta sentencia sería confirmada al año siguiente por el Tribunal Constitucional. Sin embargo, pese a que el Gobierno del Partido Popular exigió la ejecución de la sentencia y devolver las 79 emisoras a Antena 3, el Grupo PRISA nunca las restituyó. Cerrada Antena 3, sus profesionales se colocaron en otros medios como la Cadena COPE, ABC o El Mundo.

Desde los micrófonos de la Cadena COPE, Antonio Herrero continuó con sus aceradas críticas (1992-1998) y contribuyó junto con otros periodistas a la alternancia de trece años de hegemonía socialista. Se enfrentaban a los firmantes del “Pacto de los Editores” de 1992, suscrito por Juan Luis Cebrián, Jesús de Polanco, Javier Godó, Asensio y Mario Conde, quienes compraron Antena 3 para cerrarla, y que defendían la reelección de Felipe González. Ni Antonio Herrero tenía animadversión al partido socialista ni defendía siempre a la oposición como se comprobó. Desde que José María Aznar ganó las elecciones en 1996, las críticas que dispensó a su Ejecutivo tuvieron la misma intensidad, lo que demuestra su independencia; lo más opuesto a los periodistas con carnet. Tales eran las opiniones que el 1 de mayo de 1998 el presidente Aznar invitó a cenar en la Moncloa a Luis Herrero y Federico Jiménez, para anunciarles el “Copecidio” de Antonio, presión mediante a la Conferencia Episcopal; les proponía que traicionaran a su amigo. Cuenta el turolense en su libro “De la noche a la mañana” que decidieron correr su misma suerte; ahora quedaba decidir quién se lo comunicaba a Antonio.

Pero no hubo tiempo material, porque al día siguiente recibían la triste noticia de la muerte de su compañero. Así se las gasta el poder. Antonio, como los periodistas legendarios del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, que investigaron el caso “Watergate” y provocaron la dimisión de Richard Nixon, nos ha dejado el legado de entender el periodismo como un contrapeso, un servicio a la ciudadanía contra los abusos de poder.

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